Para
la nueva evangelización
Del
16 al 19 de febrero de 2017 en el Instituto católico de Modesto (California),
se realiza el I Encuentro Regional de Movimientos
Populares de los Estados Unidos, con la participación de más de 600
personas que representan a distintos movimientos de base.
Este
Encuentro continúa con la lucha por los derechos a Tierra,
Techo y Trabajo (las 3T) e
incorpora migraciones y racismo. Además
profundiza en las relaciones y el diálogo entre los movimientos populares
participantes (comprometidos con la dignidad humana, la justicia y la paz) y la
Iglesia católica de los Estados Unidos.
En este
Encuentro se quiere expresar la voluntad del papa Francisco de querer una
Iglesia cercana "a todos los
sectores de nuestra sociedad. Que la luz del amor al prójimo ilumine la Tierra con su brillo
deslumbrante" y pide que "no
miren hacia otro lado, cuando de los más débiles se trata o cuando nos cruzamos
con las víctimas de la "estafa moral" del hipócrita sistema mundial del
"dios dinero".
"Los
heridos están ahí, son una realidad", se queja el pontífice. "El
desempleo es real, la violencia es real, la corrupción es real, la crisis de
identidad es real, el vaciamiento de las democracias es real. Frente a lo cual
todos debemos hacernos samaritanos. Tú
puedes hacerte prójimo de quien se encuentra en la necesidad",
anima el Papa.
Afirmó
que ningún pueblo es criminal ni ninguna religión es terrorista. Todos sabernos
que en cualquier país hay criminales y que en toda religión hay terroristas,
los ha habido y los seguirá habiendo pero son fabas contadas y no hay derecho a encasquillarle el sambenito a ningún colectivo.
Este
encuentro regional es continuidad de los Encuentros Mundiales de Movimientos
Populares (EMMP) impulsados
junto con el papa Francisco y que en la tercera edición, realizada en Roma en
noviembre de 2016, concluyó con el documento de las “Propuestas de Acción
Transformadora”. Participaron de
170 delegados de 65 países
El
Encuentro Regional estuvo convocado por el nuevo Dicasterio para el Servicio
del Desarrollo Humano Integral del Vaticano que preside el cardenal Turkson,
quien pronunció el discurso de apertura. También convocaba la Conferencia
Episcopal de los Estados Unidos y la Red Nacional de PICO (People Improving
Communities through Organizing).
Asisten
y participan en el encuentro, Juan Grabois, argentino,
integrante del movimiento Barrios de Pie y de la Confederación de Trabajadores
de la Economía Popular (CTEP Argentina), y Charo Castelló, española, del
Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC), miembros, a su vez, del
Comité organizador del EMMP en diálogo con el Papa.
En
Brasil, allá por la década de los 60, nacieron las llamadas “comunidades
eclesiales de base” en lugares desfavorecidos y en las favelas. Tienen una
estructura con sabor evangélico pues –como diría san Pablo- no hay distinción
entre varones y mujeres, entre blancos y negros, entre judíos y gentiles, etc.
Nacieron
y crecieron con el espíritu reformador (para mejorar) que el Espíritu proponía
a las iglesias a través del Concilio Vaticano II (clausurado en 1965) y el
CELAM que tuvo lugar en Medellín (en 1968), con la asistencia del papa Pablo VI
y con una decidida opción preferencial por los pobres y un recurrir a las ciencias humanas y sociales para definir
las formas en que debe realizarse esa opción.
Se
les atribuye ser las raíces de la Teología de la Liberación que tantas
sorpresas, disgustos, recelos y anatemas supuso para cierto sector eclesial
(eclesiástico) hasta que Juan Pablo II, sorprendentemente, aprobó los dos (no
uno) decretos de la Congregación para la Doctrina de la Fe que entonces regía
el cardenal Ratzinger. Los dos documentos (Libertatis nuntius y Libertatis conscientia) rompieron esquemas a no pocos pues
aplaudía que la verdadera Teología es de Liberación y describía la verdad
verdadera de esa característica básica y esencial de la misión del Redentor del
hombre, del Verbo hecho carne, de Dios hecho hombre para redimir a la
humanidad, para liberarla del pecado y de la muerte.
