Alguien puede creer que los mártires
son cosas del pasado lejano, allá por los tiempos del Imperio romano, cuando
echaban a l@s cristian@s a las fieras.
Juan Pablo II en la Carta apostólica Tertio
millenio adveniente, escribía que «la
Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires. Las persecuciones de
creyentes —sacerdotes, religiosos y laicos— han supuesto una gran siembra de
mártires en varias partes del mundo. El testimonio ofrecido a Cristo hasta el
derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común de católicos,
ortodoxos, anglicanos y protestantes, como revelaba ya Pablo VI en la homilía
de la canonización de los mártires ugandeses».
(…) En nuestro siglo han vuelto los mártires, con
frecuencia desconocidos (…) En la medida de lo posible no deben perderse en la
Iglesia sus testimonios y además pedía que al actualizar los martirologios se preste gran atención al reconocimiento de la heroicidad de las
virtudes de los hombres y las mujeres que han realizado su vocación cristiana en
el Matrimonio (TMA 37). Hay mártires que han derramado violentamente
su sangre en un momento de su vida pero la inmensa mayoría de los humanos son mártires
incruentos pero que soportan las flaquezas, indiferencias, impertinencias,
desprecios, olvidos de quienes les rodean y de quienes conviven. También son
heroicos porque lo viven todos los días de su vida, todos los meses de su vida,
todos los años de su vida.
Francisco en 2013 canonizó a Antonio Primaldo y 812 compañeros, mártires
en Otranto (al sur de Italia) en 1480 por negarse a convertirse al Islam
después de que la ciudad cayera en manos de
los otomanos comandados por el visir Gedik Ahmed Pasha.
Cristóbal, Juan y Antonio son niños indígenas mexicanos
canonizados en 2017 también por Francisco. Fueron asesinados en Tlaxcala en
1527-29 por profesar la fe cristiana. Cristóbal murió con 12 años porque no
pudo recuperarse de la paliza y quemaduras que le propinó su padre, pagano y
enfurecido con su hijo cristiano.
Cristóbal de Magallanes y 25
compañeros son mártires mejicanos en 1927 durante la persecución
religiosa en Méjico en la guerra de los “cristeros”. Fueron canonizados por
Juan Pablo II en 2000.
Los mártires en Brasil en
1570 son 40 jesuitas, jóvenes universitarios que navegaban como misioneros a
América; su barco fue asaltado por piratas enemigos de la fe; fueron echados al
mar a golpe de espada y de lanza; sólo se salvó el cocinero que los piratas se
reservaron para su servicio. También se cuentan otros tres jesuitas de Uruguay,
Paraguay y Argentina, mártires en 1628; después de incendiar las
reducciones, tiraron sus cuerpos a las llamas.
Juan de Brebeuf, Isaac Jogues y
compañeros, mártires canadienses entre 1642 y 1649, jesuitas franceses
que fueron víctimas de la crueldad y rivalidad entre las tribus
irreconciliables de hurones, iroqueses y algonquinos, supersticiosos, violentos
y caníbales.
Pablo Miki y 25 compañeros son mártires
en Japón en 1597, con el emperador Toyotomi Hideyoshi, y fueron
crucificados en Nagasaki. Hideyoshi,
se propuso la conquista de Corea, cambió su actitud benévola para con los
cristianos y publicó un decreto de expulsión de los misioneros extranjeros por
motivos antiespañoles y anti-occidentales a los 50 años después de morir san
Fco Xavier, cuando eran unos 300 mil los cristianos japoneses.
Lorenzo Ruiz y 15 compañeros
filipinos son mártires en Japón en 1633-37. Cincuenta años después de
morir san Francisco Javier, los cristianos japoneses eran unos 300 mil y fueron
probados con 6 persecuciones entre 1597 y
1629. Fueron canonizados por Juan Pablo II en 1987.
Agustín Zhao Rong y 119
compañeros son mártires en China durante las persecuciones entre 1648 y
1930, incluidos los habidos con la revolución de los “bóxers”, xenófobos contra
la religión extranjera y el invasor, en la que hubo 30.000 católicos
asesinados.
Juan de Britto y compañeros
jesuitas, mártires en la India en 1693. Juan (con 46 años) fue
decapitado en Urgur y su cuerpo fue pasto de las fieras. En el s XIX hubo otra
persecución con más de cien mil mártires.
