El 19 de abril 2018 el Papa Francisco recibe a
los monjes de la Confederación Benedictina con motivo del 125° aniversario de
la fundación de la Confederación y del aniversario de la colocación de la primera piedra de la abadía primacial de
San Anselmo en Roma.
Recordó el esfuerzo de León XIII, que en 1893
quiso unir a todos los benedictinos fundando una casa común de estudio y de
oración, aquí en Roma para que los benedictinos de todo el mundo vivieran un
espíritu más profundo de comunión con la Sede de Pedro y entre ellos.
El carisma
benedictino de acogida es muy valioso para la nueva evangelización, y demás, a
los benedictinos se les ha reconocido siempre su compromiso con el ecumenismo y
el diálogo interreligioso.
Muchas casas
benedictinas están libremente afiliadas en 20 congregaciones nacionales o
supra-nacionales. Cada una elige a su abad presidente. Cada año
hay un Sínodo de presidentes y cada cuatro el Congreso de abades, el cual está
compuesto tanto por todos los abades y priores conventuales pertenecientes a
los monasterios miembros de las congregaciones como los que no pertenecen a
ellas. El Congreso de abades elige al abad primado, quien servirá por un
cuatrienio como cabeza representativa y administrativa de la Confederación,
aunque sin jurisdicción directa sobre las congregaciones individuales.
Este equilibrio
entre autonomía y pertenencia es uno de los rasgos distintivos de la
Confederación Benedictina, y trae consigo puntos fuertes y débiles. Una consecuencia
inmediata es que hay una gran diversidad de formas de observancia, incluso
entre casas de la misma congregación, lo que se verifica en la liturgia, en los
horarios, en asuntos pastorales y en el hábito.
Las comunidades de
monjas y hermanas religiosas benedictinas están reunidas en 61 congregaciones y
federaciones asociadas con la Confederación, aunque no son miembros de pleno
derecho.
Los
benedictinos son una Orden religiosa fundada por Benito de Nursia, la primera
institución jurídica para monjes que vivian en monasterios independientes o
autónomos hasta que los de Cluny reformaron las cosas para crear una Orden
centralista y centralizada en manos del Papa.
Benito
(+547 con 67 años), después de tres años de ermitaño, reunió discípulos en
Subiaco y en Monte Cassino, fundando los 12 primeros monasterios benedictinos,
dirigidos cada uno por un abad. La Orden ha ido teniendo bastantes reformas después
de la de Cluny que a su vez fue reformada con la nueva fundación del Císter
como Orden benedictina independiente y que luego se dividió en dos ramas: la Orden del Císter (O. Cist.) y
la Orden Cisterciense de la
Estrecha Observancia
(OCSO), también conocidos como Trapenses, fundados en la abadía de la Trapa, en la baja Normandía.
Su abad, Armand Jean Le Bouthillier de Rancé, encabezó en 1664 una reforma, renunciando a todas las
dispensas autorizadas por la Santa
Sede y retornando a la primitiva observancia, evitando la
relajación que consideraba se estaba produciendo en algunos monasterios
cistercienses. Se les llama también «benedictinos blancos», debido al color de
su hábito, en contraposición a los demás monjes de la Orden de San Benito, a
quienes se llama «benedictinos negros».
Su abad, Armand Jean Le Bouthillier de Rancé, encabezó en 1664 una reforma, renunciando a todas las
dispensas autorizadas por la Santa
Sede y retornando a la primitiva observancia, evitando la
relajación que consideraba se estaba produciendo en algunos monasterios
cistercienses. Se les llama también «benedictinos blancos», debido al color de
su hábito, en contraposición a los demás monjes de la Orden de San Benito, a
quienes se llama «benedictinos negros».
Después de la Revolución
francesa y a partir de 1833, Dom
Prosper Guéranger hizo renacer la orden benedictina en Solesmes, Francia.
Se
supone que la regla benedictina llegó a la Galia por san Mauro en 543, sucesor
de san Benito (+583 con 72 años) y en 595 fueron a evangelizar Inglaterra,
enviados por el papa Gregorio Magno, desde el monasterio de San Andrés en Roma,
el prior, Agustín, y sus compañeros cuarenta.
Germania fue evangelizada por los benedictinos
ingleses, santos Wilibrordo que era obispo de Utrech (+739 con 81 años) y
Bonifacio, obispo de Maguncia (+755 con 75 años) y desde allí se propagó el cristianismo y el monaquismo
benedictino, a Dinamarca, Escandinavia e Islandia.
Los
bohemios y los polacos deben su conversión, respectivamente, a los misioneros
benedictino Adalberto, obispo (el 2º) de Praga (+997 con 41 años) y Casimir (d. 1058), mientras que Baviera y lo que fue el Imperio
Austríaco fueron evangelizados por primera vez por los monjes de la Galia en el
siglo VII, y más tarde por san Bonifacio y sus discípulos.
En
Lituania y el Imperio de Oriente la Regla benedictina no penetró en los
primeros tiempos, y el gran cisma del siglo XI entre Oriente y Occidente
efectivamente impidió cualquier posibilidad de desarrollo en esa dirección.
Los
benedictinos de Brasil Congregation fueron los primeros en establecerse en
aquel país, llegando desde Portugal en 1581.
La
American Casinense Congregation son los benedictinos que por primera vez
llegaron a América del Norte. Probablemente había asentamientos entre los
esquimales de Groenlandia llegados de Islandia, pero debieron desaparecer muy
pronto. En 1493 un monje benedictino de Montserrat, acompañó a Colón en su
viaje de descubrimiento y se convirtió en Vicario apostólico de las Indias
Occidentales, pero permaneció allí poco tiempo y regresó a España. Los
benedictinos se establecieron por primera vez de forma permanente en los
Estados Unidos por Dom Boniface Wimmer, procedente de la Abadía de Metten, en
Baviera.
En 2016, según el
Anuario Pontificio, había en el mundo 6.865 benedictinos, 3.587 (el 52,8%) de
ellos presbíteros y atienden 350 parroquias.
Siguiendo el ejemplo
y la inspiración de Benito de Nursia, han ido apareciendo diversas Órdenes basadas
en la Regla dejada por él, cuyo principio fundamental es Ora et labora, es decir, Oración y Trabajo.
También Benito ha
inspirado movimientos monásticos en las Iglesias reformadas y en los
monasterios ortodoxos occidentales y en la Iglesia católica, además de las
congregaciones de la Confederación, son numerosos los Institutos religiosos
(Órdenes y Congregaciones) masculinos y femeninos, que beben de la legislación
y espiritualidad benedictina.
San
Gregorio Magno afirma que la hermana de san Benito, Escolástica, con una
comunidad de religiosas que se establecieron en un monasterio situado a unos
cinco kilómetros de su abadía de Monte Cassino y quizá fue el primer paso para
fundarse la rama femenina de la Orden.
Las religiosas
profesas a nivel mundial, pasan
de 721.935 en 2010 a 670.320 en 2015, con una disminución relativa del 7,1%. Un % de ellas son las benedictinas.
No todas forman una
única Orden religiosa, están divididas en distintas Congregaciones u Órdenes,
independientes o dependientes de las respectivas ramas masculinas. Los
monasterios que no pertenecen a ninguna de las federaciones o congregaciones
son unos 233 en todo el mundo, con unas 3.958 monjas.
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