Donde las parroquias son débiles, las CCB son evidentemente muy importantes
para el bienestar religioso y social del pueblo. Entre las parroquias y las CCB
puede existir una tensión (saludable) donde las parroquias son –como en la
vieja Europa o en el Occidente cristiano- centros administrativos, dedicadas
casi exclusivamente a lo sacramental y que se viene intentando corregir en
muchos casos. Las CCB, por su parte, son lugares en los que puede hacerse una
experiencia primaria de la comunidad, donde fácilmente puede darse el kerigma del que habla el papa Francisco
en su encíclica Evangelii gaudium (La
alegría del evangelio), o sea el dar a conocer el fundamento del mensaje
cristiano que es el amor infinito de Dios a los hombres, manifestado en Cristo
Jesús.
Pablo
VI por entonces publicó su gran exhortación sobre la
evangelización, en la que advertía frente a las comunidades antijerárquicas,
pero al mismo tiempo daba la bienvenida a las que eran verdaderamente eclesiales,
estableciendo las condiciones bajo las cuales podían realmente ser una
«esperanza para la Iglesia».
Juan Pablo II, en una carta al
episcopado brasileño el 9 de abril de 1986, dejó escrito: "La teología de
la liberación es, no sólo oportuna, sino útil y necesaria". Y en su
exhortación possinodal La vocación y misión de los laicos (1988), propone criterios para
discernir entre los grupos de laicos y para reconocer en ellos la verdadera
eclesialidad con unos criterios que reflejan una eclesiología y un punto de
partida diferentes de los de la mayoría de las CCB.
En 2004 Gerhard
Ludwig Müller que en 2012 fue designado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe, y el padre Gustavo Gutiérrez –uno de los
fundadores de la TL- publicaron el libro en coautoría Pobre y para los pobres.
Müller reconoce que la Teología de la Liberación comenzó en
el Concilio Vaticano II (1962 – 1965),
con la constitución pastoral Gaudium
et Spes (1965), "que contiene una nueva definición de las
relaciones entre la Iglesia y el mundo. La Teología de la Liberación era una
gran aplicación de este documento de la Iglesia a la situación de América
Latina".
La
lucha por los derechos civiles para
los negros de Estados Unidos fue liderada por Martin Luther King (+1968 con 39 años) y en Sudáfrica se desarrolló en la lucha contra el apartheid.
En Asia aparece la teología "minjung" (en coreano: de la masa
popular), y en Filipinas la teología campesina.
La TL tiene
diversas ramas por las diferentes aplicaciones que ofrece la "lucha de
clases", o la noción de "pueblo" que dio lugar a la rama
conocida como Teología del pueblo (de la que dicen los expertos que es la que
vive el papa Francisco), la influencia de las experiencias democráticas
latinoamericanas, el feminismo y las cuestiones de género que
dio lugar a la teología feminista, el racismo, etc.
La
Teología de la Liberación reconoce sin paliativos los derechos del pobre que son
derechos de Dios (Éxodo 22, 21-23, Proverbios 14, 31; 17, 5); Jesucristo ha elegido ser pobre y atender a los
pobres (Santiago 2, 5) y
por tanto es él quien ha hecho la opción preferencial por los pobres para salvar a todos. Jesucristo se identificó con los pobres (Mateo 5, 3) y claramente dijo que quien atiende a un pobre, es a él
mismo a quien está tratando. Él mismo dijo que esa relación será el criterio
principal del Juicio Final (Mateo 25, 31-46).
La TL reconoce
que los pobres son víctimas de un pecado social, un pecado estructural
colectivo, cometido por las estructuras políticas o financieras, de acciones y
omisiones, que promueven y mantienen la opresión, la injusticia y la
explotación. Se trata de un pecado que va más allá de los pecados
individuales y se transforma en una situación de pecado.
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