Cada 24 de junio se celebra el nacimiento de san Juan Bautista, cosa que no se hace con ningún otro santo o santa salvo con Jesucristo en el día de Navidad y con María que se celebra su nacimiento cada 8 de septiembre, nueve meses después de su concepción que es cada 8 de diciembre.
Como cualquier otro santo o santa, se celebra su “dies natalis” o aniv de su fallecimiento cada 29 de agosto como mártir pues fue degollado en el año 29 por el incestuoso y adúltero tetrarca Herodes Antipas que vivía con Herodías, su sobrina y mujer de su hermano; era sobrina suya y de Arquelao por ser nieta de Herodes “el grande”. Salomé, por instigación de su madre Herodías, le pidió la cabeza del Bautista como regalo de cumpleaños. Antipas fue desterrado con su concubina y el padre de su verdadera esposa –que había alejado para vivir con Herodías- invadió con sus “nabuteos” el territorio de Herodes Antipas y causó grandes daños. Originariamente esta fiesta era para celebrar la dedicación de la Basílica de san Juan Bta en Sebaste (Samaria).
Juan es hijo de Zacarías (sacerdote) e Isabel, parientes de la Virgen María. Es el precursor, el profeta que preparó la llegada inmediata del Mesías. Ya en el vientre de su madre, de 7 meses, anunció la presencia del Mesías cuando María saludó a Isabel al llegar a su casa; habría pasado por lo menos un mes desde la Encarnación. Juan, con su predicación y su bautismo de penitencia en el Jordàn, disponía al pueblo judío para recibir al Mesías. Quizá perteneció a la comunidad de Qumran de la secta de los esenios.
Zacarías se refirió a su propio hijo, que iba a tener una parte tan importante en el plan de la Redención; pues iba a ser un profeta del Altísimo pues irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación y perdón de los pecados antes de la venida del Oriente, o la Luz, de lo alto. La profecía de que iba a “ir delante del Señor para preparar sus caminos” era una alusión a las bien conocidas palabras de Isaías (40, 3) que el apóstol Juan aplicó después a su propia misión (Juan, 1, 23).
Juan bautizó a Jesús que dijo de él: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? (...) ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de Él es de quien está escrito: «Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino»”. También Jesús dijo que el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que Juan Bautista aunque él sea el mayor nacido de mujer.
San Gregorio de Tours cuenta que santa Tigris o Tigride, virgen de Saboya (s VI) fue a buscar una reliquia de san Juan Bautista y la obtuvo milagrosamente. Regresó a su tierra y difundió su devoción.
Científicos de Oxford señalaron en junio de 2012 que los restos de huesos hallados en una iglesia búlgara en 2010 por el arqueólogo Kazimir Popkonstantinov podrían ser del Bautista; son un nudillo de una mano, un trozo de cráneo y un diente. La iglesia se llama Svetilvan (se traduce por san Juan). Cerca del sarcófago se halló también una caja con una inscripción en griego antiguo que menciona directamente a Juan Bautista.
Alfonso María Fusco (†1910 con 71 años) fue un sacerdote, canonizado en 2016, fundador de las «HH de San Juan Bautista», las “bautistinas”, dedicadas al cuidado de huérfanas pobres. Juan Pablo II al beatificarlo le nombró protector de pobres y necesitados.
Elías fue un profeta de Israel en tiempos de Ajab (874-853), y como, cumplida su misión, fue arrebatado en un carro de fuego al cielo, su milagrosa desaparición llevó a muchos judíos a creer que volvería para anunciar al Mesías y Cristo confirmó que efectivamente así fue, pero que Elías era Juan Bautista.
Albino (†550 con 54 años) fue un abad y obispo de Angers que se equivocó pensando que acabaría como Juan Bautista. Era abad de Tinciliac y censuró con vehemencia las altaneras costumbres de los poderosos. En la época merovingia era normal que los caballeros y el clero se casaran con sus hermanas o con sus hijas; los obispos hacían la vista gorda para evitar represalias pero Albino no cesaba de protestar.
Estanislao (†1079 con 49 años) fue obispo de
Cracovia, mártir. Como Juan Bautista, se enfrentó al rey Boleslao
II que vivía con la mujer de un noble y, como reacción, el rey lo remató
personalmente mientras celebraba la Eucaristía en la iglesia de san Miguel. Es Patrono de Polonia.
María
Egipcíaca (†431 con 77 años)
fue eremita penitente por 47
años y vivió en el desierto donde vivió Juan Bautista y donde fue bautizado
Jesús, pasando hambre y sed, terrible calor y mucho frío. Allí la encontró un
anciano y santo sacerdote llamado Zósimas que se retiraba al desierto cada
Cuaresma.
Se cuenta que era una mujer que fugada de su casa a los 12 años se fue a Alejandría donde se dedicó a la prostitución durante 17 años. Un día se unió a una expedición de peregrinos que iban a Tierra Santa a orar, pero ella iba a pasear y a divertirse. Al llegar al Santo Sepulcro, mientras los demás entraban a rezar, ella oyó una voz que le decía que no era digna de entrar a ese sitio sagrado. Se puso a llorar y al levantar la vista, vio una imagen de la Virgen que la miraba con compasión. Le prometió que si le permitía entrar al templo, dejaría su vida de pecado y se dedicaría a la oración y a la penitencia.
Hay santos que llevaban el nombre del bautista como Juan Bautista de la Salle (†1719 con 68 años) que fue un sacerdote fundador de los «HH de las Escuelas Cristianas».
Juan Bautista de Rossi (†1764 con 66 años) fue un canónigo que destacó en el sacramento de la reconciliación en tiempos de Voltaire y, después de años dedicados a los pobres y necesitados, en un trabajo extenuante, el obispo le sugirió dedicarse una temporada al confesionario y allí descubrió su carisma. Empezó en una iglesia a la que no iba casi nadie y acabó teniendo colas de cientos de penitentes. Muchos de ellos volvían llevando a sus familiares y amigos.
Juan Bautista Scalabrini (†1905 con 66 años) es canonizado por Francisco con dispensa del 2º milagro. Fue obispo de Piacenza y cofundó los “escalabrinianos”, religiosos «Misioneros de san Carlos Borromeo», institución clerical dedicada a ayudar a inmigrantes y refugiados políticos. Se expandió rápidamente entre las comunidades de italianos inmigrantes en EEUU y Brasil. Fundó también las «Hermanas Apóstoles del Sagrado Corazón». Tuvo dilección por los pobres, especialmente los “vergonzosos” y los prisioneros. Fundó un Instituto para sordomudos, organizó la asistencia a las obreras del arroz, impulsó la sociedad de mutuo socorro, inició asociaciones de obreros, cajas rurales y cooperativas. Con sus propios bienes rescató del hambre a millares de campesinos y obreros y para ello vendió sus caballos, así como el cáliz y la cruz pectoral obsequios de Pío IX. Antes de morir exclamó: «¡Señor, estoy listo. Vamos! Era 1 de junio.
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