Sobre los “uniatas” y la unidad de los cristianos
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Vista de Chieti |
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Foto de grupo en Amman |
La sesión plenaria tuvo como objeto el
estudio del documento “Hacia
una comprensión común de la sinodalidad y primacía al servicio de la unidad de
la Iglesia” redactado en la XIII sesión plenaria de la
comisión en Amman, Jordania, del 15 al 23 de septiembre de 2014, y se completó
por el Comité de coordinación de la Comisión durante la reunión que se celebró
en Roma en 2015.
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Su Beatitud Teofilos dando la bienvenida a fr Pierbatistta, franciscano encargado de la custodia de Tierra Santa |
La plenaria en Jordania contó con la participación del
Patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, su Beatitud Teofilos III, y la de su
Alteza Real el Príncipe Ghazi bin Muhammad de Jordania que se unió a la sesión
plenaria del lunes 22 por la tarde. Asimismo estuvieron representados
veintitrés miembros católicos y representantes de todas las Iglesias ortodoxas,
a excepción del Patriarcado de Bulgaria.
El resultado del encuentro en Chieti de estos días pasados es un
acontecimiento histórico pues se ha firmado un acuerdo –aunque no vinculante-
sobre el primado del papa; un pacto alcanzado casi por unanimidad. En esta
ocasión los ortodoxos rusos no se han levantado de la mesa y se han ido como
ocurrió antes, tratándose del mismo peliagudo tema y que Juan Pablo II en 2000 señaló como algo urgente ese cambio del modo de ejercer el primado el obispo de Roma. Para la próxima sesión en
2017 esperan que se resuelva el “fleco” de los "uniatas" que para ellos es como
una espina clavada en el corazón.
En
junio de este 2016 Francisco recibió en Roma a una Delegación del Patriarcado
de Constantinopla. Era la víspera de la fiesta de san Pedro y san Pablo en la
que suelen asistir a la misa en honor de estos apóstoles, cabezas de la iglesia
en Roma. A su vez para la fiesta ortodoxa de san Andrés, el 30 de noviembre, suelen asistir allí cada año jerarcas católicos en nombre del papa.
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Apertura de la puerta santa en san Pablo extramuros |
Recordamos otro hecho histórico del 2000 cuando Juan Pablo II, con el Patriarca
Atanasio y con once delegados de iglesias ortodoxas, abrieron la puerta santa de
san Pablo extramuros, en el Gran Jubileo.
Fue
Juan XXIII quien creó el Secretariado para la unión de los cristianos como
fruto del Concilio Vaticano II y de su experiencia como Delegado apostólico en
Bulgaria, Turquía y Grecia, antes de ser Nuncio en París.
La Comisión mixta fue creada tras el acuerdo entre Demetrios I y Pablo
VI en 1975 en su visita a Roma pero no tuvo efectividad práctica alguna ya que
nunca fueron nombrados los miembros de la misma. Fue Juan Pablo II que
dio el empujón definitivo tras su visita al Fanar en noviembre de 1979. El
papa polaco, recién elegido obispo de Roma, decidió viajar a Estambul para
saludar al Patriarca Demetrios I en su sede. Se decidió actualizar el viejo
compromiso y ambas partes nombraron a sus delegados antes de finalizar aquel
año.
Así en 1982 se tuvo sesión plenaria en Munich; en 1987 en Bari, en 1988 en Finlandia,
en 1993 en el Líbano para resolver el problema del “uniatismo”, el de los
greco-católicos, y el texto que redactaron fue mal interpretado y descuidado
por los ortodoxos. Entonces no se presentaron 6 de las 15 iglesias ortodoxas
previstas.
El problema con los “uniatas” o la Iglesia greco-católica de rito
bizantino, tuvo su origen en 1596, cuando un numeroso
grupo de obispos residentes en las actuales naciones de Ucrania, Bielorrusia y
Rumania, acordaron desligarse del Patriarcado de Moscú para volver a la
obediencia del Papa de Roma.
Durante tres siglos y medio -hasta 1946- vivieron en paz, conservando
sus ritos y costumbres litúrgicas, en comunión con la Sede Apostólica Romana,
admitidos unas veces y tolerados otras por los poderosos patriarcas de Moscú.
En 1946 Stalin suprimió por decreto la Iglesia greco-católica y entregó
sus bienes, iglesias y edificios a la Iglesia ortodoxa rusa.
Cuando el 1 de octubre de 1990 entró en vigor la ley de libertad
religiosa promulgada por Gorbachov para toda la URRS, la Iglesia greco-católica
volvió a adquirir la personalidad jurídica que ilegítimamente le había sido
arrebatada y sus fieles y jerarcas, duramente perseguidos por la dictadura
comunista, reclamaron sus templos, sus edificios y sus lugares de culto,
surgiendo entonces el conflicto con el Patriarcado de Moscú, que consideraba propios lo
que a sus legítimos dueños les había sido arrebatado.
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