Lo
cristiano supone cambios profundos en "los estilos de vida"

“Una Iglesia cerrada y clerical es un
escándalo". "Sin testimonio tenemos
prisionero a Jesús. La Iglesia sin testimonio es sólo humo. El
clericalismo, el modo de vivir clerical que afecta también a los fieles, es una perversión de la propia Iglesia”.

La Tradición, si no es destruida, puede llegar a ser una mínima expresión, lo cual es tan grave como la actitud de los tradicionalistas que hace también mucho daño. De todos modos es muy delicado y difícil ponerse de acuerdo en qué hay que cambiar (para mejorar) y en qué no.

Después de Napoleón, apareció el período
de la Restauración en todos los estados europeos, durante
el cual el Secretario de Estado Vaticano, Consalvi, que tenía toda la confianza
del Pontífice, actuó eludiendo todo compromiso que pudiera
"desvirtuar" la misión de la Iglesia y todo motivo de estar a favor
de las monarquías autoritarias. O sea, dejar las cosas como estaban pues, en
clave eclesiológica, "desvirtuar" la misión de la Iglesia no tiene
nada que ver con lo que dice la Teología; es puro problema político.
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Cardenal Secretario de Estado Consalvi |
León
XIII cogió el
cambio del siglo XIX al XX. Elegido en dos días (20-II-1878) orientó las
relaciones con los Estados por caminos distintos a su predecesor Pío IX, que lo
había profetizado afirmando en su ancianidad que su política era para su tiempo
y que el siguiente debería cambiarla.
Ese Papa leonino invitó a los
católicos franceses (Ralliement) a adherirse al régimen republicano pues en
Francia era un hecho la pérdida de la monarquía católica y el irrevocable el
régimen republicano traído por los liberales al son de la democracia.
Enseñaba a los católicos
franceses a ser buenos católicos siendo buenos republicanos. Ser fiel a la fe
no impide ser un leal ciudadano que lucha constitucionalmente por sus derechos.
Para León XIII era aberrante la opinión de aquellos católicos franceses que
decían que sólo se puede ser católico en el “Ancien Regim”. Así opinaba ese Papa
aunque allí no había un sólo católico republicano; la mayoría, junto con el
clero y las monjas, eran de la derecha radical y León XIII, con su paciencia,
no se doblegó por ser incomprendido por sus hijos franceses pero sembró la
semilla para evitar una guerra civil.

Les dice a l@s jóvenes lo que viene diciendo a tod@s desde que fue elegido Obispo de Roma, traído del “fin del mundo”. “Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra” (Enc. La alegría del Evangelio, 183).
En
la Enc “verde” (Laudato si) recuerda que “ante
todo la humanidad necesita cambiar” (n. 202).
En el n 4 cita al beato Papa
Pablo VI que “habló a la FAO (...)
subrayando la «urgencia y la necesidad de un cambio radical en el
comportamiento de la humanidad»” (Discurso a la FAO, 16 noviembre 1970).
En el n. 5 escribe que san Juan
Pablo II ya proclamó que “toda pretensión
de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida,
los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder
que rigen hoy la sociedad” (Enc. Centesimus
annus, 58).
“Si pensamos que las cosas no van a cambiar, recordemos que Jesucristo
ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo
verdaderamente vive” (EvG, 275).

Al despedir a esa multitud de jóvenes en la plaza de san
Pedro, al día siguiente del encuentro, en el ángelus del domingo (hoy),
insistió (para todos) en que la apatía, la tibieza, es una “actitud contraria el Evangelio y a la
naturaleza de los jóvenes, que son apasionados, dinámicos y valientes”. La
juventud de mente y corazón no tiene nada que ver con la edad biológica.
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