La Inquisición

Para velar por la pureza de la doctrina
Se levantaron a discutir
con Esteban algunos de la sinagoga llamada de los libertos, de los cirenenses y
alejandrinos, con otros de Cilicia y Asia (…) Sobornaron entonces a unos
hombres que dijeron: Nosotros le hemos oído proferir palabras blasfemas
contra Moisés y contra Dios. Amotinaron al pueblo, a los ancianos y a los
escribas, y presentándose de improviso le prendieron y llevaron al Sanedrín
(Act 6, 9-12). Las autoridades religiosas quieren velar por la pureza de su
religión, caiga quien caiga y mientras era condenado a muerte por lapidación,
Saulo disfrutaba y sostenía sus ropas. En 2002 Irán prohibía las lapidaciones
quizá sólo para mejorar su imagen internacional.
También el mismo día está en
el santoral Eutimio, obispo de
Sardes, nacido en Licaonia y educado en Alejandría, fue martirizado en 824 por
orden del iconoclasta emperador griego Miguel que velaba celosamente por la
pureza de su doctrina. Los iconoclastas negaban el culto a los santos y
destruían toda imagen o icono.

La Inquisición
en sí no se constituyó hasta 1231 con el papa Gregorio IX aunque otros opinan
que fue Inocencio III. La pureza de la doctrina se venía vigilando por todo el
colegio apostólico y su metodología de los sínodos provinciales (de varias
diócesis), o sea con la participación activa de los obispos pero llegó un
momento en que les pareció más práctico el centralismo y quitarse
responsabilidades de encima. Así la “Inquisición episcopal” pasó a ser
“Inquisición pontificia.
Puede parecer que ya hubo una
globalización medieval pues también en el siglo XI en el lamaísmo tibetano el Dali-Lama
actuaba con manu militari por medio de una especie de Inquisición, los dop-dop
o monjes-soldados. Así los monasterios se convertían en centros de poder tanto
espiritual como político y militar mientras eran apoyados por importantes
familias nobles.

Restringida
en principio a Alemania y Aragón, la nueva institución inquisitorial entró enseguida
en vigor en el conjunto de la Iglesia, aunque no funcionara por entero o lo
hiciera de forma muy limitada en muchas regiones de Europa.
Con el reconocimiento del
cristianismo como religión estatal en el siglo IV por los emperadores romanos,
los herejes empezaron a ser considerados enemigos del Estado y san Agustín
aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes, aunque la Iglesia
en general desaprobó inicialmente la coacción y los castigos físicos. Pero en
1252 el papa Inocencio IV autorizó la práctica de la tortura para extraer la
verdad de los sospechosos. Hasta entonces este procedimiento había sido ajeno a
la tradición canónica.
San Toribio de Mogrovejo
(+1606 con 68 años), antes de arzobispo de Lima fue consejero de la Inquisición
en Granada. San Pío V (+1572 con 68 años), antes de ser papa, fue Comisario
General de la Inquisición romana (1551) y luego Inquisidor General y Cardenal
(1558). San Juan de Ávila (+1569 con 69 años), por su ascendencia judía, fue
acusado ante la Inquisición y pasó una temporada condenado por sospecha. Los
ejemplos a favor y en contra haría interminable la lista.
El Santo Oficio
Alarmado
por la difusión del protestantismo y por su penetración en Italia, en 1542 el
papa Pablo III estableció en Roma la Congregación de la Inquisición, conocida
también como la Inquisición romana y el Santo Oficio. Mientras la Inquisición
medieval se había centrado en las herejías que ocasionaban desórdenes públicos,
el Santo Oficio se preocupó de la ortodoxia de índole más académica y, sobre
todo, la que aparecía en los escritos de teólogos y eclesiásticos destacados.
El papa Pablo IV en 1555
emprendió una persecución activa de sospechosos, incluidos obispos y cardenales
y publicó el primer Índice de Libros Prohibidos en 1559. En 1965 Pablo VI,
respondiendo a numerosas quejas, reorganizó el Santo Oficio y le puso el nuevo
nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe.

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