Acuerdo provisional entre el
Vaticano y el gobierno chino
El pasado 2-II-2018 colgué un post
comentando la noticia que entonces saltó de que, tras más de 70 años recientes
de conflicto, los Estados de China y del Vaticano estaban a punto de restablecer
sus relaciones diplomáticas y poder consensuar el nombramiento de obispos
católicos y, en la práctica, culminar la plena
comunión entre la
Iglesia "patriótica" y la "clandestina".
Queridos hermanos en el
episcopado, sacerdotes, personas consagradas y todos los fieles de la Iglesia
católica en China (…) En este momento resuenan en mi interior las palabras con
las que mi venerado Predecesor os exhortaba en la Carta del 27 de mayo de 2007: «Iglesia católica en China, pequeña grey
presente y operante en la vastedad de un inmenso Pueblo que camina en la
historia, ¡cómo resuenan alentadoras y provocadoras para ti las palabras de
Jesús: “No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros
el Reino” (Lc 12, 32)! Por tanto, “alumbre así vuestra
luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro a
Padre que está en el cielo” (Mt 5, 16)» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27
mayo 2007, 5).
1. En los últimos tiempos, han
circulado muchas voces opuestas sobre el presente y, especialmente, sobre el
futuro de la comunidad católica en China. Soy consciente de que semejante
torbellino de opiniones y consideraciones habrá provocado mucha confusión,
originando en muchos corazones sentimientos encontrados. En algunos, surgen
dudas y perplejidad; otros, tienen la sensación de que han sido abandonados por
la Santa Sede (…) En otros muchos, en cambio, predominan expectativas y
reflexiones positivas (…) a causa de un testimonio fecundo de la fe en tierra
china.
2. Por mi parte, siempre he
considerado a China como una tierra llena de grandes oportunidades, y al Pueblo
chino como artífice y protector de un patrimonio inestimable de cultura y
sabiduría, que se ha ido acrisolando resistiendo a las adversidades e
integrando las diferencias, y que tomó contacto, no por casualidad, desde
tiempos remotos con el mensaje cristiano. Como decía con gran sutileza el P.
Mateo Ricci, S.J., desafiándonos a vivir la virtud de la confianza, «antes de establecer una amistad, se
necesita observar; después de tenerla, se necesita confianza mutua» (De
Amicitia, 7).

(…) para
la Iglesia, dentro y fuera de China, no se trata solo de adherirse a valores
humanos, sino de responder a una vocación espiritual: salir de sí misma para
abrazar «el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de
nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos» (Conc. Ecum.
Vat. II, Const. ap. Gaudium et spes, 1), así como los desafíos del
presente que Dios le confía.
3. (…) ante el Señor y con
serenidad de juicio, en continuidad con las directrices de mis Predecesores
inmediatos, he decidido conceder la reconciliación a los siete restantes
obispos “oficiales” ordenados sin mandato pontificio y, habiendo remitido toda
sanción canónica relativa, readmitirlos a la plena comunión eclesial. Al mismo
tiempo, les pido a ellos que manifiesten, a través de gestos concretos y
visibles, la restablecida unidad con la Sede Apostólica y con las Iglesias
dispersas por el mundo, y que se mantengan fieles a pesar de las dificultades.
9. Queridos hermanos y hermanas
de la Iglesia universal: todos debemos reconocer como uno de los signos de
nuestro tiempo lo que está sucediendo hoy en la vida de la Iglesia en China.
Tenemos una tarea importante: acompañar con la oración fervorosa y la amistad
fraterna a nuestros hermanos y hermanas en China. De hecho, ellos deben
experimentar que no están solos en el camino que en este momento se abre ante
ellos.

Madre
del cielo, escucha la voz de tus hijos, que humildemente invocan tu nombre. Virgen
de la esperanza, a ti confiamos el camino de los creyentes en la noble tierra
de China (…) Madre de la Iglesia, te consagramos el presente y el futuro de las
familias y de nuestras comunidades (…) Consoladora de los afligidos, nos
dirigimos a ti para que seas refugio de los que lloran en la hora de la prueba.
Vela sobre tus hijos que alaban tu nombre, haz que lleven juntos el anuncio del
Evangelio.
(…) María,
Auxilio de los cristianos, te pedimos para China días de bendición y de paz.
Amén.
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