Cada 5 de agosto

También es conocida como
la “Virgen de las Nieves” pues en lo alto del montículo apareció
nieve en la noche del 4 al 5 de agosto siendo los días más calurosos de la
canícula romana, mientras María se apareció en sueños al papa Liberio y a un
matrimonio romano, Juan Patricio y su esposa, nobles, muy ricos y sin hijos que
habían dedicado toda su fortuna para honrar a la Madre de Dios.
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Salus populi romani |
Liberio
(†366) fue elegido Papa cuando se empezaba a
construir la basílica de Santa María la Mayor sobre el perímetro que él mismo
marcó. Como los arrianos eligieron al antipapa Félix II, Liberio fue desterrado a Tracia.
Este Papa “ordenó” diaconisa a Patricia, patrona de Nápoles y nieta de
Constantino.
De manos del papa Liberio, Marcelina (†400), hermana
mayor de san Ambrosio, tomó el velo de virgen consagrada y le acompañó a Milán
para estar a su servicio.
Tras
el concilio de Éfeso (431) que proclamó a María Madre de Dios, esa basílica romana
se dedicó a la Virgen. También se venera como “salvación del pueblo romano” (“salus
populi romani”). Desde el comienzo de su pontificado en octubre de 1978, Juan Pablo II
quiso que una lámpara estuviera encendida día y noche bajo el icono de “salus”
como testimonio de su devoción mariana.

Benedicto
XV mandó colocar una estatua de “reina de la paz” (“Regina pacis”) en agradecimiento
por el final de la 1GM. La Virgen está sentada en un trono como “regina pacis”
y soberana del universo, con un toque de tristeza en su rostro.
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Ntra Sra de África |
El
mismo 5 de agosto también se celebra la fiesta de Nuestra Señora de África, patrona de Ceuta y que en Argel, la
capital, tiene dedicado un santuario mariano con esta advocación. Dos mujeres,
Margarita Bergezio y Anna Cuiquien, francesas, que habían seguido al obispo
Monseñor Pavy, en 1846, para consagrarse a las obras caritativas que había
fundado en Argelia, colocaron una pequeña estatua de la Virgen María sobre un
árbol de olivo. Poco a poco el lugar se convirtió en un centro de peregrinación
de parte de numerosos devotos de la Virgen, de manera que construyeron una
capilla en 1857.
En el siglo IV, a lo largo de toda la costa africana mediterránea, había casi 700 obispados
católicos. San Agustín era argelino. A partir del siglo VII, los musulmanes
impusieron la religión islámica en toda la costa norte africana que da al Mediterráneo y hoy en
Argelia el Islam es la religión de Estado, practicada por el 98% de la
población. En las 4 diócesis argelinas actuales, los católicos son unos 60.000.
El santuario actual, sobre un promontorio que domina el mar y la ciudad de Argel, fue completado en 1872. También los musulmanes, sobre todo las mujeres, llegan de todas partes para rezar delante de la estatua de la Santísima Virgen, llamada en árabe "Lalla Mariam".
La devoción a la Virgen María es una constante en l@s discípul@s de Jesús, desde el primer momento del cristianismo. Con el paso de los siglos, no solo no se ha empequeñecido, sino que, por el contrario, ha ido creciendo cada vez más. La “explosión” de la devoción a María puede verse en el siglo XX.
Pablo VI, en 2 febrero 1974, a la luz del Concilio Vaticano
II que en aquellos momentos se celebraba, escribió la Ex Ap “El culto a María”
(Marialis cultus) en la
que se lee: «Un mejor conocimiento de la misión
de María, se ha transformado en gozosa veneración hacia Ella.
(…)
El culto que la Iglesia universal
rinde hoy a la Santísima Virgen es una derivación, una prolongación y un
incremento incesante del culto que la Iglesia de todos los tiempos le ha
tributado
(…) El
Concilio ha dicho que hay que armonizar los ejercicios piadosos con la
liturgia, no suprimirlos (…) ha denunciado ya de manera autorizada, sea la
exageración de contenidos o de formas que llegan a falsear la doctrina, sea la
estrechez de mente que oscurece la figura y la misión de María; ha denunciado
también… la vana credulidad que sustituye el empeño serio con la fácil
aplicación a prácticas externas solamente; el estéril y pasajero movimiento del
sentimiento, tan ajeno al estilo del Evangelio que exige obras perseverantes y
activas».
Luego
el Papa Montini diría que estábamos en una era mariana, quizá debido al
crecimiento de la devoción de los hombres a Ella y por la cantidad de
apariciones de Ella aquí y allá, a lo largo y a lo ancho del planeta.

(…) El Concilio Vaticano II, siguiendo
la Tradición, ha dado nueva luz sobre el papel de la Madre de Cristo en la vida
de la Iglesia. María “con razón es honrada con especial culto por la
Iglesia. Ya desde los tiempos antiguos es honrada con el título de Madre de
Dios a cuyo amparo los fieles en todos sus peligros y necesidades acuden con
sus súplicas” (Lumen gentium, 66).
(…) La Iglesia ve a la Bienaventurada
Madre de Dios maternalmente presente y partícipe en los múltiples y complejos
problemas que acompañan hoy la vida de los individuos, de las familias y de las
naciones; la ve socorriendo al pueblo cristiano en la lucha incesante entre el
bien y el mal, para que “no caiga” o, si cae, “se levante”».

(…) A su
bondad materna, así como a su pureza y belleza virginal, se dirigen los hombres
de todos los tiempos y de todas las partes del mundo en sus necesidades y
esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia.
Y siempre experimentan (…) el amor inagotable que derrama desde lo más profundo
de su corazón”
(DCE, 42).

(…) María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos” (EvG, 288).
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