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Juan de Mata |
La Orden de los “trinitarios” fue fundada en el siglo XIII
por Félix de Valois y Juan de Mata que, en honor de la Santísima Trinidad, llevan en su hábito una cruz
tricolor y su Regla primitiva de 1198
disponía que en cada convento hubiera tres sacerdotes y tres legos, a parte del
superior o ministro, y que las rentas se dividieran en tres partes: dos para el
sustento y actividades hospitalarias y la tercera para el rescate. Se dice que
el nombre de “trinitarios” lo pusieron también por ser el dogma fundamental del
cristianismo y el que más ofende a los musulmanes pero constan documentos que
enseñan su talante de diálogo con los musulmanes.
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Juan Bautista de la Concepción |
La
Orden tenía la novedad de no ser monástica y fue la primera en la Iglesia que
se dedicaba a rescatar cautivos sin violencia. En el siglo XVI se hizo una
reforma de la Orden como pedían algunos trinitarios y con Juan Bautista de la
Concepción (+1613 con 52 años) aparecieron los “trinitarios descalzos” como
Orden independiente. En España
fundó 8 conventos masculinos y uno femenino de clausura, poniendo
especial interés en mantener viva la entrega solidaria a los cautivos y a los
pobres.
Félix de Valois (+1212 con 86 años) era de la casa de los
Valois y se dedicaba a los ejercicios de caballero y soldado. Podía ser
heredero del trono pero se hizo sacerdote y huyó al desierto donde, a los 70
años, conoció a Juan de Mata que le animó a fundar una Orden para rescatar
cautivos. Fue muy favorecido por la Virgen María. Con Juan de Mata fue
canonizado por Urbano IV 50 años después de fallecido.
Juan de Mata (+1213 con 53 ó 59 años) era hijo de una
familia noble marsellesa, y ya en su niñez pudo conocer en el puerto de
Marsella los daños que los piratas musulmanes causaban a los cristianos. En su
infancia no hacía falta que nadie le despertase para ir a Misa los domingos. De
joven era estudiante y aficionado a la equitación y natación sin descuidar la
oración y la atención a los pobres. Muchas veces al día pedía al Señor conocer
su voluntad.
Ya sacerdote, dice una leyenda
que celebrando en París su primera Misa, el 28 de enero de 1193, tuvo la
inspiración divina de fundar la Orden de los Trinitarios para la redención de
los cautivos. Lo hizo con Félix de Valois. A Inocencio III le costó aprobarla
pues no quería nuevas fundaciones pero la aprobó el 17 de diciembre de 1198.
Juan ocultó siempre los hechos
extraordinarios de su vida pues lo suyo era pasar oculto y no darse a conocer.
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Monjas trinitarias |
De esta Orden han salido luego
varias femeninas dedicadas a la educación de los jóvenes. Un monje trinitario,
el padre Juan Gil, liberó a Cervantes en 1580 en Argel logrando reunir de su
madre y de su hermana los 500 ducados de oro que exigió el rey de Argel.
La Orden –les decía el Papa Francisco- debe buscar la
santidad en los jóvenes que es “la fuerza de toda nuestra vida religiosa y
también de nuestra acción con los jóvenes: llevarlos a Dios. Ante la tentación
de la resignación, se pide audacia evangélica en la pastoral juvenil y
vocacional para lanzar las redes. Aunque puede que no parezca el momento o la
hora más apropiados”.

"Abran sus hogares y comunidades a los jóvenes,
para que puedan compartir su oración y su fraternidad, pero sobre todo, abran
sus corazones a ellos. Que se sientan amados por lo que son. Sean para los
jóvenes los hermanos mayores con quienes pueden hablar, en quienes pueden
confiar. Escúchenlos, hablen con ellos, hagan discernimiento juntos.
Es necesario ir al encuentro de los jóvenes, no solo a
los que están cerca, sino también a los que están lejos. No se limiten a
aceptar a quienes acudan a ustedes, sino que también vayan al encuentro de
aquellos que se han alejado".
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