dilluns, 7 de març del 2011

SECTAS EXTRAVAGANTES EN EL CRISTIANISMO




En la humanidad hay sectas desde que el mundo es mundo y en todas las civilizaciones habidas y por haber así que no extraña que también aparezcan en el mundo cristiano. Somos todos de la misma pasta: de barro de la tierra. Algunas tienen el prurito de ser secretas aunque en la actualidad también "mola" la publicidad y el proselitismo. 

El ser humano no solo es un animal racional sino que es un animal espiritual o religioso pues el hecho religioso es innegable, incluso en los ateos. El hombre necesita creer (aunque sea en nada), necesita compartir algo trascendental. Como no se suele distinguir bien los ámbitos religiosos y los políticos, sino que al contrario, se mezclan inseparablemente, la sectas tienen siempre un cariz religioso aunque se dediquen a actividades que no son precisamente rezar.

En toda secta, entendida en el sentido peyorativo, siempre hay un líder que está enfermo, es fanático, que suele autodenominarse gurú, maestro, pastor, reverendo, profeta etc. y por supuesto pretende ejercer un poder divino. El líder es quien lo sabe todo y lo prevé todo, nadie puede dudar de sus afirmaciones, ni de sus escritos o sus órdenes; hasta el hecho más irracional es aceptado sin chistar.

En todo fanático no falta la intolerancia pues no concibe que se le contradiga. No soporta los argumentos del otro porque le obligan a cuestionarse sus creencias y abren fisuras en su bloque monolítico. Por ello prefiere hacer proselitismo y convencer él a otros.


En la Edad Moderna de la Europa cristiana, en híbrida relación con cuestiones políticas, ideológicas o religiosas, con la Ilustración, el deísmo y el racionalismo, brotaron las ramas de la masonería y los diversos movimientos pseudomísticos y ocultistas de ideología teosófica, como la Sociedad Teosófica, que tuvo su auge a fines del siglo XIX en relación también con la masonería.


Esta Sociedad fue fundada por Helena Petrovna Blavataski, Henry Olcott, William Judge y otros, en New York el 17 de noviembre de 1875 para la búsqueda de la sabiduría divina, la sabiduría oculta o espiritual.

No es fácil encontrar el momento exacto del nacimiento de todos estos movimientos masones o esotéricos porque genéticamente, yendo hacia atrás, siempre pueden encontrarse ciertos gérmenes. En un hacia atrás no muy lejano puede suponerse (no sé si sería fácil demostrar) que se han podido originar con cristianos resentidos procedentes de sectas heréticas condenadas por la Inquisición o abolidas por un papa a instancias de algún rey cristiano. 

Además el cristianismo nace directamente entre el pueblo judío en el que ya se daban las sectas o grupos sectarios y no es de extrañar que algunos, por ignorancia o por razones que ellos sabrán, les haya parecido “oportuno” organizarse así: siempre el amor propio, la vanidad y todas esas cosas buscan solución por los mismos derroteros, tanto en el ámbito civil como religioso. El pueblo judío no vivía en una burbuja y su contacto de 400 años con los egipcios y luego más de medio siglo entre los persas dejaría "cierta" huella.


Entre las sectas esotéricas o extravagantes contemporáneas cabe considerar los cismáticos ultraconservadores “viejos católicos” que no aceptaron el Concilio Vaticano I (1864) o los similares lefebrerianos que condenaron el Vaticano II (1964), sobre todo a raíz del documento conciliar sobre la libertad religiosa, aunque también se negaban a reconocer el ecumenismo, la colegialidad y la reforma litúrgica que les parecía protestantizante. De todas maneras es triste que oficialmente y durante tantos siglos no se recordaran tales verdades –la libertad, la colegialidad, etc.-, desde san Pablo, y que sonaran a revolucionarias tales afirmaciones.

Ni “por las llagas de Cristo”, como le dijo Juan Pablo II a Mons Marcel Lefrebe (+1991 con 86 años) en su cercana agonía, se apeó del burro, ni hoy se ve un mínimo de buena voluntad para recuperar la unidad en la diversidad. Era la punta del iceberg de los tradicionalistas y se lanzó a fundar la Hermandad Sacerdotal de san Pío X. Para asegurar su sucesión, ya octogenario, consagró 4 obispos. Recientemente han tenido conversaciones con el Vaticano pero su superior general, Bernard Fellay, ha declarado que es un diálogo de sordos.


Secta estrafalaria son los palmartroyanos y algunos otros que no son más que tristes anécdotas aunque inevitables en el devenir de la historia. Los del Palmar de Troya eran liderados por Clemente Domínguez que se autoproclamó papa Gregorio XVII. La secta se fraguó en esa población cercana a Sevilla donde, desde marzo de 1968 la Virgen se apareció a 4 niñas y allí Clemente y su compañero Manuel Alonso Corral, pareja homosexual, montaron su show. Ambos habían sido expulsados de su trabajo como administrativos en la obra de san Juan de Dios. 

