diumenge, 22 d’abril del 2012

OVEJAS PERDIDAS

En busca de las ovejas perdidas



La Fraternidad san Pío X
La iniciativa de los teólogos alemanes

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El buen pastor va en busca de la oveja perdida, tanto a la derecha como a la izquierda. 

No solo debe ir en busca de las de la derecha (lefebvrianos, tradicionalistas anglicanos) sino que también, con la misma caridad, debe ir a por los “progres” de la izquierda.






Fraternidad san Pío X

Fue fundada por monseñor Marcel Lefèbvre que fue el primer arzobispo de Dakar y luego arzobispo de Tulle aunque sólo unos meses pues fue elegido superior general de su Congragación, los Misioneros del Espíritu Santo. Su fraternidad fue erigida en la diócesis de Friburgo en 1970; un año después recibía la aprobación pontificia. Su obra era la respuesta de rebeldía al Concilio Vaticano II; para él, el colmo de los desatinos de los padres conciliares fue la aprobación del Decreto sobre la libertad religiosa. 

Su actitud le llevó a excomulgar al Papa y a todo el episcopado católico; erigió su propio seminario y ordenó a obispos a 4 de sus sacerdotes, lo cual es válido aunque ilícito.

El actual superior general de la Fraternidad, el obispo Bernard Fellay, fue convocado en el Vaticano (14 septiembre 2011) para el primer encuentro tras las entrevistas doctrinales que durante el año anterior habían sostenido en Roma delegaciones de la Santa Sede y de los lefebvrianos. Desde 2009, la Comisión Ecclesia Dei, que se ocupa de la relación con la Fraternidad San Pío X, pasó a formar parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe y su dirección fue asignada a monseñor Guido Pozzo.

Las entrevistas doctrinales buscaban afrontar los puntos del Concilio Vaticano II que no admiten pues representan para ellos una clara traición por la ruptura con la tradición de la Iglesia. Se refieren a una tradición parcial y olvidan que la tradición de la Iglesia es viva, como todas las tradiciones humanas verdaderas.

Luego el Vaticano entregó por escrito a Fellay los protocolos para su estudio de cara al posible acuerdo pero dejando claro los puntos doctrinales para la correcta interpretación del Concilio según la «hermenéutica de la continuidad en la reforma» que Benedicto XVI, en diciembre de 2005, sugirió como la interpretación más auténtica de los textos del Vaticano II. 

Solamente si lograran superar esas dificultades doctrinales, se podría llegar a un acuerdo sobre las propuestas canónicas que resuelvan la situación jurídica para las comunidades lefebvrianas. Se oye hablar de que el Vaticano prevé una estructura de Prelatura personal. Algunas voces sueltas, quizá sin demasiado sentido jurídico de la realidad, tienen ganas de que sea compañera del Opus Dei, hasta ahora la única realidad con ese traje jurídico. Pero lo coherente sería un Ordinariato, una estructura semejante a la ofrecida a los anglicanos. De esta forma, la Fraternidad, que no se dedica a unas tareas pastorales peculiares sino que quiere atender a sus fieles en lo ordinario de su vida eclesial (pastoral, litúrgica, sacramental…), dependería de la Santa Sede (de la Comisión Ecclesia Dei) y podría mantener su estilo sin tener que responder a los obispos de las diócesis. Una Prelatura personal como el Opus Dei no quiere privilegios, leyes particulares, sino que, por fidelidad a su espíritu, desea regirse por las leyes generales de la Iglesia en liturgia, sacramentos, catequesis, etc.

El Papa Ratzinger, con la intención de facilitar el cierre del "mini cisma" lefebvriano, ha dado pasos significativos retirando las excomuniones de 1988 y legalizando en 2007 el anterior rito tridentino de la liturgia eucarística, que lo considera como extraordinario aunque no puede utilizarse otro misal preconciliar que el reformado por Juan XXIII. Es aventurado hacer algún pronóstico, pues dentro de la Fraternidad conviven diferentes sensibilidades y hay una parte que considera difícil llegar a un acuerdo. La soberbia humana empuja al todo o nada y no deja reconocer la parte de razón que pueda tener el contrario, en este caso, el “papa bueno”.

