dimarts, 14 d’agost del 2018

MIRANDO A MARÍA, ASUNTA

La mujer en los planes de Dios


Cada 15 de agosto es la llamada “Virgen de agosto” en que se celebra la Asunción de María, asunta, llevada al cielo en cuerpo y alma por los ángeles, que es la verdad de fe católica proclamada dogma por el papa Pío XII en 1950. Al declarar dogma de fe este evento mariano, no se inventaba nada sino que recogía algo creído por todos, en todas partes y siempre, como diría Vicente de Lérins (+445).

No existe la generación espontánea por eso hay testimonios escritos de que en ello ya creían los primeros cristianos. En Occidente la fiesta de la Asunción fue introducida por el papa san Sergio (+701) que determinó entonces que se celebrasen 4 fiestas marianas: Anunciación, Asunción, Natividad y Purificación.

En el Oriente cristiano en vez de la Asunción dicen la Dormición como testimonia en el siglo I Dionisio el areopagita (discípulo de san Pablo) y Epifanio de Chipre en el siglo IV. Ellos afirman que María no murió, se durmió en el Señor, y con esta fiesta se cierra el año bizantino, iniciado el 8 de septiembre, fiesta del cumpleaños de la Virgen María.

El 15 de agosto de 2004 Juan Pablo II devolvía a la iglesia ortodoxa rusa el icono “Madre de Rusia”, de la Basílica de la Virgen de Kazan, en St. Petersburgo. El papa Wojtyla dijo que ese icono había llegado providencialmente a la casa del Papa y durante esos 10 años había rezado mucho ante él pidiendo la deseada unidad de los cristianos.

Un día como hoy, mientras miramos a María, asunta al cielo en cuerpo y alma, aprovechamos la ocasión también para aprender a mirar, con los ojos de Dios, a las otras mujeres, hijas suyas y de María, sus hermanas en Cristo, hechas a su imagen y semejanza.

El papa Francisco reclama una "teología de la mujer", que elimine estereotipos ofensivos. “Hay –dijo el Papa- muchos estereotipos, a veces incluso ofensivos, contra la mujer, que inspira el mal, como tentadora. Pero hay espacio para una teología de la mujer, que sea signo de esta bendición de Dios para ella y para su generación". Era en una Audiencia General (16-IX-2015), la última dedicada a la familia antes del Sínodo de obispos sobre la familia. Gandhi decía que llamar a la mujer "el sexo débil" es una blasfemia.

Cuán degradada debe estar la realidad eclesial y la Teología para que se tenga que reclamar tal cosa pues a día de hoy la mujer no pinta nada, es como si no existiese.

En 2002 nació Aiko, la nieta del emperador japonés Aiko de Hiroito. Por haber nacido mujer, en Japón se abrió un debate acerca de la posibilidad de que pudiera algún día ascender al trono, si es que sus padres no procreaban un varón. Sería la primera mujer después de 2.600 años en ascender al trono japonés. El hijo de Aiko, hoy el emperador Akihito, quiere abdicar pero la Constitución le prohíbe hablar de ello.

Juan Pablo II hizo referencias al papel de la mujer en la Iglesia y en el mundo y les escribió una carta en junio de 1995 y otra en agosto de 1988. Ambos hacían referencia a la dignidad y a la vocación de la mujer pero sin salirse de los límites encorsetados de la maternidad como única acción digna a la que están llamadas.

Santuario  de Aparecida
En la inauguración de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en abril de 2007, en el santuario mariano brasileiro de Aparecida, el papa Ratzinger quiso recordar que “todavía hoy persiste una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo, que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con respecto al hombre. Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer”.

En febrero de 2008 Benedicto XVI también habló de ellas en el discurso al Congreso Internacional que conmemoraba esa Carta apostólica de su antecesor sobre “la dignidad de la mujer”. Luego en marzo de 2009 se refirió a ellas en el discurso un domingo por la tarde en la parroquia romana de san Antonio de Luanda.
 

La teología de la mujer está pendiente de ser escrita pero será muy lamentable que la escribieran varones. Parece llegada la hora de dejar de hablar y de escribir sobre la mujer y dejar que sean ellas las que hablen y escriban. Y evidentemente que luego se las deje llevar a la vida ordinaria todas esas teorías.

La teología de la mujer también tendrá que reconocer que, dentro de la Iglesia, su femenina misión divina no se agota con las 700 mil monjas (aunque fueran un millón), religiosas o consagradas que hay actualmente. Son un porcentaje insignificante comparado con el total de mujeres bautizadas laicas o seglares (como se las quiera llamar), casadas, solteras o viudas, analfabetas o universitarias, y que rondan unas 650 millones, o sea la mitad del total de 1.300 millones (aprox) de católicos tal como señala el Anuario Pontificio.

Seis siglos antes de Cristo, Buda inició el budismo pero se negaba en rotundo a que hubiera monasterios femeninos. Fue su suegra la que consiguió “convencerle” ya hacia el final de sus días. 

Se reza en el Prefacio de la Misa de esta solemnidad litúrgica mariana que “desde su asunción gloriosa a los cielos, sigue mostrando su amor y protección a la Iglesia que peregrina hacia la vida eterna, hasta que venga el Señor, lleno de gloria”.

Benedicto XVI, en una de aquellas catequesis suyas sobre la oración, recordaba la de un romano, citada por un autor del África romana del siglo II después de Cristo, Apuleyo. Cuenta que un creyente se dirige a una divinidad femenina con estas palabras:

"Tú sí que eres santa, tú eres en todo tiempo salvadora de la especie humana, tú, en tu generosidad, ofreces siempre auxilio a los mortales, tú ofreces a los miserables en aprietos el dulce afecto que puede tener una madre. Ni día ni noche ni momento alguno, por breve que sea, pasa sin que tú lo colmes de tus beneficios" (Apuleyo de Madaura, Metamorfosis).

Es una oración perfectamente válida para rezarla a la Virgen María, asunta al cielo, madre de Dios y madre nuestra, de cada uno, de toda la Iglesia, de toda la humanidad.

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