En el 72 recibieron el donativo de 16 millones de pesetas donados por una anciana baronesa y con ello compraron la finca de la Alcaparra, en la que se habían dado las supuestas apariciones.

En 1974 recorrieron Europa y América y encontraron a un obispo vietnamita, profundamente resentido con el Vaticano II, al que convencieron para que ordenara a cinco sacerdotes. Así se fundaba la Orden de los carmelitas de la santa faz. En el 76 los obispos palmartroyanos sufrieron un accidente de tráfico del que solo Clemente resultaba herido, perdiendo los dos ojos que le fueron enucleados. 

Al fallecer Pablo VI, Clemente dijo que el mismo Dios Padre le había nombrado papa con el nombre de Gregorio XVII. Nombró 24 cardenales, instauró a perpetuidad el rito tridentino de la Misa, elevó a los altares miles de personajes como Francisco Franco, José Antonio Primo de Rivera, Carrero Blanco, Calvo Sotelo… y dicen que a Adolf Hitler.

Entre sus extravagancias no podía faltar su concepción distorsionada del milenarismo pues proclaman ser la última y la única Orden que tiene que preparar a la Iglesia y a la humanidad para el fin del mundo con la segunda venida de Cristo (parusía). Tampoco podía faltar el toque de sexualidad o sensualidad pues prohíben estar enfermo y el placer sexual.


En África hay una excepcional proliferación de comunidades religiosas que algunos dicen ser de las llamadas Iglesias cristianas (3,5% anual), pero otros lo asimilan a movimientos abiertamente satánicos. En Nairobi hay una “African Association for the Study of Religión” que intenta estudiar el tema. El grupo de las llamadas “mainstream Churches” reúne iglesias de importación colonial, sin atender a sus diferencias doctrinales o disciplinares. 

De las traídas de Occidente surgió pronto un segundo grupo, las Iglesias africanas independientes o indígenas, fundadas por africanos desencantados con el contraste entre lo que predicaban los misioneros y lo que practicaban sus compatriotas laicos. La mayoría de estas fundaciones no rebasan los límites étnicos y sus miembros son de una misma tribu.


En la década de los 1840, el misionero protestante alemán Ludwig Krapf empezó la traducción de la Biblia al swahili. En 1914 existían traducciones a las lenguas nativas más comunes. Los africanos no tardaron mucho en percatarse de la división de los cristianos pues había misioneros que, en vez de colaborar, se hacían la guerra unos a otros. De modo que concluyeron que si ellos lo hacían, los africanos por qué no. Salvo en algunos intelectuales, en general la verdad no es muy decisiva para estos pueblos, que prefieren el colorido y lo ruidoso. 

Algunas de estas iglesias hacen servicios litúrgicos de hasta 16 horas, a veces duran toda la noche. Cuando pueden, compran potentes altavoces para que todos oigan los servicios en un radio de 2 kilómetros a la redonda.

Los grupos cismáticos vieron su iglesia independiente como un refugio seguro para la comunidad, donde sentirse en casa. Los gobiernos coloniales las prohibieron hasta 1958, cuando les dieron licencia para operar, siempre que no se entrometieran en asuntos políticos.

El continente africano se está convirtiendo en terreno abonado para predicadores que prometan una vida mejor. En la segunda mitad de siglo XX ha habido un boom de iglesias evangélicas y curativas cuyos predicadores prometen salud y riquezas en premio a la devoción. Es la “Teología de la Prosperidad” que intenta captar a los pobres y desplazados. 

Según Stephen Jubwe, profesor de Sociología y Antropología de la Universidad de Monrovia, “lo que está buscando la gente es el milagro. Y lo quieren aquí, no en la otra vida”. por su parte Hubert Van Beek, del Consejo Mundial de las Iglesias decía que “Ni las iglesias independientes ni las mainstream Churches están siendo capaces de enfrentarse a los principales problemas económicos y sociales”.


Los grandes cataclismos sociales hacen rebrotar la búsqueda de Dios, como ocurrió tras la guerra de Biafra entre 1967 y 1970, o en Liberia donde la guerra civil (1970-77) dejó más de 200.000 muertos, 1 millón de desplazados y el país en ruinas.

El Consejo Mundial de las Iglesias acoge con recelo el modo de actuar de estos tipos de comunidades y pocas iglesias independientes pertenecen a esta institución. Silvia Opoku, de 25 años, estudiante de Filosofía en Ghana, acudió a una iglesia independiente, pero acabó desilusionada. Según decía en Time, “te prometen fe ya. Te prometen que tus negocios serán prósperos ya. Todo es al instante. Pero Dios no obra así. No es una máquina de café”.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada