diumenge, 16 de juny del 2019

LA ORDEN DE LOS “TRINITARIOS”



Precisamente la víspera de la solemnidad de la Santísima Trinidad de 2019 (15 de junio), Francisco recibe a los participantes en el Capítulo General de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos (“trinitarios”) cuyo tema en esta ocasión giraba en torno a la pastoral juvenil y vocacional, tema vital para la Iglesia y para cualquier institución de la misma.

Juan de Mata
La Orden de los “trinitarios” fue fundada en el siglo XIII por Félix de Valois y Juan de Mata que, en honor de la Santísima Trinidad, llevan en su hábito una cruz tricolor y su Regla primitiva de 1198 disponía que en cada convento hubiera tres sacerdotes y tres legos, a parte del superior o ministro, y que las rentas se dividieran en tres partes: dos para el sustento y actividades hospitalarias y la tercera para el rescate. Se dice que el nombre de “trinitarios” lo pusieron también por ser el dogma fundamental del cristianismo y el que más ofende a los musulmanes pero constan documentos que enseñan su talante de diálogo con los musulmanes.

Juan Bautista de la Concepción
La Orden tenía la novedad de no ser monástica y fue la primera en la Iglesia que se dedicaba a rescatar cautivos sin violencia. En el siglo XVI se hizo una reforma de la Orden como pedían algunos trinitarios y con Juan Bautista de la Concepción (+1613 con 52 años) aparecieron los “trinitarios descalzos” como Orden independiente. En España fundó 8 conventos masculinos y uno femenino de clausura, poniendo especial interés en mantener viva la entrega solidaria a los cautivos y a los pobres.

Félix de Valois (+1212 con 86 años) era de la casa de los Valois y se dedicaba a los ejercicios de caballero y soldado. Podía ser heredero del trono pero se hizo sacerdote y huyó al desierto donde, a los 70 años, conoció a Juan de Mata que le animó a fundar una Orden para rescatar cautivos. Fue muy favorecido por la Virgen María. Con Juan de Mata fue canonizado por Urbano IV 50 años después de fallecido.

Juan de Mata (+1213 con 53 ó 59 años) era hijo de una familia noble marsellesa, y ya en su niñez pudo conocer en el puerto de Marsella los daños que los piratas musulmanes causaban a los cristianos. En su infancia no hacía falta que nadie le despertase para ir a Misa los domingos. De joven era estudiante y aficionado a la equitación y natación sin descuidar la oración y la atención a los pobres. Muchas veces al día pedía al Señor conocer su voluntad.

Ya sacerdote, dice una leyenda que celebrando en París su primera Misa, el 28 de enero de 1193, tuvo la inspiración divina de fundar la Orden de los Trinitarios para la redención de los cautivos. Lo hizo con Félix de Valois. A Inocencio III le costó aprobarla pues no quería nuevas fundaciones pero la aprobó el 17 de diciembre de 1198.

Juan ocultó siempre los hechos extraordinarios de su vida pues lo suyo era pasar oculto y no darse a conocer.

Monjas trinitarias
De esta Orden han salido luego varias femeninas dedicadas a la educación de los jóvenes. Un monje trinitario, el padre Juan Gil, liberó a Cervantes en 1580 en Argel logrando reunir de su madre y de su hermana los 500 ducados de oro que exigió el rey de Argel.

La Orden –les decía el Papa Francisco- debe buscar la santidad en los jóvenes que es “la fuerza de toda nuestra vida religiosa y también de nuestra acción con los jóvenes: llevarlos a Dios. Ante la tentación de la resignación, se pide audacia evangélica en la pastoral juvenil y vocacional para lanzar las redes. Aunque puede que no parezca el momento o la hora más apropiados”.

Francisco agradeció a la Orden su trabajo en las diversas obras de misericordia, en las escuelas, en las parroquias, en las cárceles y en los institutos de rehabilitación, y les instó a que siempre caminen con los pobres y los esclavos.

"Abran sus hogares y comunidades a los jóvenes, para que puedan compartir su oración y su fraternidad, pero sobre todo, abran sus corazones a ellos. Que se sientan amados por lo que son. Sean para los jóvenes los hermanos mayores con quienes pueden hablar, en quienes pueden confiar. Escúchenlos, hablen con ellos, hagan discernimiento juntos.

Es necesario ir al encuentro de los jóvenes, no solo a los que están cerca, sino también a los que están lejos. No se limiten a aceptar a quienes acudan a ustedes, sino que también vayan al encuentro de aquellos que se han alejado". 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada