divendres, 22 de febrer del 2019

GOBIERNO COLEGIAL DEL PAPA CON LOS OBISPOS

¿Lo nunca visto hasta ahora?



Del 21 al 24 de febrero 2019 Francisco ha convocado a todos los presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo entero. “¡Vaya sorpresa!”, dicen algunos. Nunca visto aunque no debería ser novedad novedosa la colegialidad episcopal y por eso el Papa se salta a la Curia Vaticana (cardenales incluidos) y vuelve a gobernar colegialmente con el colegio apostólico instituido por Cristo mismo. Desde el siglo XVI con el Concilio de Trento (1545-63) hasta el Vaticano II (1963-65) solamente hubo otro, el Vaticano I (1869-70). o sea 3 concilios en 4 siglos y obviamente eso no es colegialidad relegando a los obispos, sucesores de los apóstoles, y marginándolos. Del primer concilio “ecuménico”, el de Nicea en 325 hasta Trento, son 12 siglos y hubo 18 concilios. Más de uno por siglo y es incontable el número de Sínodos episcopales por zonas o por países.

La colegialidad episcopal en el gobierno de la Iglesia no es un invento o capricho actual pues era lo evangélico y lo vivido en los primeros siglos y por toda la comunidad, no solamente el clero y así l@s laic@s participaron en el concilio de Jerusalén del año 50 con Pedro, Pablo, Santiago y alguno más. Luego quedaron apartad@s y desechad@s, como si fueran la peste.

Francisco deja escrito en la carta al Pueblo de Dios (20-VIII-2018): “Es imposible imaginar una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios. Es más, cada vez que hemos intentado suplantar, acallar, ignorar, reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios construimos comunidades, planes, acentuaciones teológicas, espiritualidades y estructuras sin raíces, sin memoria, sin rostro, sin cuerpo, en definitiva, sin vida”.

Francisco, en una homilía matutina (17-IV-2016), afirmaba que la Iglesia (los eclesiásticos) ha estado haciendo de “niñera” de los cristianos, con todo lo que connota esa expresión teniendo a la vista los derechos humanos y de la dignidad de los seres hechos a imagen y semejanza de Dios (…) vienen cuidando “al niño para adormecerlo. Se vuelve una Iglesia adormecida”.

Ya el 16-IV-2015 Francisco advirtió que no solo se adormece a los laicos sino también al mismo Espíritu Santo: Queremos que el Espíritu Santo se adormezca… queremos ‘domesticar’ al Espíritu Santo (…) ¡seguir adelante! Es eso lo que fastidia. La comodidad es mejor (…) Eso continúa hoy en día”.

La colegialidad no está reclamada ni se ha de ver acelerada su urgente resurrección dados los hechos de corrupción que están saltando por la prensa y la tele en el mundo entero aunque exigen prisa para atajar esa conducta nefasta y escandalosa.

Los eclesiásticos “conservadores” no permiten el más mínimo cambio, no aceptan nada nuevo que -para bien- cambie “lo de siempre”, aunque paradójicamente nunca viven “lo de siempre” sino que se aferran a recientes propuestas o inventos suyos y eclesiásticos, incluso aunque sean contrarios a la voluntad de Cristo. En cambio los “progres” reclaman limpiar el polvo acumulado por el camino, desechar lo anticristiano, recuperar la fidelidad al Evangelio que en algún momento se tergiversó, se abolió, se cambió o se suprimió.

Concilio Vaticano II
Ojala ayude a hacerse realidad la colegialidad cristiana con la nueva Constitución Ap “Episcopalis communio” (15-IX-2018) de Francisco dedicada al Sínodo de los obispos que fue un “invento” de Pablo VI (14-IX-1965) poniendo la primera piedra para recuperar lo abolido hacía siglos cuando en los primeros era lo normal. El papa Montini quiso poner patas a la recuperación de la colegialidad decretada por el Espíritu Santo a través del Concilio Vaticano II.

Cuántas veces el papa Francisco lleva denunciando también ese cáncer que es la curia vaticana tal como hacía Benedicto XVI. En la conferencia de prensa realizada en el avión en el que volvía a Roma tras su primer e histórico viaje a África, Francisco recordó que el primero en denunciar la corrupción en la Iglesia fue el Papa emérito Benedicto XVI, cuando todavía era Cardenal Joseph Ratzinger. Recordó que el Viernes Santo del 2005, trece días antes de la muerte de san Juan Pablo II, el entonces Cardenal Ratzinger, que guiaba el Vía Crucis rezado en el Coliseo romano, habló de la suciedad de la Iglesia.

Los cardenales, para trabajar a sus anchas, se desengancharon del Consistorio romano organizándose en las actuales Congregaciones Vaticanas (Santa Sede). No fue hasta Juan XXIII cuando, en bien de la unidad y de la catolicidad, se empezó a ampliar y a reducir el % de italianos que copaban todo el cardenalato.

Los cardenales en la Basílica de san Pedro
El Colegio Cardenalicio había suplantado al Colegio Apostólico apareciendo en la praxis de la Iglesia como una revolución fundada en razones políticas y en el afán de construir un Imperio romano con su antiguo Senado romano. En el siglo VIII se empezó a llamar cardenal a cada sacerdote del clero catedralicio que venía actuando como senado o consejo del obispo de Roma. Juan VIII (872-882) reorganizó ese Consistorio; León IX (1049-1054) les otorgó la facultad exclusiva de elegir Pontífice y luego Alejandro III (1159-1181) haría extensivo a todos ellos, incluso laicos la capacidad de elegir al Sucesor de Pedro pero Pablo VI decretó que ya no hubiera más cardenales laicos sino que todos ellos fuesen obispos.

Es tal la podredumbre que Benedicto XVI se vio desbordado y renunció para dar paso a quien pudiese hacerlo. Joseph Ratzinger fue sucedido por Jorge M. Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, llamado a Roma desde el fin del mundo y quien denunció (24-V-2018) la guerra de poder que hay en la estructura eclesiástica (que no la eclesial) y en el Vaticano donde no se vive la comunión sino que se busca la “carriera”, el ascenso, el poder.

El 10-I-2017 decía en la homilía matutina que “Jesús tenía autoridad porque era humilde, servía a la gente, estaba cerca de las personas y era coherente; al contrario, los Doctores de la Ley se sentían príncipes, enseñaban con una autoridad de tipo clerical, separados de la gente, y que no vivían lo que predicaban (…) tenían una psicología de principios: ‘Nosotros somos los maestros, los príncipes, y nosotros les enseñamos a ustedes. No servicio: nosotros mandamos, ustedes obedecen’. Y Jesús jamás se hizo pasar como un príncipe: siempre era servidor de todos y esto es lo que le daba autoridad (…) quien se siente príncipe tiene “una actitud clerical”, o sea, hipócrita, dice una cosa y hace otra”. En la catequesis del 8-VIII-2018 insistía en la tentación del poder.

En su primera Encíclica escribió el Papa argentino: La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así»” (EvG, 33).

Si pensamos que las cosas no van a cambiar, recordemos que Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive” (EvG, 275).

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