dijous, 2 d’agost del 2018

MIRANDO A SAN BENITO

Uno de los 6 patron@s de Europa



Benito (+547 con 67 años) fue el iniciador del monacato occidental fundando la Orden benedictina en tiempos del papa san Hormisdas (+523) quien fue elegido siendo diácono romano, casado y con un hijo que sería luego el papa Silverio.

Benito fundó doce monasterios independientes, sin centralizarlos en una Orden monacal. Era la nueva evangelización de entonces. Se le tiene como “nuestro padre san Benito” aunque el abad es considerado el primero entre iguales.

Estudió en la Roma decadente de los godos y del naciente poder de los papas. Asqueado, se retiró a los montes Abruzos, a 50 km al este de Roma. Luego se estableció en Montecasino, entre Roma y Nápoles. Pablo VI le nombró Patrono de Europa en 1964, y Juan Pablo II en 1995 le asoció a los santos Cirilo y Metodio. Luego, nombró a tres mujeres para equilibrar el patrocinio: Brígida de Suecia, Catalina de Siena y Edith Stein.

Su Orden lo celebra el 21 marzo, el primer día de la primavera.

Pipino "el breve"
Benito (+821 con 71 años), fue abad benedictino de Aniano, severo cuya mentalidad no le sobrevivió. Era hijo de los condes godos de Magalona, antes de monje estaba al servicio de Pipino el breve y Carlomagno.
Fue quien unificó los monasterios benedictinos creando la Regla llamada “milicia divina”, basada en “ora et labora” y que en la posteridad fue copiada para otros muchos monasterios y Órdenes religiosas de hábito negro. La Regla de san Benito dio pie a la creación del Rosario pues obligaba a rezar cada semana todos los 150 salmos y hacia el año 800, para los que no sabían leer se institucionalizó rezar primero 150 padrenuestros y con el tiempo 150 avemarías que en 1365 se dividieron en 15 decenas añadiendo un Padrenuestro al inicio de cada una.

Ardón Esmaragdo (+843), fue compañero de san Benito de Aniano de quien fue biógrafo.
Equicio (+571) fue compañero de san Benito y extendió el monacato por la región de Valeria en la Umbría.
Plácido, uno de los discípulos predilectos de san Benito junto con Mauro, y fue martirizado por el pirata sarraceno Manuca.
Mauro (+583 con 72 años) fue abad en Anjou y san Benito lo consideraba como el mejor de sus discípulos y al morir, Mauro fue designado su sucesor como superior de la Orden Benedictina. En Praga hay un relicario suyo que comparte con reliquias de san Juan Bautista desde el siglo XIII.
Escolástica con su hermano Benito
Escolástica (+547 con 63 años), era la hermana de san Benito, con quien se veía una vez al año. Se consagró a Dios desde la infancia. Gemelos biológica y espiritualmente, imitando el estilo de su hermano, inició las “benedictinas”. Están enterrados juntos en Subiaco.
Aigulfo (+675 con 50 años) monje de Lerins, martirizado por monjes descontentos y no por los sarracenos, encontró los cuerpos de san Benito y sta Escolástica y los trasladó a Francia y, según fuentes no muy sensatas, a hombros los llevaron al monasterio de Lerins, llamado posteriormente saint-Benoît sur Loire.
Román, abad de Auxerre, sirvió a san Benito en la cueva.
Sabino (+566), obispo de Canosa en la Apulia, fue miembro de la embajada que el papa san Agapito envió a Constantinopla. Tuvo amistad con san Benito al que visitaba en Montecasino.
Víctor (+554), obispo de Capua, sucesor de san Germán, parece que se relacionó con san Benito. En su sepulcro se le llama "varón esclarecido".
San Benito vio volar al cielo el alma de san Germán (+540), obispo de Capua, elegido obispo siendo solitario, penitente. Fue legado del papa Horsmidas para firmar la paz con el emperador oriental Justino I.

Ha llamado mucho la atención el que el sucesor de Juan Pablo II, Joseph Ratzinger, eligiera el nombre de Benedicto, en honor de san Benito.

Según las profecías del monje irlandés san Malaquías (+1148), escritas en 1143 -aunque publicadas en 1595 en “El árbol de la vida” del benedictino Arnoldo de Wion-, sería el penúltimo de los 111 papas descritos desde Celestino II. La divisa de quien precede a Pedro II, que se le tenía por el último papa y por tanto con él era el fin del mundo es “De gloriae olivae”, que ha de ser el que siga a Juan Pablo II si se le atribuye la divisa “De laborens solis” que puede traducirse como "el trabajo del sol".
La divisa “De gloriae olivae” puede significar “la gloria de los olivos” y precisamente el pueblo llamaba “los oliveros” a los benedictinos ya que llenaron Europa de ese árbol tan fantástico. Benedicto, hoy papa emérito, vive retirado como un monje benedictino, dedicado solamente al “ora et labora”.

El Papa Pedro II es el último de la lista de Malaquías. Con Francisco no ha venido el fin del mundo pero el sucesor del emérito Benedicto XVI, recién elegido, desde el balcón tradicional en el Vaticano, saludó al mundo diciendo que los cardenales habían elegido obispo de Roma a uno llegado del fin del mundo. Jorge M Bergoglio era Arzobispo de Buenos Aires. Y con él sí parece que efectivamente acaba una etapa de la historia de la Iglesia y empieza una nueva.

Como Benito es Patrón de Europa, supongo que estará velando para que sean realidad los planes de Juan Pablo II. En 2003 escribió la Ex. Ap. postsinodal ECCLESIA IN EUROPA donde dejaba escrito:
«Mirando a Cristo, los pueblos europeos podrán hallar sentido a la vida.

(…) Hoy hay aspectos de la sociedad europea contemporánea que son un reto a la capacidad que tienen las mujeres. La Iglesia espera de las mujeres una aportación vivificadora para una nueva oleada de esperanza. La Iglesia no deja de alzar su voz para denunciar las injusticias y violencias cometidas contra las mujeres, en cualquier lugar y circunstancia que ocurran.

(…) La actual situación cultural y religiosa de Europa exige la presencia de católicos adultos en la fe que les permita enfrentarse críticamente con la cultura actual (…) incidir eficazmente en los ámbitos culturales, económicos, sociales y políticos (…) En la tarea de la «nueva evangelización», es necesario también que se establezca un diálogo interreligioso profundo e inteligente, en particular con el hebraísmo y el islamismo.

(…) A ti, Iglesia de Cristo que vives en Europa (…) Que seas la Iglesia de las bienaventuranzas (…) artífice de paz (…) favoreciendo en toda circunstancia el diálogo y el respeto recíproco.

(…) En las relaciones con los poderes públicos, la Iglesia no pide volver a formas de Estado confesional. Al mismo tiempo, deplora todo tipo de laicismo ideológico o separación hostil entre las instituciones civiles y las confesiones religiosas.

(…) Es necesaria una presencia de cristianos, adecuadamente formados y competentes, en las diversas instancias e Instituciones europeas, para contribuir a delinear una convivencia europea cada vez más respetuosa de cada hombre y cada mujer».

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