dissabte, 24 de febrer del 2018

GRUPOS Y MOVIMIENTOS ECLESIALES (3)

Comunión y Liberación
La Obra de Schoenstatt
La Comunidad de San Egidio
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Comunión y Liberación

Es una Fraternidad reconocida en 1982 por el Consejo Pontificio para los Laicos como asociación laical internacional. Es un movimiento educativo fundado por el sacerdote Luigi Giussani que, aunque tiene su origen en 1954, su forma actual data de 1969 y, formada por unos 100.000 miembros internos de 77 países, tiende a formar personalidades cristianas maduras a partir del don del bautismo.

De su carisma han brotado la asociación eclesial “Memores Domini” y la sociedad de vida apostólica “Fraternidad sacerdotal de los misioneros de san Carlos Borromeo”.

Giussani fallece de Parkinson el 22 de febrero de 2005 con 83 años. El funeral tuvo lugar en la catedral de Milán y la homilía fue del entonces Cardenal Ratzinger que recordó del fundador que en el 68 marchó a Brasil donde encontró la pobreza extrema y la miseria pero no dejó a un lado a Cristo.

“Comunión y Liberación –dijo Ratzinger- nos hace pensar inmediatamente en ese descubrimiento propio de la época moderna, la libertad, y nos hace pensar también en la fórmula de san Ambrosio «Ubi fides est libertas».

El cardenal Biffi –siguió diciendo el que fuera después Benedicto XVI- ha reclamado nuestra atención sobre la casi total coincidencia de esta expresión de san Ambrosio con la fundación de Comunión y Liberación. Subrayando la libertad como don propio de la fe, nos ha dicho también que la libertad, para ser verdadera libertad humana, una libertad en la verdad, tiene necesidad de la comunión. Una libertad aislada, una libertad que sea sólo para el yo, sería una mentira y acabaría destruyendo la comunión humana. La libertad, para ser verdadera y, por tanto, también eficiente, tiene necesidad de la comunión, pero no de cualquier comunión, sino en último extremo de la comunión con la verdad misma, con el amor mismo, con Cristo, con el Dios trinitario. Así se construye una comunidad que crea libertad y proporciona alegría”.


La Obra de Schoenstatt

Es un Movimiento Apostólico de origen evangélico, fundada en 1914 en el monte Tabor por el sacerdote alemán Joseph Kentenich (+1968 con 83 años) que describía el horizonte del movimiento como una “configuración mariana” de la Iglesia y del mundo en Cristo. Ordenado sacerdote en 1910, formó comunidades sacerdotales y laicales y a partir del 26 fundó los diversos Institutos Seculares de Schoenstatt. En el 41, detenido por la Gestapo, fue enviado a Dachau donde consolidó su obra y le dio alcance universal.

En 1964 fueron reconocidas las bases de su Estatuto General. Como epitafio eligió “dilexit Ecclesiam” (amó a la Iglesia). Cuenta con 130 santuarios marianos y 100.000 miembros internos que abogan por el cobijamiento dentro de una cultura no cristiana, en la que están insertos los países de tradición cristiana. La Familia de Schoenstatt es un Movimiento federativo de Institutos Seculares, de Federaciones y Ligas Apostólicas. En la base más amplia está el Movimiento popular y de peregrinos en donde no se asume ningún tipo de compromiso, ni apostólico ni comunitario ni ascético.

En junio de 2020, mientras está en marcha el proceso de beatificación del p. Kentenich, monjas de su Familia le acusan de abusador de poder, de conciencia y de actos sexuales. Ya en 1950 intervino el Vaticano ante denuncias de ese calibre y Pío XII lo expulsó de su trabajo y lo envió a USA pero sus amigos eclesiásticos promovieron desde 1975 su beatificación,

La Comunidad de San Egidio

Fue fundada por Andrea Riccardi en 1968, quien tomó como suya la visión evangélica de Jesús entre los necesitados. Su carisma tiene clara proyección social y quiere acoger al necesitado -que es visto como el mismo Cristo- con calidad. Son 150.000 miembros internos que ya están en 25 países.

El domingo 11 de marzo de 2018 celebraron con el papa Francisco el 50 aniversario de su fundación.

Pero sobre todo es un Movimiento fundamental para la organización eclesial de eventos en pro del ecumenismo y del diálogo interreligioso. En 2009 organizaron la cumbre interreligiosa en Cracovia-Auschwitz, continuando el espíritu de Asís que inauguró Juan Pablo II el 27 octubre 1986. Entre los participantes, se encuentraban Michel Camdessus, antiguo director del Fondo Monetario Internacional; José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, el Gran Duque Henri de Luxemburgo; Yona Metzger, rabino jefe de Israel; el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos; Ahmad Al-Tayyeb, rector de la Universidad Al-Azhar (Egipto); Jean-Arnold de Clermont, presidente de la Conferencia de las Iglesias de Europa (KEK), y el metropolita ortodoxo German del Patriarcado de Moscú. Fueron invitados los jefes de Estado de Costa Rica, Chipre, Albania, Timor Oriental, Polonia y Uganda. La audiencia con Benedicto XVI tras la cumbre interreligiosa, permitió una serie de intercambios sobre los temas del diálogo ecuménico e interreligioso.

También se afrontó la pobreza en el mundo y de la cura del sida en África, a los que la Comunidad de San Egidio ofrece una gran contribución con el programa DREAM asistiendo a 73.000 enfermos en diez países africanos. Datos que el Papa quería conocer directamente con motivo de su viaje pastoral a Camerún.

El 27 diciembre 2009, Benedicto XVI visitó el comedor para los pobres que tienen en Roma los de san Egidio. Tras el saludo de Riccardi, el Papa dijo: Queridos amigos, es para mí una experiencia conmovedora estar con vosotros, estar aquí en la familia de Sant'Egidio, estar con los amigos de Jesús porque Jesús ama precisamente a las personas que sufren, a las personas con dificultades y quiere tenerlos como sus hermanos y hermanas (…) tenéis aquí a alguien que se ocupa de vosotros, aún más, a alguien que ha encontrado aquí a su familia gracias al servicio atento de la Comunidad de Sant'Egidio, que ofrece un signo del amor de Dios por los pobres.

Su frescura evangélica llevó también a San Egidio a “mendigar la paz” por el mundo de modo espontáneo y logrando inauditas experiencias de pacificación. Probadas y firmadas, como la del fin de la guerra de Mozambique en octubre de 1992, o la de las “garantías democráticas” en Albania, en junio de 1997. Y las que permanecen, de un modo o de otro, en Burundi, Palestina o Guatemala.

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