Y dos más: en la villa alpina de Laus (Francia)
y en Siluva (Lituania).
Monseñor Henrik Hoser, arzobispo de Varsovia, fue nombrado por el Papa Francisco el pasado 31
de mayo visitador apostólico de la parroquia de Santiago en Medjugorje e hizo su
presencia a finales de julio 2018. Francisco
lo ha enviado porque la curación pastoral exige asegurar
un acompañamiento estable y continuo de esta comunidad parroquial y de
los fieles que vienen aquí en peregrinación. No es enviado para estudiar lo
doctrinal o su autenticidad cuyo informe hizo en su momento el cardenal Ruini y
el Papa dispone de él desde 2015.
A Medjugorje llegan
peregrinos desde lejos, de alrededor de 80 países del mundo; para viajar
tantos kilómetros se necesita tener una motivación firme y decisiva. Pero la
palabra 'lejos' significa también una situación existencial de quienes se han
alejado de Dios, de Cristo, de su Iglesia y de la luz que da sentido a la vida,
para orientarla y darle el propósito vital digno, que vale la pena vivir.
En 1998 el Vaticano dijo que no tenía nada en contra y no prohibía peregrinaciones en privado, a título personal y no grupal. En 2009 repitió lo mismo el Card Puljic. Desde entonces se esperaba que la Santa Sede diera indicaciones y que constituyera una comisión que estudiase los fenómenos. Hay más de 30 mil apariciones y mensajes correspondientes. En este 2018 ya ha dado permiso para la participación de grupos.
Mons. Hoser, en la homilía de la Misa que celebró en julio de
este 2018 en su vista a la parroquia de Bosnia-Herzegovina, planteó la pregunta
fundamental: ¿por qué tanta gente va a Medjugorje todos los años? y dio su respuesta: vienen a encontrarse
con alguien, encontrarse con Dios, encontrarse con Cristo, encontrarse con su
Madre. El camino mariano es el más cierto y seguro. Es el camino del “ese culto sagrado, en el que la culminación
de la sabiduría y la cumbre de la religión se unen y que es, por lo tanto, la
tarea principal del Pueblo de Dios (Exh Ap de Pablo VI, Marialis
cultus)".
Así mismo el arzobispo visitador recordó que el Concilio
Vaticano II enfatiza con fuerza que "las
diversas formas de devoción a la Madre de Dios, que la Iglesia ha aprobado dentro de los límites de la doctrina sana y
ortodoxa, se desarrollan en armónica subordinación al culto que se
presta a Cristo y alrededor de él gravitan como su punto de referencia natural
y necesaria" (Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática sobre
la Iglesia Lumen gentium, 66).
Medjugorje - dijo el visitador apostólico - nos ofrece el
tiempo y el espacio de la gracia divina por la intercesión de la Santísima
Virgen María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, venerada aquí con el
apelativo de 'Reina de la Paz'.
El mundo tiene tanta necesidad de
paz: la paz del corazón de cada uno, la paz en la familia, la
paz social y la paz internacional, tan deseada por todos, especialmente por los
ciudadanos de este país, tan probados por la guerra de los Balcanes. Promover
la paz significa construir una civilización basada en el amor, en la comunión,
en la fraternidad, en la justicia y, por lo tanto, en la paz y la libertad.
Se
dice que la Virgen se aparece desde el 24 de junio de 1981 a seis jóvenes:
Vicka, Marija, Ivan y Jacob a diario hasta 1998; a Mirjana e Ivanka hasta
1985. Se calcula que puede haber acudido a rezar más de 20 millones y son
largas las colas de gentes para confesarse.
El
libro “Saludo y bendigo” editado en
Polonia recoge cien cartas del papa Wojtyla a su amigo el poeta Marek
Skwarnicki quien le ayudó a escribir “Tríptico Romano”. Allí varias veces Juan
Pablo II le dice que cada día está espiritualmente unido a los que rezan en
Medjugorje. A muchos cardenales y obispos les pedía que rezaran por él allí
cuando le comentaban que iban a ese santuario mariano.
Los sucesivos obispos de Mostar, Pavao Zanic (1980-1993) y Ratko Peric
(desde 1993), hayan declarado que las apariciones no son auténticas sino “un fraude“ pero todo parece indicar que hay una pelea por a
apropiación del fenómeno entre los franciscanos de la parroquia y el obispado
que quiere hacerlo suyo.
Se
dice que la Virgen dijo que era la última vez que se aparecerá en la tierra y
dicen que hay 10 secretos sobre el fin del mundo que se revelarán en su
momento. Cada 25 de mes la Virgen se aparece y en 25-XII-2005, con el Niño
Jesús en brazos, el Príncipe de la paz, volvió a insistir en ser sembradores de
paz en este mundo sin paz.
Reina
de la paz ya la llamaba así Pío XII
en 31-X-1942 en la consagración que hizo del mundo al Inmaculado Corazón de
María al clausurarse la solemne celebración en honor de las Apariciones de
Fátima.
Reina de la
Paz es la patrona de Burundi,
advocación de la Virgen en el santuario mariano de Mugera, archidiócesis de
Gitega. En 2011 celebraron el 50 aniv de la consagración del país a la Virgen
cuando en 1961 se preparaba para la independencia y a mucha gente le daba miedo
el cambio político.
Se
dice que cuando el cardenal Ratzinger fue elegido Papa, dejó sobre la mesa de
su despacho de Prefecto de la CDF unos 400 expedientes de peticiones de
aprobaciones de apariciones marianas por todo el planeta Tierra.
Mons.
di Falco recordó que "nadie está
obligado a creer en las apariciones, incluso en aquellas reconocidas
oficialmente; pero si son una ayuda en
nuestra fe y nuestra vida diaria ¿Por qué habría que rechazarlas?"
El
Santuario de Nuestra Señora de Laus atrae unos 120 mil peregrinos al año. El
gran filósofo católico Jean Guitton dijo que este santuario "constituirá
uno de los tesoros más ocultos y poderosos de Europa".
El cardenal Joachim Meisner, arzobispo
de Colonia, fue el enviado especial de Benedicto XVI para las celebraciones del
cuarto centenario de la aparición de la Virgen en Siluva (Lituania) en IX-2008, ya que coincidían con el viaje
apostólico del Papa a Francia para la conmemoración del 150 aniversario de las
apariciones de la Virgen en Lourdes.
Las apariciones de la Virgen tuvieron
lugar en la aldea de Siluva en 1608, doscientos cincuenta años antes que las de
Lourdes. Unos pastorcitos vieron a una hermosa mujer, vestida de blanco y azul
y con un bebé en brazos, envuelta en un suave resplandor, que lloraba
amargamente, y que desapareció de forma repentina.
Posteriormente, la Virgen volvió a
aparecerse llorando ante una muchedumbre encabezada por el pastor calvinista de
Siluva, que había acudido al lugar indicado por los niños.
En el lugar de las apariciones se
encontró un icono de la Virgen de la anterior iglesia católica del pueblo, que
había permanecido oculto durante casi cien años. Tras aquellos hechos, y varias
curaciones milagrosas, después de ochenta años de vigencia del calvinismo, esta
aparición milagrosa devolvió a Lituania a la fe católica.
El milagro fue reconocido a través de
un decreto papal publicado por Pío VI el 17 de agosto de 1775. Siluva se ha
convertido desde entonces en el santuario mariano más importante de Lituania.
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