divendres, 3 de febrer del 2017

LA ORDEN DE MALTA LLAMADA AL ORDEN (1)

Crisis en la Orden militar – religiosa y humanitaria.



El gobierno de la Orden de Malta, en una conferencia de prensa ayer jueves 2 de febrero de 2017 en Roma, señaló que el nombramiento de un delegado pontificio “no es una interferencia en nuestra soberanía” porque “nuestras relaciones soberanas están al servicio de la Iglesia”. Además “la intención del Papa es de reforzar nuestra misión y no de debilitarnos”.

El papa acaba de nombrar delegado pontificio plenipotenciario a Angelo Becciu, el número tres del Vaticano, el Sustituto de la Secretaría de Estado, alineado sin fisuras con Francisco y sus reformas y que cuenta con una gran experiencia en gestión de conflictos. Su objetivo: limpiar la institución y ponerla en total sintonía con Roma.

El gran canciller de la Orden de Malta, Albrecht Boeselager, destituido y repuesto, había declarado que “Esta crisis será algo efímero en nuestra historia si pensamos en la situación migratoria actual y a los miles de inmigrantes en condiciones desesperadas, porque a dos horas de Roma vive gente en tiendas y con temperaturas bajo cero”.

Desestimaba así la polémica que se ha creado en la Orden ante la conducta del órgano de gobierno instigado por el cardenal protector Burke, recientemente nombrado por Francisco, y que conforma el cuarteto de cardenales inmovilistas y fundamentalistas que han arremetido contra el papa, sobre todo con motivo del documento postsinodal “La alegría del amor”. Tachan al papa de hereje y dicen que lo emplazarán a rectificar o a dimitir.

La polémica en torno a la Orden de Malta partió el 14 de diciembre de 2016, cuando el gran Maestre, fray Matthew Festing, con el voto del Soberano Consejo, nombró a John Edward Critien como Gran Canciller interino, destituyendo así a Albrecht Freiherr von Boeselager.

La Orden de Malta y Benedicto XVI
Se dice que el motivo de la destitución era la distribución de preservativos en unos programas humanitarios en países pobres, los cuales fueron suspendidos inmediatamente aunque era más complicado en Birmania y en Myanmar, por eso llevó más tiempo.

La Santa Sede nombró entonces una comisión para profundizar las motivaciones de la destitución, a lo que la Orden se opuso tachando de ingerencia indebida del papa. A continuación, el 25 de enero el Gran Maestre de la Orden de Malta, Frey Matthew Festing, a petición de Francisco, presentó su dimisión y se ha restituido en el cargo al destituido Boeselager.

Festing y Burke
Parece que el papa Francisco, en una carta del pasado 1 de diciembre al cardenal protector de la Orden, Raymond Burke, le ha pedido que se eche a los masones que hay entre los caballeros.

El final de este episodio crítico se perfila con unas próximas elecciones dentro de los tres meses después de la dimisión del gran Maestro Festing, o sea probablemente a mitad de abril.

Como escribí en el post de octubre de 2010, el título oficial es la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de san Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta. Surgió por la conversión de la Orden de los Hospitalarios cuando se instalaron en Malta, retrocediendo del Islam que echaba a los cristianos en 1291. Echados de Jerusalén, retrocedieron a Chipre y más tarde a Rodas hasta que Solimán el magnífico en 1522 sitió Rodas con 200 mil hombres durante seis meses. La Orden capituló y se retiró a Malta, cedida –con otras cuatro islas- por el emperador Carlos I de España y el consentimiento del papa Clemente VII.

A la Orden pertenece el rey Felipe VI de España y su padre D. Juan Carlos. Felipe se reunió con el gran Maestre Festing en la Zarzuela el pasado diciembre. La prensa no se hizo eco pues era secreto de Estado.

Su sede central se encuentra en Roma, en la Via dei Condotti, cerca de la Plaza de España. Ese edificio y el Palacio en el Aventino, una de las 7 colinas de Roma, que funciona como su embajada ante la Santa Sede e Italia, tienen estatuto de extraterritorialidad. La Orden viene a ser un Estado soberano sin territorio y lógicamente no faltan detractores porque opinan que su reconocimiento internacional no es más que un vestigio pintoresco del pasado.

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