dilluns, 26 de setembre del 2016

ECUMENISMO: los uniatas

Sobre los “uniatas” y la unidad de los cristianos



Vista de Chieti
Del reciente 15 al 22 de septiembre la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa se ha reunido en su XVI sesión plenaria. El encuentro tuvo lugar en Italia, Chieti.

Foto de grupo en Amman
Los trabajos de la Comisión estuvieron presididos por el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y del arzobispo de Telmessos Iob (Getcha), del Patriarcado Ecuménico. Participaron también, como en otras ocasiones, dos representantes de cada una de las catorce Iglesias ortodoxas autocéfalas y otros representantes católicos.

La sesión plenaria tuvo como objeto el estudio del documento “Hacia una comprensión común de la sinodalidad y primacía al servicio de la unidad de la Iglesia” redactado en la XIII sesión plenaria de la comisión en Amman, Jordania, del 15 al 23 de septiembre de 2014, y se completó por el Comité de coordinación de la Comisión durante la reunión que se celebró en Roma en 2015.

Su Beatitud Teofilos dando la bienvenida a fr Pierbatistta,
franciscano encargado de la custodia de Tierra Santa
La plenaria en Jordania contó con la participación del Patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, su Beatitud Teofilos III, y la de su Alteza Real el Príncipe Ghazi bin Muhammad de Jordania que se unió a la sesión plenaria del lunes 22 por la tarde. Asimismo estuvieron representados veintitrés miembros católicos y representantes de todas las Iglesias ortodoxas, a excepción del Patriarcado de Bulgaria.

El resultado del encuentro en Chieti de estos días pasados es un acontecimiento histórico pues se ha firmado un acuerdo –aunque no vinculante- sobre el primado del papa; un pacto alcanzado casi por unanimidad. En esta ocasión los ortodoxos rusos no se han levantado de la mesa y se han ido como ocurrió antes, tratándose del mismo peliagudo tema y que Juan Pablo II en 2000 señaló como algo urgente ese cambio del modo de ejercer el primado el obispo de Roma. Para la próxima sesión en 2017 esperan que se resuelva el “fleco” de los "uniatas" que para ellos es como una espina clavada en el corazón.

En junio de este 2016 Francisco recibió en Roma a una Delegación del Patriarcado de Constantinopla. Era la víspera de la fiesta de san Pedro y san Pablo en la que suelen asistir a la misa en honor de estos apóstoles, cabezas de la iglesia en Roma. A su vez para la fiesta ortodoxa de san Andrés, el 30 de noviembre, suelen asistir allí cada año jerarcas católicos en nombre del papa.

Apertura de la puerta santa en san Pablo extramuros
Recordamos otro hecho histórico del 2000 cuando Juan Pablo II, con el Patriarca Atanasio y con once delegados de iglesias ortodoxas, abrieron la puerta santa de san Pablo extramuros, en el Gran Jubileo.

Fue Juan XXIII quien creó el Secretariado para la unión de los cristianos como fruto del Concilio Vaticano II y de su experiencia como Delegado apostólico en Bulgaria, Turquía y Grecia, antes de ser Nuncio en París.

La Comisión mixta fue creada tras el acuerdo entre Demetrios I y Pablo VI en 1975 en su visita a Roma pero no tuvo efectividad práctica alguna ya que nunca fueron nombrados los miembros de la misma. Fue Juan Pablo II que dio el empujón definitivo tras su visita al Fanar en noviembre de 1979. El papa polaco, recién elegido obispo de Roma, decidió viajar a Estambul para saludar al Patriarca Demetrios I en su sede. Se decidió actualizar el viejo compromiso y ambas partes nombraron a sus delegados antes de finalizar aquel año.

Así en 1982 se tuvo sesión plenaria en Munich; en 1987 en Bari, en 1988 en Finlandia, en 1993 en el Líbano para resolver el problema del “uniatismo”, el de los greco-católicos, y el texto que redactaron fue mal interpretado y descuidado por los ortodoxos. Entonces no se presentaron 6 de las 15 iglesias ortodoxas previstas.

El problema con los “uniatas” o la Iglesia greco-católica de rito bizantino, tuvo su origen en 1596, cuando un numeroso grupo de obispos residentes en las actuales naciones de Ucrania, Bielorrusia y Rumania, acordaron desligarse del Patriarcado de Moscú para volver a la obediencia del Papa de Roma.

Durante tres siglos y medio -hasta 1946- vivieron en paz, conservando sus ritos y costumbres litúrgicas, en comunión con la Sede Apostólica Romana, admitidos unas veces y tolerados otras por los poderosos patriarcas de Moscú.

En 1946 Stalin suprimió por decreto la Iglesia greco-católica y entregó sus bienes, iglesias y edificios a la Iglesia ortodoxa rusa.

Cuando el 1 de octubre de 1990 entró en vigor la ley de libertad religiosa promulgada por Gorbachov para toda la URRS, la Iglesia greco-católica volvió a adquirir la personalidad jurídica que ilegítimamente le había sido arrebatada y sus fieles y jerarcas, duramente perseguidos por la dictadura comunista, reclamaron sus templos, sus edificios y sus lugares de culto, surgiendo entonces el conflicto con el Patriarcado de Moscú, que consideraba propios lo que a sus legítimos dueños les había sido arrebatado.

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