dimarts, 15 de gener del 2019

CRISTIANISMO EN SRI LANKA



Santuario de Ntra Sra de Madhu en Sri Lanka
Cada 16 enero el santoral recuerda a José Vaz (†1711 con 60 años), apóstol de Sri Lanka, sacerdote indio de Goa canonizado por Francisco en enero 2015. Entró en Sri Lanka disfrazado de peón para no ser detenido; trabajó de noche como sacerdote disfrazado. Al final de su vida las conversiones en la isla se contaban como cien mil. Su cuerpo fue honrado por el rey budista y expuesto al público durante 3 días.

En Sri Lanka está el santuario de Ntra Sra de Madhu frecuentado por millares de católicos, budistas e hinduistas y situado en la zona del pasado conflicto bélico entre las fuerzas gubernamentales y los guerrilleros tamiles.

La Vesakh
Las relaciones entre cristianos y budistas van mejorando año tras año y un detalle de amistad es el interés del Vaticano por la festividad de la Vesakh que para ellos es día no laborable. Se celebra en el primer mes del calendario hindú que es el mes lunar budista que cae en abril-mayo y que el budismo mundial, en la conferencia de la World Fellowship of Buddhists (WFB), decidió celebrarla “por todo lo alto”. La ONU también la celebra en su sede y en el resto de sus oficinas.

En ella recuerdan a Siddhartha Gautamá, el Buda, acudiendo a templos y haciendo ofrendas. Se considera que Buda nació, alcanzó la iluminación y también falleció, a los 80 años de edad, en sendos días de Vesakh.

El cardenal Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso cada año suele dirigir a los budistas un mensaje para felicitarles en su fiesta. En 2015 el mensaje era: “Budismo y cristianos, juntos contra la esclavitud moderna” con un texto inspirado en el mensaje del papa Francisco para la Jornada mundial de la paz de 2015, cuyo título era “no esclavos sino hermanos y hermanas”. En 2017 era: “juntos en el camino de la no violenciaporque a menudo algunos “aprovechan la religión para justificar sus actos de violencia y odio”, hasta el intento de “eliminar toda huella y memoria del otro”. En 2018 era “Prevenir y combatir juntos la corrupción”.

La Virgen de Akita
La Virgen de Akita en la isla Honshu de Japón se conoce como la “Fátima de Oriente”. Es una talla en madera obra de Saburo Wakasa, budista japonés y que imita a la Madre de todos los pueblos que se venera en Holanda. María se apareció por tres veces en 1973 a sor Agnes Sasagawa cuando oraba en su convento de las Doncellas de la Santa Eucaristía. Dos años después la imagen de la Virgen empezó a llorar durante 101 veces en 6 años y 8 meses, hasta el 15-IX-1981, fiesta de la Virgen de los Dolores para la liturgia romana. La monja fue curada de sordera y los médicos no saben dar explicación científica adecuada. Después de ocho años de investigación y habiendo consultado con la Santa Sede, los mensajes de Ntra Sra de Akita fueron aprobados por el obispo de la diócesis nipona de Niigata, Mons. John Shojiro Ito. En junio de 1988, Joseph Cardinal Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, impartió el juicio definitivo sobre los eventos y mensajes de Akita, juzgándolos confiables y dignos de fe. A Akita llegan peregrinos de 50 países.

El budismo se ha ido implantando por el mundo sin entrar en conflictos con las religiones autóctonas y no conocen la idea de “guerra santa”, no promueven la conversión forzada ni entienden la palabra “herejía” como algo malo; o sea que no son proselitistas. Hoy día los budistas en el mundo son unos 380 millones, que es la cifra más consensuada por ellos mismos, de los cuales 354 millones viven en Asia. En Europa occidental se calculan que hay unos 20 millones, un 5% de la población.

Como en todas las religiones y sociedades también les han brotado sectas, término que se suele aplicar a cualquier grupo político o religioso que se aparta del sentir tradicional y que toman doctrinalmente una parte por el todo. A veces el sentido es peyorativo por cuanto ellas mismas se consideran al margen de lo institucional e incluso pueden tomar un cariz agresivo y destructor de los otros grupos.

monjes Gelugpa
En el s. XIV Tsongkhapa (+1419 con 62 años) reformó la religión budista tibetana fundando la secta de los Gelugpa, la “Comunidad amarilla”, opuesta a la antigua “Comunidad roja” de Padmasambhada.

La reforma insistía en la disciplina monástica, el celibato de los monjes y el estudio de los textos. Tsongkhapa fundó los grandes monasterios de Sera y de Depung cerca de Lhasa que se convirtieron en ciudades universitarias de enseñanza lamaica con facultades especializadas.

Los mongoles y sus intervenciones militares en el Tibet se añadieron a las luchas intestinas entre grandes clanes y sectas lamaicas y favorecieron el triunfo final de la secta de Tongkhapa en 1637 y la instalación del 5º Dalai-lama como rey del Tibet en Lhasa. Bajo el séptimo Dalai-lama (s. XVIII) se estableció el protectorado chino que duró hasta el final de la dinastía Ts’ing (1912). Después de la influencia indobritánica (1912-45), la China comunista ocupó de nuevo el Tibet tras la 2GM.

La organización teocrática y religiosa del lamaísmo no podía compaginarse con el marxismo chino. El 13º Dalai-lama tuvo que huir y refugiarse en la India con su gobierno mientras los comunistas chinos destruían los monasterios, encarcelaban, mataban o dispersaban a los monjes y utilizaban los edificios como cuarteles.

Hoy día el Dalai-lama ha intentado reconstruir el lamaísmo con los millares de lamas que pudieron escapar y en la India y Europa han creado centros de enseñanza y de trabajo para conservar las tradiciones orales y escritas. En marzo de 2011 el Dali-lama anunciaba su jubilación y su renuncia a ser a la vez el jefe supremo religioso y jefe del Estado Tibet; pidiendo que se cambiara la estructura social del Tibet para democratizarla.

El actual es el 14º Dalai-lama de la historia, Tenzin Gyatso, nacido en julio de 1935 con el nombre de Lhamo Dondhup y quien con 5 años fue proclamado sucesor del fallecido de neumonía el XIII Lama Thubten Gyatso (+1933 con 57 años), conocido como un gran político que introdujo el primer automóvil, el teléfono y la electricidad y supo mantener el Tíbet como nación independiente a pesar de las presiones de la Rusia Imperial, la dinastía Qing y el Imperio británico; además, restauró la disciplina monástica e incrementó el número de legos para evitar el abuso de poder de los monjes.

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