San Efrén, en sus comentarios sobre el Diatésaron, dice: “¿Quién hay capaz, Señor, de penetrar con su mente en una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos… el Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca. Alégrate por lo que has alcanzado sin entristecerte por lo que te queda por alcanzar”.


Iniciativa de los teólogos alemanes

Se tiene por “progres” en la Iglesia a los 143 teólogos alemanes que en febrero de 2012 firmaron el documento reivindicativo “Iglesia 2011: una pertenencia necesaria”. Contiene la convicción de que son necesarias reformas profundas para salir de las estructuras fosilizadas. Estas peticiones recuerdan en muchos aspectos la “Declaración de Colonia” de 1992 y la iniciativa “Somos Iglesia” de 1995. La Facultad teológica más representada entre los firmantes es la de Münster, con 17 teólogos.

La invitación de los obispos al “diálogo” habría suscitado expectativas. Las reivindicaciones pueden resumirse en 6 puntos:
(1) “más estructuras sinodales a todos los niveles de la Iglesia” según el principio “Lo que afecta a todos debe decidirse entre todos”.
(2) estructuras más democráticas, sacerdotes casados y mujeres en el ministerio eclesial.
(3) la constitución de una jurisdicción administrativa, o sea tribunales administrativos.
(4) no excluir a las personas que viven de manera responsable el amor, la fidelidad y la solicitud recíproca en una unión de personas del mismo sexo [parejas homosexuales] o como divorciados vueltos a casar.
(5) En el espíritu de la “reconciliación” habría que ir contra “una moral rigurosa sin misericordia”.
(6) La liturgia vive gracias a la participación activa de todos los fieles y no debería ser unificada de modo centralista.

T. Manfred Hauke profesor ordinario de Patrología y Dogmática en la Facultad de Teología de Lugano y Vicedirector de la Revista Teológica de Lugano, tiene un estudio crítico del mismo. En él dice que hay que dar la razón a los firmantes en que la Iglesia de lengua alemana (como de tantos otros lugares) está atravesando una “crisis profunda”. Por otra parte, muchas sugerencias formuladas por los teólogos firmantes forman parte de esta crisis y –para Hauke- no pueden favorecer la superación de los problemas. Las peticiones contenidas en el memorándum son, en buena parte, peticiones muy conocidas procedentes de los años 60 y 70 del siglo pasado.

El debate público sobre los abusos sexuales es instrumentalizado. Según las estadísticas correspondientes, el porcentaje (deplorable) del abuso sexual por parte de clérigos católicos es mucho más bajo respecto a lo que sucede en estructuras comparables del ámbito secular (p.ej. familias, escuelas, asociaciones deportivas) e incluso de cuanto se sabe de los pastores protestantes en su mayor parte casados.

Los teólogos cometen un “abuso con el abuso” al promover peticiones que seguramente no pueden combatir las causas que se encuentran en la base de los propios abusos. No se dice que hace falta la castidad para una verdadera renovación. No se habla siquiera de la exigencia de la conversión.

En sus propuestas pastorales para con los divorciados vueltos a casar y con las parejas homosexuales, se ve una pérdida de fe y de moral. Los elementos fundamentales de la doctrina apostólica son sacrificados a un pensamiento que quiere estar “al día” de la situación actual.

La petición de quitar la obligación del celibato recuerda las peticiones de la Ilustración tardía. La petición de tener “mujeres en el ministerio apostólico” se dirige contra el origen apostólico de la Iglesia, al menos cuando se entiende “ministerio” en el sentido del sacramento del Orden.

Ciertamente es importante una “participación” de todos los fieles en la vida de la Iglesia. En la Iglesia antigua, también el pueblo creyente, a menudo, tomaba su parte en la elección de los obispos a través de su testimonio y de su consentimiento. Pero para Hauke, aquellos fieles estaban preparados por el testimonio de los mártires en la época de las persecuciones; no era la situación de hoy en la que casi el 90 % de los “católicos” alemanes no va a la misa del domingo y depende casi totalmente de la influencia dominante de los medios de comunicación, los cuales, en su gran mayoría, son decididamente desfavorables a la fe católica.

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