dilluns, 13 d’agost del 2018

DEL CLERICALISMO

Un cáncer en la Iglesia



Una Iglesia cerrada y clerical es un escándalo (…) El clericalismo, el modo de vivir clerical que afecta también a los fieles, es una perversión de la propia Iglesia” dijo Francisco (12-VIII-2018) aprovechando su encuentro con más de 70.000 (setenta mil) jóvenes italian@s en el romano Circo Máximo. Ha sido una cita previa al próximo Sínodo de la juventud en otoño.

Con mucha fuerza y repetidas veces el papa Francisco, para recuperar la vida sacada del Evangelio y mejorar la fidelidad a Cristo, pide desterrar el clericalismo, incrustado hasta la médula.

El 17-I-2018, a los obispos de Chile que había ido a visitarles en su viaje pastoral les recordó que “los laicos no son nuestros peones, ni nuestros empleados. No tienen que repetir como «loros» lo que decimos

Opino que la Jerarquía eclesiástica ha asumido recientemente el admitir los nuevos cambios en los depositarios de poder civil, sus títulos de legitimidad y el modo de acceso a ellos. Han de estar dispuestos a renunciar a su misión en lo temporal. Una vez convencidos que es imposible restaurar las viejas autoridades históricas, no han de buscar utilizar a favor de su misión temporal a los laicos y a los nuevos instrumentos de acción política: prensa, partidos, sindicatos…

Por este peligro clerical, Francisco aprovecha cualquier ocasión para decirlo a todo el mundo aunque tenga que ser delante de un grupo concreto.

Así el 30-III-2017 en una audiencia a los 50 participantes del 138° Capítulo General de la Orden de los Padres Somascos, también conocida como Compañía de los Siervos de los Pobres, advirtió que “el clericalismo es un grave peligro para la Iglesia, uno de los más graves y más fuertes” y les animó a trabajar “«con los laicos»

26 abril 2016, en el encuentro de la Comisión para América Latina y el Caribe, donde se debatió sobre "la participación pública del laicado en la vida de nuestros pueblos", Francisco volvió a recordar la idea subrayando que “no es el pastor el que le dice al laico lo que tiene que hacer o decir, ellos lo saben tanto o mejor que nosotros”.

El clericalismo –advierte el Papa– no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente”.

En la Jornada de apostolado seglar, el 22-XI-2014, sobre “el compromiso de los laicos a la luz de Evangelii gaudium” decía: “Uno de los retos que tenemos por delante es la desclericalización del mundo seglar. Lo fácil es reclamar presencia dentro de la Iglesia —hablamos de participación y corresponsabilidad—; lo difícil es reclamar presencia dentro de la sociedad. Pero ése es el lugar propio de seglar.

Desde los tiempos del Imperio romano con el emperador Teodosio, los obispos han ido dedicándose a hacer política, a estar en los asuntos temporales que es tarea impropia suya y siguen hoy saliendo en los medios de comunicación para dar su opinión personal es política, en economía y demás ámbitos sociales, considerándose la voz de la Iglesia. Entre l@s laic@s hay much@s profesionalmente dedicados a la política pero tienen puesto el bozal. Los laicos estrenan el tercer milenio pisoteados, esclavizados, desechados… por parte del clero.

Obispos de las Antilla con Francisco
En mayo de 2002, Juan Pablo II, recibiendo en “visita ad limina” a los obispos de las Antillas, recordó que se debe “superar la clericalización de los laicos y la laicización de los clérigos”.
        «Una concepción errada de esta complementariedad (la de los laicos y los clérigos) –denunció el papa Wojtyla– ha llevado a veces a una crisis de identidad y de confianza entre los sacerdotes y también a formas de compromiso laico demasiado clericales o demasiado politizadas».

Al clericalismo le pasa lo mismo que al machismo pues clérigo y laico, como varón y mujer, son cosas distintas y a la vez iguales. Hay que poner buena voluntad para dejarlos funcionar en armonía, tal como previó el Creador.

El clericalismo concibe esta vida humana terrenal de un modo extraño al normal pues la verdad verdadera está mirando y aprendiendo del único modelo que es Jesucristo. Por eso el clericalismo supone una pérdida de conciencia sobre las características que Dios ha querido que tenga el tiempo que media entre la Resurrección y la Parusía.

Las actividades temporales y las sociedades humanas tienen elementos (valores) nacidos fuera del ámbito eclesial y del mundo cultural cristiano, de contenido y valor verdaderos porque la naturaleza humana (contra lo que decía Lutero) no está corrompida; por tanto es capaz de verdad y de bien.

La Iglesia no puede repudiar esos elementos (o valores); sólo debe anunciar su relación con el sentido último de la vida humana (la dimensión escatológica). El triunfo de Cristo no es un triunfo de la sociedad eclesiástica que vence al mundo, o sea, a los valores surgidos fuera de su ámbito.

Se cuentan con los dedos de las manos l@s sant@s que a lo largo de los siglos han estado ayudando a l@s laic@s a vivir su misión divina, respetando su idiosincrasia, dejándolos en su sitio y si algún@(s) se descolocaba(n), como a la oveja perdida, salir en su busca y cargarla sobre los hombres.

Creo que es estadísticamente significativo para la Iglesia universal saber que en la Santa Sede trabajan 2.704 personas, de las que 773 son eclesiásticos, 331 religiosos, 1.600 laicos.
        Vivenciolo (†523), obispo de Lyon, siendo abad de Condat, indujo a clérigos y laicos a estar presentes en el concilio de Pau.
        Isidoro (†636 con 76 años), obispo de Sevilla durante 40 años, fundó un colegio para la formación del clero y los laicos.
Juana de Arco
        Juana de Arco (†1431 con 19 años) fue citada por Benedicto XVI proponiéndola como modelo para los laicos que se dedican a la política.
        Tomás Moore (†1535 con 57 años), se le tiene por pionero del apostolado de los laicos. Erasmo decía que era “un hombre completo” y fue nombrado por Juan Pablo II patrono de los políticos.
        Francisco de Sales, obispo de Ginebra, cofundador de las salesas (†1622 con 56 años) animaba a los laicos a santificarse en el mundo.
        Guillermo José Chaminade (†1850 con 89 años), beato, sacerdote, fundó la Congregación de la Inmaculada para que los congregantes vivieran el bautismo con todas sus consecuencias y así recristianizar la sociedad.
Antonio Rosmini (†1855 con 58 años), presbítero beato, fundador del Instituto de la Caridad y las Hermanas de la Providencia rosminianas, tenía una de sus máximas «La llamada universal de todos los cristianos, también los laicos, a la santidad», que el Concilio Vaticano II, repite literalmente. Pablo VI le llamó “profeta”.

La mayor parte de ellos impulsan la actividad de los laicos pero para que hagan lo que ellos les digan, para que se ocupen de cosas eclesiales, pero difícilmente les ayudan a sembrar el Reino en la política, le economía, el arte, la cultura, la música, la informática, y mil actividades más que desarrollamos los humanos para sacar adelante la familia y el mundo que Dios nos ha dado para cultivarlo.

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