Con san Cirilo y Metodio
como cada 14
de febrero.

Con ese nombramiento, el papa polaco
escribió sobre estos dos hermanos, una Carta apostólica y una Encíclica, ambas
en mayo de 1985. Cirilo murió en 869 en Roma con 42 años y su hermano Metodio
le predicó el funeral y falleció en 885 con 70 años. Fueron enviados a
evangelizar a los eslavos desde Constantinopla, no desde Roma y fue el papa
Adriano II quien los acogió con grandes honores cuando viajaron a Roma y
autorizó la lengua eslava para la liturgia.
El
papa Wojtyla los pone como ejemplo de unidad y diversidad pues ellos le dieron pie para escribir en la
Encíclica “Los apóstoles de los eslavos”: La
catolicidad de la Iglesia, sentida como una sinfonía de las diversas liturgias
en todas las lenguas del mundo, como un coro armonioso desde cualquier punto de
nuestro globo, en cada momento de la historia, corresponde a la visión
teológica y pastoral que inspiró su misión entre los eslavos.

Y dejó escrito que “el cristianismo occidental ha sido vivido -también en lo litúrgico- con
uniformidad, fruto del sentimiento malo de lograr fuerza y compactibilidad.
Ellos no impusieran a los pueblos ni siquiera la indiscutible superioridad de
la lengua griega y de la cultura bizantina, o los usos y comportamientos de la
sociedad más avanzada”.

El papa
Francisco (24-VIII-2017)
habló sobre algunos aspectos
relacionados con el tema de la Semana Litúrgica “Una Liturgia viva para una Iglesia viva”, en el aula Pablo VI para
conmemorar los 70 años del nacimiento del Centro de Acción Litúrgica.

“Aquello
que define la liturgia es la actuación, mediante los santos signos, de
Jesucristo por medio del sacerdote (…) pero también en la proclamación de la
Palabra de Dios, en la asamblea reunida en su nombre”.
“La liturgia la vive el pueblo de la Iglesia al completo. Por
su naturaleza, la liturgia es popular, no clerical, exigiendo una acción por el
pueblo, pero también del pueblo”.

En noviembre de 2017 empezó su catequesis de los
miércoles sobre la Eucaristía y la Misa queriendo, entre otras cosas, recordar que “el Concilio Vaticano
II fue fuertemente animado por el deseo de llevar a los cristianos a comprender
la grandeza de la fe y la belleza del encuentro con Cristo”. Resaltó que “por este motivo era necesario actuar, con
la guía del Espíritu Santo, una adecuada renovación de la Liturgia, porque la
Iglesia continuamente vive de la Liturgia y se renueva gracias a ella”.

Los miércoles de enero ha seguido con su
catequesis sobre la Misa, empezando por los ritos introductorios y el acto
penitencial (…) “Escuchar en silencio la voz de la conciencia
permite reconocer que nuestros pensamientos son distantes de los pensamientos
divinos, que nuestras palabras y nuestras acciones son a menudo mundanas,
guiadas por elecciones contrarias al Evangelio (…) Cada uno confiesa a Dios y a
los hermanos «que ha pecado de pensamiento, palabras, obra y omisión». Sí,
también en omisión (…) no basta con no hacer el mal al prójimo, es necesario
elegir hacer el bien aprovechando las ocasiones para dar buen testimonio de que
somos discípulos de Jesús”.

En otras ocasiones ha ido diciendo cosas a su
estilo, llano, sencillo y que todo el mundo entiende; no habla solo para
expertos teólogos, doctores en Teología quienes ya harán llegar al pueblo
creyente el contenido de sus palabras. La técnica de la cascada.
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