Los
laicos y el clericalismo
Del 3 al 28 de octubre de este 2018 se celebra el Sínodo de y con
l@s jóvenes en la XV Asamblea ordinaria de obispos. Por primera vez en la historia
no son l@s adult@s quienes van a hablar sobre l@s jóvenes sino que, gracias a
Dios y al nuevo talante del papa Francisco, se va a dejar que hablan l@s
jóvenes. Algo nunca visto ni oído hasta ahora. También ell@s son el Pueblo de
Dios y si la gráfica de población en la Iglesia es normal (piramidal), son
much@s más que el resto de adult@s y ancian@s.
En Evangelii gaudium del 24-XI-2013, Francisco escribió que “la evangelización es tarea de todo el pueblo de Dios
(…) los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios” (EG 102), lo cual es de cajón pero hasta ahora no se
tenía en cuenta. Una tentación continua para los clérigos como para todos los
hombres de todos los lugares y de todos los tiempos es la de monopolizar la
religión (la que sea), al igual que el petróleo, el agua, el gas, las
medicinas, etc.
En una homilía de la Misa matutina en Santa Marta (17-IV-2013),
comentaba Act 8, 1-8 recordando que tras
la persecución, todos huyeron excepto los apóstoles; se fueron solos, sin
presbítero, sin obispos: solos. Eran simples fieles, apenas bautizados desde hacía
un año o poco más, quizá (…) ¿Que el bautismo sea suficiente para evangelizar?
O esperamos que el cura diga, que el obispo diga…
En un Mensaje para el Encuentro de
responsables de las agregaciones laicales eclesiales y de inspiración cristiana
(8-III-2014), promovido por la Diócesis
de Roma ya había manifestado por escrito que “Los fieles laicos, en virtud del Bautismo, son protagonistas en la obra
de evangelización y promoción humana”.
En la Jornada de apostolado seglar (22-XI-2014), sobre el lema de
“el compromiso de los laicos a la luz de Evangelii
gaudium”, decía: Uno de los retos que tenemos por delante es
la desclericalización del mundo seglar. Lo fácil es reclamar presencia dentro
de la Iglesia —hablamos de participación y corresponsabilidad—; lo difícil es
reclamar presencia dentro de la sociedad. Pero ése es el lugar propio de
seglar.
En la Jornada de estudio dedicada a la “Vocación y
misión de los laicos” (13-XI-2015), llevada a cabo por el Pontificio
Consejo para los Laicos, en colaboración con la Pontificia
Universidad de la Santa Cruz, al cumplirse 50
años del Decreto ''Apostolicam Actuositatem'', el Sucesor
de Pedro envió un
mensaje al Cardenal Stanislaw Rylko, Presidente de ese
Pontificio Consejo, y a todos los participantes del evento en
el que, entre otras cosas, escribía: “el
Concilio no considera a los laicos como si fueran miembros de segundo
orden, al servicio de la jerarquía o simples ejecutores de las
órdenes superiores sino como discípulos de Cristo, que, en virtud
de su bautismo y de su inclusión natural en el mundo, están llamados a animar
cualquier entorno, cualquier actividad y relación humana con el espíritu del
Evangelio”.
En Filadelfia (25-IX-2015) también ya había dicho poco antes que “Los
laicos y las mujeres tienen en sus manos el futuro de la Iglesia. Sabemos que
el futuro de la Iglesia, en una sociedad que cambia rápidamente, reclama ya
desde ahora una participación de los laicos mucho más activa (…) todo cristiano, hombre o mujer, en virtud
del bautismo, ha recibido una misión (…) uno de los grandes desafíos de la
Iglesia en este momento es fomentar en todos los fieles el sentido de la
responsabilidad personal en la misión de la Iglesia y capacitarlos para que
puedan cumplir con tal responsabilidad”.
En el encuentro de la Comisión para América
Latina y el Caribe (26-IV-2016), Asamblea
donde se debatió sobre "la participación pública del laicado en la vida
de nuestros pueblos", el papa Francisco volvió a recordar que “no es el pastor el que le dice al laico lo
que tiene que hacer o decir; ellos lo saben tanto o mejor que nosotros. Muchas veces hemos caído en la tentación de pensar que
el laico comprometido es aquel que trabaja en las obras de la
Iglesia y/o en las cosas de la parroquia o de la diócesis y se ha reflexionado
poco sobre cómo acompañar a un bautizado en su vida pública y cotidiana”.
¡Nos hace bien recordar
que la Iglesia no es una élite de los sacerdotes, de los consagrados, de los
obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios. Y olvidarnos de
esto,
advierte Francisco, acarrea varios
riesgos y deformaciones”.
“No se puede reflexionar el tema del laicado ignorando
una de las deformaciones más fuertes que América Latina tiene que enfrentar:
el clericalismo. Esta actitud –advierte el Santo Padre– no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una
tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo
puso en el corazón de nuestra gente.
El llamado C9 anunciaba (12-XII-2015) la creación del Dicasterio
de “laicos, familia y vida” que se supone que ha de servir para poner patas a
esos deseos que tiene el Papa porque son los del Espíritu Santo manifestados en
el Concilio Vaticano II. Hasta ahora simplemente se han escrito cosas en el
Código de Derecho Canónico (CIC) y en el Catecismo de la Iglesia, cosas muy
interesantes pero que no apunta al 100% de la vocación y misión de los laicos,
que son el 97% de los miembros de la Iglesia.
El CIC regula la capacidad de los laicos para formar parte de
consejos (c 228), para cooperar en la potestad de régimen (c 129), para enseñar
ciencias sagradas (cc 230-231), ser catequistas (cc 776 y 1064), ser ecónomos
de diócesis y para administrar bienes eclesiales (cc 494 y 1282), para
colaborar en el poder judicial como jueces diocesanos, auditores de causas,
defensores del vínculo (cc 1421, 1424, 1428 y 1434), etc. todo dentro de la
sociedad eclesial. Nada legislado o regulado para su tarea propia y específica
de ser sal de la tierra, luz del mundo o levadura para fermentar toda la masa.
L@s laic@s aunque tienen todo el derecho y el deber de sacar
también la Iglesia adelante que no es solo cosa de curas, monjas y papas. Los
laicos han de sacar adelante los asuntos temporales colaborando codo con codo
con los demás ciudadanos, sin discriminación de sexo, raza o religión, para
sacar este mundo adelante.
“Es imposible imaginar una conversión
del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del
Pueblo de Dios” acaba
de escribir en la Carta al Pueblo de Dios con motivo de los abusos de sexo,
conciencia y poder en tantos clérigos y consagrados. Denuncia en la Carta el
que se haya “intentado suplantar,
acallar, ignorar, reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios (…) El clericalismo, favorecido sea por los propios sacerdotes
como por los laicos (…) ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy
denunciamos. Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de
clericalismo”.
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