Rezar igual que el comer o el
respirar.

Cada
19 la memoria litúrgica es para Juan de Brebeuf, Isaac Jogues y compañeros, jesuitas franceses, mártires canadienses (†1642-49)
que llevaron el Evangelio a aquellas tierras del “nuevo mundo” porque el
mensaje cristiano es universal. Evangelizaron a los indígenas de las tribus
belicosas de hurones, iroqueses y algonquinos; y por enfrentarse con la
superstición, la violencia y el canibalismo, fueron víctimas de la crueldad y
rivalidad entre esas tribus irreconciliables.
Cada
penúltimo domingo de octubre se celebra el Domund,
la Jornada por la evangelización de los pueblos. Fue un invento de Paulina
Jaricot (†1862 con 63 años) y se le ocurrió un día al llegar cansada a su casa;
se fue a la cocina para charlar con la sirvienta a la que pidió le contara algo
ameno a cambio de ayudarla a terminar lo que estaba haciendo. Paulina de joven
se divertía siendo coquetona; un día en una fiesta resbaló con sus tacones
altos en una escalera y del golpe se quedó muda y con traumatismo craneal
grave. Su madre rezó y pidió a Dios que se la llevara a ella y dejara a su
hija. Dios la escuchó y una vez sanada, con un grupo de 10 amigas recogía dinero
para enviar a las misiones. Su hermano sacerdote cogió la idea y la difundió
entre sus amigos párrocos. En 1882 León XIII extendió al mundo entero la
jornada anual del Domund.
La experiencia histórica enseña que los hombres de buena voluntad, de todos los
tiempos, de todas las razas, de todas las culturas, han debido rezar, cada uno
a su manera, pues es una actividad humana necesaria e imprescindible como el
respirar, el comer y el dormir. No todos comen lo mismo ni todos duermen las
mismas horas ni siquiera a lo largo de su vida, etc.
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Hinduistas |
En el Oriente antiguo y lejano, las religiones aparecieron
como lógico desarrollo de las “primitivas” pero por razones externas,
organizativas y cultuales por la acusada influencia de la evolución
socio-política que hace que la religión tienda a hacerse nacional. Así el
hinduismo, brahmanismo, sintoísmo, taoísmo y confucionismo.
Las religiones de la cuenca mesopotámica, de los sumerios
y asirio-babilonios, tenían cierta uniformidad en el matiz imperialista de su
concepción: los dioses eran tenidos por grandes reyes y señores ante los cuales
los hombres son vasallos o esclavos. Esta concepción facilita el desarrollo del
culto y de los grandes templos. La oración se hacía sobre todo oficial, externa
y organizada, pasando a un segundo plano en la vida del creyente y como complemento
del sacrificio. Era presidida por un sacerdote y el pueblo asistente quedaba
relegado a mero espectador que solo decía “amén”, lleno de reverencia y temor.
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Peruanos |
A través de documentos arqueológicos
puede asegurarse la elevada religiosidad de los antiguos egipcios en los que aparecen profundos sentimientos
de arrepentimiento, de temor y de amor a la divinidad. Encontramos incluso una dimensión
mística de la oración personal, la contemplativa en silencio, que convive con los
ritos oficiales se encuentren entremezcladas la religión y la magia.
La documentación histórica
permite conocer hoy la religión de los hititas,
que formaron un Imperio antes de la invasión de los frigios y de otros pueblos.
Su religión parece una síntesis de las precedentes creencias y cultos de los
aborígenes, y sus dioses recuerdan a los grandes señores de la cuenca
mesopotámica, pero con un panteón más reducido. El sentido del pecado y de la
culpabilidad personal y colectiva arrancaba preces penitenciales de elevado
nivel religioso.
En la costa oriental mediterránea, los
diversos reinos cananeos pre-hebreos y los antiguos fenicios, desarrollaron una
religión típicamente agrícola. La Arqueología ha descubierto innumerables
monumentos y documentos que enseñan que esas religiones se centraban en el
misterio de la fertilidad y de los ciclos agrícolas, siendo fundamental el
sacrificio de animales, vegetales y hasta de niños. El diario contacto con los
hebreos después de conquistar Canaán, hace verosímil el influjo literario de
algunas de esas plegarias cananeas en los salmos de la Biblia.
La mayoría de los pueblos
“primitivos” eran monoteístas y muchos eran aparentemente politeístas ya que
concebían un solo Dios Supremo y verdadero.
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Monjes budistas |
Mazdeísmo, judaísmo e islamismo son en sentido estricto las religiones monoteístas pues adoran al Dios único, ser personal, creador de lo visible e invisible, todopoderoso,
providente, infinitamente sabio y bueno que premia y castiga a sus criaturas
inteligentes, según una justicia y misericordia incontestables. La oración en
estas religiones monoteístas brota necesariamente con el culto salvo en el Islam que es muy reducido.
En el mazdeísmo, el Dios del cielo y de la
tierra (Ahura-Mazda) se revela por su profeta y sacerdote Zoroastro cuyos
cantos y sermones (gatha) se recogen, como en un ritual, en la Yasua, que forma parte del Avesta. Son oraciones de gran
elevación y finura religiosa en las que se pide por necesidades diversas y se
suplica por los bienes religiosos, morales, por el bien del prójimo y del
mundo, por los moribundos y por los difuntos.
Las autoridades religiosas del pueblo judío no aceptaron a Jesús como el Mesías e Hijo de Dios y veían que se
hacía igual a Dios, lo cual fue la causa de que los dirigentes de Israel le
crucificaran ya que para ellos era una blasfemia merecedora de tal suerte ya
que dos no pueden ser Dios.
Tras la destrucción del Templo de
Jerusalén y el destierro a Babilonia provocado por Nabucodonosor a finales del
siglo VI aC, apareció la sinagoga como centro para el culto y para la plegaria
judaica. La oración judía es muy reglamentada tanto en horas como en fiestas y
en contenido. El Talmud aconseja la concentración mental (kawwán)
y, en general, la piedad israelita es libre de componer para la devoción
privada. Los hebreos españoles del medievo compusieron las bellísimas piyutím o poesías religiosas.

La oración propiamente dicha se
llama salát y se conoce como dikr el “recuerdo”, oración brevísima o
jaculatoria, para repetir el nombre de Dios (Alláh) junto con alguno de
sus atributos (v. gr.: “Dios es Grande”) y que recitan pasando con la mano las
cuentas de un collar, como los cristianos con el rezo del Rosario. En tiempos
de Mahoma se hacía la salát tres veces al día pero posteriormente se
establecieron los cinco momentos a los que los almuédanos invitan a los fieles
desde lo alto de los alminares de las mezquitas.
La historia de las religiones
puede hoy afirmar que la oración es una constante que se da siempre en todas
las religiones, o sea, en todos los pueblos o culturas, y se ha descubierto que
la dimensión religiosa del hombre es tan esencial como la intelectual o la
sentimental. Sólo en ocasiones excepcionales a lo largo de la historia de la
humanidad han aparecido períodos arreligiosos como el de la decadencia del
Imperio romano y el de la época actual al inicio del tercer milenio. El actual ateísmo en Occidente es algo nunca visto antes.
El prior de Taizé, el hermano Alois; participante en el Sínodo de los jóvenes,
manifestaba que "Muchas personas de diversas confesiones
desean orar juntas".
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