dissabte, 11 d’agost del 2018

AQUELLA EUROPA CRISTIANA MEDIEVAL

Objetivo logrado un 8 de agosto


Otón I (936-73 = 37 años de reinado), hijo de Enrique I (918-36) y Matilde, en un primer momento no quiso ser ungido por el arzobispo de Maguncia pues se creía indigno. Pero era ambicioso y renovador (Ehrhard, IV, 302 ss); así pues, por fin fue coronado en Aquisgrán (8 agosto 936) por el arzobispo de Maguncia que lo exhibió como “el elegido de Dios” y tomando la espada junto al altar, dijo  mientras se la entregaba: “Recibe esta espada para que con ella abatas a todos los enemigos de Cristo, los bárbaros y los malos cristianos, por virtud de la suprema potestad sobre todo el Imperio de los francos que te ha deparado la divina autoridad para la más duradera paz de los cristianos”. Le puso la clámide, los brazaletes, el cetro y el báculo y lo ungiró con el obispo de Koln.

Quince años después, con 40 de edad, el 23 de septiembre de 951, arribaba a Italia con una rutilante comitiva –sus hermanos, su yerno, los arzobispos de Maguncia y Tréveris, entre otros muchos magnates- y entrando sin tropiezo en Pavía se declaró rey de Italia y se unió en matrimonio con la reina Adelaida. Envió una embajada a la corte pontificia para tratar presumiblemente su coronación imperial.

Llevaba la corona imperial, el ritual preparado en Maguncia, y adelantaba al abad de Fulda para que preparase en Roma la recepción. En su nombre se juró que haría todo cuanto fuera necesario para exaltar la Iglesia romana, proteger la vida y honor del Papa, no intervenir sin su voluntad en los asuntos romanos y devolver y defender los territorios del patrimonio de san Pedro. A los dos días de entrar en Roma era coronado (2 febrero 962) en san Pedro. El papa Juan XII prometió a su vez fidelidad al soberano y no apoyar a sus enemigos.

Renació de sus cenizas el Imperio de Carlomagno “renovado” y “trasladado” del ámbito franco al germano con los soberanos del “Sacro Imperio Romano Germánico”. Un año después, Otón depuso a Juan XII, eligió a León VIII que fallecía en marzo de 965 y eligió a Juan XIII, primo (por su madre Teodora) de Alberico. Los antecedentes familiares soliviantaron a la aristocracia romana. Otón volvió a Roma para castigar –con cruel represión y alarde militar- a los instigadores de la insurrección contra el papa.

La Cristiandad, 1ª mitad del 2º milenio

Mientras tanto, la Cristiandad se iba ampliando: por el Oeste avanzaba la reconquista de territorios al Islam; por el Este se fue “cristianizando” Polonia, Rusia, Croacia, Hungría… y países escandinavos.

Gregorio VII
Al cabo de un siglo, el papa Gregorio VII (1020-85) decidió atacar en su raíz el problema de las investiduras y en 1075 prohibió al poder secular -bajo pena de excomunión- dar obispados, lo que provocó la protesta unánime de todos los señores feudales germanos. Lutero no fue un verso suelto.

El Emperador Enrique IV de Alemania le consideró subversivo y revolucionario. Unas semanas después ese Papa redactó 27 tesis sobre su concepción del poder pontificio, llamando la atención dos de ellas: “tiene facultad para deponer a los emperadores” (n. 12) y “puede desligar a los súbditos del juramento de fidelidad prestado a los inicuos” (n. 27). Idea enteramente nueva que apoyaba en su personal interpretación del Evangelio (Jn 21,17 y Mt 16,16-20) discurriendo así: “si la Sede Apostólica tiene facultad para juzgar de las cosas espirituales, con mayor razón la tendrá sobre las temporales, que valen menos. Todo lo que hay dentro de la Iglesia, está debajo del Papa; luego los reyes y emperadores están sometidos al Papa” (cf GER).

