La mujer
en los planes de Dios

No
existe la generación espontánea por eso hay testimonios escritos de que en ello
ya creían los primeros cristianos. En Occidente la fiesta de la Asunción fue
introducida por el papa san Sergio (+701) que determinó entonces que se celebrasen
4 fiestas marianas: Anunciación, Asunción, Natividad y Purificación.
En
el Oriente cristiano en vez de la Asunción dicen la Dormición como testimonia
en el siglo I Dionisio el areopagita (discípulo de san Pablo) y Epifanio de
Chipre en el siglo IV. Ellos afirman que María no murió, se durmió en el Señor,
y con esta fiesta se cierra el año bizantino, iniciado el 8 de septiembre,
fiesta del cumpleaños de la Virgen María.
El 15 de agosto de 2004 Juan Pablo II devolvía a la
iglesia ortodoxa rusa el icono “Madre de Rusia”, de la Basílica de la Virgen de
Kazan, en St. Petersburgo. El papa Wojtyla dijo que ese icono había llegado
providencialmente a la casa del Papa y durante esos 10 años había rezado mucho
ante él pidiendo la deseada unidad de los cristianos.

El papa Francisco reclama una "teología de la mujer", que
elimine estereotipos ofensivos. “Hay
–dijo el Papa- muchos estereotipos, a
veces incluso ofensivos,
contra la mujer, que inspira el mal, como tentadora. Pero hay espacio para una
teología de la mujer, que sea signo de esta bendición de Dios para ella y para
su generación". Era en una Audiencia
General (16-IX-2015), la última dedicada a la familia antes del
Sínodo de obispos sobre la familia. Gandhi decía que llamar a la mujer "el sexo débil" es una blasfemia.
Cuán degradada debe estar la realidad eclesial y la
Teología para que se tenga que reclamar tal cosa pues a día de hoy la mujer no
pinta nada, es como si no existiese.

Juan Pablo II hizo referencias al papel de la mujer en la Iglesia y en el
mundo y les escribió una carta en junio de 1995 y otra en agosto de 1988. Ambos hacían referencia a la dignidad y a la vocación de la
mujer pero sin salirse de los límites encorsetados de la maternidad como única
acción digna a la que están llamadas.
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Santuario de Aparecida |
En
la inauguración de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
y del Caribe, en abril de 2007, en el santuario mariano brasileiro de
Aparecida, el papa Ratzinger quiso recordar que “todavía
hoy persiste una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo,
que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con
respecto al hombre. Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada
y minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer”.
En febrero de 2008 Benedicto XVI también
habló de ellas en el discurso al Congreso Internacional que conmemoraba esa
Carta apostólica de su antecesor sobre “la dignidad de la mujer”. Luego en
marzo de 2009 se refirió a ellas en el discurso un domingo por la tarde en la
parroquia romana de san Antonio de Luanda.
La teología de la mujer está pendiente de ser escrita pero será muy lamentable que la escribieran varones. Parece llegada la hora de dejar de hablar y de escribir sobre la mujer y dejar que sean ellas las que hablen y escriban. Y evidentemente que luego se las deje llevar a la vida ordinaria todas esas teorías.
La teología de la mujer también tendrá que reconocer
que, dentro de la Iglesia, su femenina misión divina no se agota con las 700
mil monjas (aunque fueran un millón), religiosas o consagradas que hay
actualmente. Son un porcentaje insignificante comparado con el total de mujeres
bautizadas laicas o seglares (como se las quiera llamar), casadas, solteras o
viudas, analfabetas o universitarias, y que rondan unas 650 millones, o sea la
mitad del total de 1.300 millones (aprox) de católicos tal como señala el
Anuario Pontificio.
Seis siglos antes de Cristo, Buda inició el budismo
pero se negaba en rotundo a que hubiera monasterios femeninos. Fue su suegra la
que consiguió “convencerle” ya hacia el final de sus días.
Se reza en el Prefacio de la Misa de esta solemnidad
litúrgica mariana que “desde su
asunción gloriosa a los cielos, sigue mostrando su amor y protección a la
Iglesia que peregrina hacia la vida eterna, hasta que venga el Señor, lleno de
gloria”.

"Tú sí que eres santa, tú eres en todo tiempo salvadora de la especie humana, tú, en tu generosidad, ofreces siempre auxilio a los mortales, tú ofreces a los miserables en aprietos el dulce afecto que puede tener una madre. Ni día ni noche ni momento alguno, por breve que sea, pasa sin que tú lo colmes de tus beneficios" (Apuleyo de Madaura, Metamorfosis).
Es una oración perfectamente válida para rezarla a
la Virgen María, asunta al cielo, madre de Dios y madre nuestra, de cada uno,
de toda la Iglesia, de toda la humanidad.
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