divendres, 5 d’abril del 2019

MIRANDO A VICENT FERRER

Parlava en valencià per tota Europa



Cada 5 de abril se conmemora a Vicente Ferrer (†1419 con 69 años) dominico, Patrono de la Comunidad Valenciana que lo celebra el lunes 2º de Pascua aunque también hoy, día 5, los dominicos valencianos celebran misa pontifical en la iglesia a él dedicada y procesión de estandartes hasta su casa natalicia. El día 6 y 7 siguen los actos celebrativos en la catedral y una procesión del Centenario con todas las asociaciones vicentinas portando sus imágenes del “pare Vicent”

Vicent era catedrático de Teología y después de 10 años se fue a Avignon donde recibió el encargo divino de predicar el Evangelio por todo el mundo; el 22 de noviembre de 1399 salía a recorrer caminos, pueblos y ciudades europeas.

No sé cómo hubiera recibido el Concilio Vaticano II pues aunque estaba identificado con la misión de evangelizar, tenía en su metodología alguna cosilla que chirriaba. Por ejemplo, dicen que convirtió a más de 10.000 judíos y una cantidad parecida de musulmanes a la vez que era considerado un fustigador de las costumbres y la gente le llamaba el “ángel del Apocalipsis” pues acostumbraba amenazar con flagelos y tribulaciones e insistía sobre todo en la severidad del juicio de Dios. El pueblo llano le llama “sant Vicent del ditet”.

En enero de este 2019 conocimos la noticia de que en el prefacio del libro “La Biblia de la Amistad”, el Papa Francisco deja por escrito que “tenemos detrás de nosotros diecinueve siglos de anti-judaísmo cristiano, mientras unas pocas décadas de diálogo son poca cosa en comparación. Sin embargo, en estos últimos tiempos muchas cosas han cambiado y otras están cambiando”.

Matanza en Barcelona, 1391

Juan Pablo II le hubiera hecho alguna corrección o sugerencia a Vicent que forma parte de la historia antisemita hispana pues decía que los judíos eran «animales con rabo y que menstrúan como las mujeres». Fue colaborador del pogromo de 1391  pues predicaba “bautismo o muerte”. La masacre anti-judía en Sevilla, que luego se fue extendiendo por la península, venía alimentada por la predicación incitadora del arcediano de Écija. Los seguidores del arcediano se les conocía como “matadores de judíos”. La presión social de los cristianos hizo que muchos judíos aparentasen convertirse para poder vivir en paz.

Juan Pablo II en Tertio milennio adveniente (TMA, 1994) recordaba que “El Concilio, aunque no empleó el tono severo de Juan Bautista -el fustigamiento de Vicent Ferrer no encaja- (…) queriendo ser plenamente fiel a su Maestro (...) Se trata de un Concilio (…) abierto al mundo. Esta apertura ha sido la respuesta evangélica a la reciente evolución del mundo (…) el Concilio Vaticano II marca una época nueva en la vida de la Iglesia” (TMA, 18).

En ningún otro Concilio -seguía diciendo Juan Pablo II- se habló con tanta claridad (…) de la dignidad de la conciencia personal, del principio de libertad religiosa, de las diversas tradiciones culturales dentro de las que la Iglesia lleva a cabo su mandato misionero, de los medios de comunicación social” (TMA, 19). Seguro que Vicent lo entendería a la primera y se corregiría en lo que hiciera falta.

La enorme riqueza de contenidos y el tono nuevo, desconocido antes (…) constituyen casi un anuncio de tiempos nuevos. Los Padres conciliares -sigue diciendo el Papa Wojtyla- han hablado con el lenguaje del Evangelio, con el lenguaje del Sermón de la Montaña y de las Bienaventuranzas” (TMA, 20).

Expulsión de los judíos
Benedicto XVI, glosando a otro dominico, amigo de Vicent Ferrer, Tomás de Aquino, afirmó que “con sabiduría futurista logró instaurar una relación fructífera con el pensamiento árabe y hebreo de su tiempo, al punto de ser considerado un maestro siempre actual de dialogo con otras culturas y religión”. A veces los santos se parecen entre sí como un huevo y una castaña. Y el Papa hoy emérito añadió que para “santo Tomás, todos los hombres, creyentes y no creyentes, están llamados a reconocer las exigencias de la naturaleza humana expresadas en la ley natural” (Aud Gral, 16-VI-2010) por eso no hace falta ni conviene ser agresivos y fustigadores para llevar el Evangelio a las gentes.

Es mejor fustigar poco y confiar más y mejor en las cualidades humanas que Dios concede a cada hombre (varón y mujer) aunque a veces, o con más frecuencia de la deseada, se porten mal como ocurrió en algunos momentos de la historia. Alfonso X "el sabio" en 1250 escribía que entonces, en Viernes Santo, los judíos tenían la costumbre de raptar un niño cristiano y crucificarlo; así fue como Dominguito del Val, con 7 años, murió con el líder judío Mosé Albayucet. Otro niño toledano que corrió la misma suerte es Cristóbal de la Guardia.

Pedro de Arbués, canónigo regular de Zaragoza, Inquisidor general de Aragón con Torquemada, mártir porque los herejes trataron de sobornarlo y como no lo lograron, dispusieron matarlo. Varios de ellos se juntaron con judíos de Zaragoza para atacar al santo cuando fuera a la catedral a orar. Y estando él de rodillas orando, lo asesinaron (14-IX-1485).

Anastasio fue obispo de Antioquía (o sea patriarca) a finales del siglo VI y principios del VII (+609), llamado “el joven”, y fue paseado por la ciudad con cadenas y arrojado al fuego en la revuelta de los judíos sirios que el cristiano emperador de Bizancio Focas (+610 con 63 años) provocó pues quería convertirlos por la fuerza.

En todos lados cuecen habas desde san Melitón de Sardes (†180) pues se sabe que fue el primero que inoculó el virus del antisemitismo en una homilía de Pascua en la que dijo: ¿Por qué, Israel, has cometido esta nueva iniquidad? … has matado al que te había dado la vida. ¿Qué has hecho, Israel?... Oh Israel criminal, ¿por qué has cometido esta inaudita injusticia, arrojando a tu Señor a sufrimientos sin nombre…?

Julián (†690 con 70 años) fue obispo de Toledo cuando el concilio XII toledano, al año de ser prelado, en el que se decretó la persecución de los judíos mandándose confiscar sus bienes y que se guardasen las actas de su abjuración.

Por el contrario, Eladio (†632), arzobispo de Toledo un poco antes que Julián, negoció delicadamente con Sisebuto la ardua cuestión que planteaba la convivencia de judíos y cristianos, fuente diaria de conflictos religiosos y de desorden social.

Pedro “el venerable” (†1156 con 62 años), abad de Cluny cuando ya empezaba la crisis de su Orden monástica que motivó fundar el Císter, prestó atención a judíos y musulmanes e hizo traducir el Corán para conocerlos.

Raimundo de Peñafort (†1275 con 99 años). Dominico colaborador con Pedro Nolasco en la fundación de los “mercedarios”, se dedicó al apostolado con judíos y musulmanes.

La actitud señalada por el Concilio Vaticano II la han impulsado todos los papas postconciliares y hace pocos días Francisco la repetía por enésima vez en su viaje a Marruecos. Aunque se dirigía a los musulmanes marroquíes, se aplica igualmente a los cristianos, a los judíos y a los de las demás religiones. El diálogo no es solamente discutir las teorías de cada religión sino principalmente “colaborar también a que esa fraternidad se haga visible, se haga universal, pues tenemos su fuente en Dios”.

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