Jerónimo Hermosilla y 115 compañeros
dominicos son mártires en Vietnam en 1857 y 1862 con la persecución de
Yu-Duk. Entre 1883 y 1885 hubo algunos millares más de mártires mientras en la
India fueron más de cien mil.
Andrés Kim Tae-gon, Pablo Chong y
otros 101 compañeros, son mártires en Corea (s XIX), canonizados por
Juan Pablo II en 1984.
Carlos Lwanga y 21 compañeros, son
los mártires en Uganda en 1885-87, primicias de un centenar de mártires
cristianos (católicos y anglicanos), víctimas de la ira del rey Mwanga que no
soportó el que se negaran a sus propuestas de pederastia. Canonizados por Pablo
VI en 1964 como un gesto ecuménico.
Además de esos grupos hay mártires
individualizados como:
Ifigenia de san
Mateo, beata, mártir de la Revolución Francesa en 1794. Era monja del
monasterio de la Adoración Perpetua del Stmo Sacramento y fue guillotinada.
Carlota de la Resurrección
Thouret, beata, monja, mártir de la
Revolución francesa en 1794, guillotinada en París siendo carmelita descalzada;
subió al cadalso cantando, ejecutada también junto con otras quince compañeras.
A ellas se suman otros 64 religiosos beatificados por Juan Pablo II en
1995, todos ellos mueren entre 1794 y 95. El 18 de agosto también se conmemoran
a otros 547 mártires religiosos, víctimas de los castigos propinados en ese
momento trágico de Francia.
María
de san Ignacio (Claudine)
Thévenet, religiosa fundadora de las RR de Jesús-María (+1837 con 63
años). Cuando estalló la Revolución francesa tenía 15 años y al ejecutar a sus
dos hermanos, matados por represalia en la caída de Lyon (1794) se le grabaron
en el corazón sus últimas palabras: “Glady,
perdona como nosotros perdonamos”.
Ignacio, general del ejército polaco, murió
asesinado por los nazis en el campo de concentración de Dora-Nordhausen, en
1945. Era hermano de Mª Úrsula de Jesús, religiosa fundadora de las Ursulinas del Sdo Corazón de Jesús Agonizante (+1939
con 74 años).
Restituta Kafka, beatificada en Viena por Juan Pablo II en
1998, era franciscana de la Caridad Cristiana, es mártir decapitada con los
nazis en 1943 con 49 años. Era enfermera y fue encarcelada por negarse a quitar
los crucifijos de las salas del Hospital de Mödling.
Edith Stein, Teresa
Benedicta de la Cruz,
filósofa, carmelita, mártir en Auschwitz en 1942,
ejecutada con gas a sus 51 años. Era simplemente el nº 44.070. Juan Pablo II la
canonizó en 1998 y la nombró co-patrona de Europa con otras dos.
Pierre Claverie, Obispo de Orán, Argelia, dominico asesinado el 1 de agosto
de 1996 con 58 años, y de otros 18 religiosos y religiosas de Argelia,
asesinados por terroristas islámicos, entre los que están los 7 monjes
trapenses del monasterio de Tibhirine. El Monasterio de
Ntra Sra del Atlas, fundado en 1938 en la localidad argelina de Tibhirine, fue
el escenario de uno de los episodios más sangrientos de la guerra civil
argelina en la década de los 90 del siglo XX. Los grupos
terroristas islamistas habían emprendido una campaña contra los extranjeros
residentes en el país.
Aprendió árabe y se convirtió en un punto de
referencia para temas relacionados con el islam. Fue un hombre de diálogo que
participó en numerosos encuentros entre cristianos y musulmanes, aunque al
mismo tiempo también era crítico con la formalidad con la que se organizaban
las conferencias entre religiones cuando éstas afrontaban los temas de forma
superficial. Decía: “La religión puede desencadenar una de
las peores formas de fanatismo (…) Todas las religiones corren el peligro de
ser utilizadas como instrumento de opresión y alienación. No dejemos que la
lectura literal de los textos sagrados asfixie al Espíritu”.
La lista es “interminable” si se
añaden los mártires de la URSS, de la guerra civil española y otros muchos
acontecimientos del siglo XX y principios del XXI en tantos lugares del planeta
Tierra.
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