El orden establecido en XI a XIII se llama CRISTIANDAD que Le Bras define como “conjunto coherente de tierras gobernadas por principios oficialmente sometidos a la presidencia religiosa del Pontífice romano”.

Gregorio VII
Con la reforma de Gregorio VII se logró la “nueva Cristiandad” por su profunda subordinación al Papado. Gregorio VII, el famoso y discutido Hildebrando (+1085 con 65 años) hizo unas reformas abismalmente distantes de las pre-gregorianas como hicieran León IX, Nicolás II o Alejandro II. Gregorio VII depuso dos veces (1076 y 1080) a Enrique IV.

Ese giro copernicano conllevaba una mutación doctrinal pues en lugar del ideal de huida del mundo e indiferencia ante lo terrenal, Gregorio VII impuso el dominio del mundo (la mala secularidad pues es puro clericalismo) en el nombre de Dios (¿complejo de inferioridad ante el Islamismo?) (cf Ehrhard, V, 193).

En enero de 1076 Enrique convocó en Worms una reunión de obispos alemanes que le apoyaron en lo de cubrir la sede episcopal vacante en Milán y escribieron al Papa una carta que termina así: “Desciende, abandona la silla que has usurpado y que otro venga a ocupar el lugar del bienaventurado Pedro. Yo, Enrique, rey por la gracia de Dios, con todos mis obispos, te digo: Desciende, desciende pues estás condenado para siempre” (cf Ehrhard, V, 342). Gregorio lo destituyó (Cuaresma del 76) y lo excomulgó.

Otro siglo después, en 1198 era papa Inocencio III, otro buen ejemplo de teócrata, que también se sabía por encima del poder temporal y también creía necesario tener total independencia civil y dar más solidez todavía a la Iglesia mediante más poder temporal sobre los poderes temporales. Para ello, volvió a revolucionar la praxis y convirtió en posiciones de derecho lo que venía siendo posiciones de hecho. Por tanto puso toda la Iglesia subordinada a él y él por encima de todo poder temporal (cf Ehrhard, V, 398-399). Declarará que el Papado es totius christianitatis caput et magistra (cf Ehrhard, V, 191); él es el super-emperador.

Luego Inocencio IV proclamó su plenitudo potestatis, su soberanía absoluta en los dominios civiles y eclesiales, radicalizando las posturas. Da la impresión de que sembraban los gérmenes de su propia destrucción, lo cual ocurrió con el francés Felipe el Hermoso y Bonifacio VIII a principios del XIV (cf Ehrhard, V, 197).

Bonifacio VIII
Bonifacio VIII era hombre muy discutido por sus contemporáneos, excelente canonista que resolvió el conflicto de las dos espadas quedándose con ambas en sus manos mientras en el Evangelio leemos: “¡Amigo! ¿a qué vienes?... Pero uno de los que estaban con Jesús -Juan dice que fue Simón Pedro y que hirió a Malco (cf Jn 18,10)- desenvainó la espada y dando un golpe al siervo del pontífice, le cortó una oreja. Entonces Jesús le dijo: ¡Vuelve tu espada a su lugar! Porque todos los que empuñan la espada, a espada morirán ¿O crees que no puedo invocar a mi Padre y me dará al punto más de doce legiones de ángeles?” (Mt 26,50-53). Dijo Jesús a Pedro: Pon la espada en la vaina; el cáliz que me ha dado mi Padre ¿no lo beberé? (Jn 18,11).

Todo el territorio continental europeo era considerado solar cristiano y no importaba la fe en cada europe@; solo importó que se hubiera decretado el cristianismo como religión y política de todo el continente (recuperando, ¡por fin!, lo del Imperio romano con el emperador Teodosio en el siglo IV. 

¿Esas son sus raíces cristianas? En su momento, el entonces cardenal Ratzinger, luego papa Benedicto XVI, vino a decir que aquel cristianismo estaba mal hecho pues fue un barniz exterior para dar una apariencia y no había calado por eso, cuando sopló en poco de viento, todo saltó por los aires.

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