dilluns, 14 de març del 2011

SECTAS EN EL JUDAISMO

Los macabeos
Los esenios
Los fariseos
Los saduceos
Otras sectas
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Los judíos son los hermanos mayores de los creyentes monteistas y como en todos lados cuecen habas, es bueno conocer su historia y su experiencia para, aparte de conocerles mejor, tener los cristianos una referencia a posibles imitaciones.

En el Nuevo Testamento se habla de varias sectas entre los judíos con las que se encontró Jesús de Nazaret,que era judío, lo mismo que todos sus iniciales discípulo, como la de los fariseos, la de los saduceos o los sicarios de quienes da testimonio el mismo Tribuno de Jerusalén que, en lengua griega, interroga a Pablo por si es el líder de los 4.000 que se escondieron en el desierto (cf Act 21,38).

También en tiempos de Jesucristo estaba en vigor la secta de los zelotes, en hebreo qanna y en arameo qan^annayya y los evangelios narran que uno de los doce apóstoles pertenecía a ella: era el otro Simón, no Pedro, llamado el zelotes (Lc 6,15 y Act 1,13) o el cananeo (Mc 3,18; Mt 10,4), traduciendo al castellano qana. Zelote en griego quiere decir “celoso” y era una tendencia del judaísmo para salvaguardar la pureza de la Ley.

Los macabeos



Durante la dominación romana de Palestina antes de Cristo había un fariseísmo fanático en el ámbito político, un movimiento cuya raíz está en el nacionalismo de los macabeos y asedios, brotado como reacción de ciertos judíos piadosos contra la política de los Asmoneos, y con un ideal de vivir “el celo de Dios” como el sacerdote Finees (Num 25, 7 ss) que quiso acabar con la lanza la maldad de sus hermanos. Fue la familia judía sacerdotal de los macabeos, liderada por Matatías, quienes se rebelaron contra Antíoco IV Epifanes, rey de Siria, que quería imponer el paganismo griego y lograron la independencia. En un primer momento macabeo era el apelativo dado a Judas, el tercer hijo de esa familia; pero luego se generalizó para todos los que participaron en la sublevación.

Juan Hircano (135-105 aC), sumo sacerdote y jefe de la nación, tuvo que capitular frente a Antíoco Sidetes aunque con condiciones muy favorables. Juan aprovechó la coyuntura para ampliar territorios y hacerse con Samaria e Idumea. Al obligar a los idumeos a circuncidarse, dio pie a que un día accediera al trono Herodes. En el 63 aC perdieron la independencia, esta vez bajo el poder de Roma, y en el 37 aC terminó el poder de los macabeos cuando Antígono fue decapitado en Antioquía.

Después Cristo, en la época del procurador Gesio Floro (64-66), nombrado por influencia de Pompeya, esposa judía de Nerón, sus levantamientos adquirieron más fuerza. En el verano del 66, el gobernador crucificó a varios judíos en Jerusalén y surgieron en Galilea y en todo el país movimientos de revuelta. Floro tuvo que huir, los insurrectos se hicieron con el poder pero Nerón encargó a Vespasiano y a Tito restablecer el orden. Con 60.000 hombres reconquistaron Galilea en el 67 y, por el fanatismo de los zelotes y su poco hábil tacto político, reconquistaron todo el país y destruyeron Jerusalén en el año 70.

Los esenios


Es una secta judía nacida en 150 aC un tanto misteriosa pues hasta el siglo XX sólo se conocían referencias de historiadores con Plinio, Flavio Josefo y Filón. Los descubrimientos de los Manuscritos del Mar Muerto, una vez descifrados, revelan que muy probablemente sean ellos. Algunos tienen interés en decir que Juan el bautista y Jesucristo fueron esenios o por lo menos vivieron una temporada en esa comunidad o congregación.

En 1947, por casualidad, se descubrieron en Qumran los Manuscritos del Mar Muerto pues fue un muchacho, pastor, que en busca de una cabra perdida, entre riscos, encontró las cuevas y los rollos. Fue a venderlos para ganarse un dinerillo y el experto anticuario intuyó que podrían ser rollos de mucho interés. Conectó con profesores universitarios judíos y norteamericanos. Así empezó su estudio y desciframiento.


Se dice que, cuando los romanos atacaron Jerusalén en el 68 (en el 70 Tito arrasó la ciudad y el templo judío, que era su orgullo), los esenios escondieron sus escrituras en unas cuevas a 40 km al este de Jerusalén.

Los esenios buscaban abandonar el orden de cosas existente y entrar en una comunidad que se consideraba a sí misma como distinta por completo de cualquier otra, ya fuera judía o pagana. Ellos se consideraban los hijos verdaderos de la alianza entre Dios e Israel.
Tras la revuelta macabea (166-159 aC), bajo el mando de un nuevo líder, el Maestro de Justicia, se retiraron al desierto para “preparar el camino del Señor”. 

La revuelta fue en tiempos de la dominación griega, cuando el templo fue profanado por Antíoco Epifanes, vertiendo sobre el altar sangre de cerdo. Los rebeldes, fieles a su fe, huyeron al desierto.
Cuando más tarde los Asmoneos eliminan la hegemonía griega, surge la segunda revuelta pues se apropian la dignidad del Sumo Sacerdote. El Maestro de Justicia esenio no ejercía de Sumo Sacerdote pues entendían que Yahvé había previsto hombres de la dinastía Tzadok.

A los que hacían el juramento y entraban en la comunidad se les exigía una vida entera de estudio de la Ley. Se imponía también su observancia mediante un estricto código de disciplina. Muchos vivían el celibato pues tenían por pecaminoso el matrimonio y todo lo material.

La renuncia a mantener relaciones económicas o a aceptar regalos no deriva de un ideal de pobreza, sino que es un modo de evitar contaminación con el mundo exterior para salvaguardar la pureza ritual. Consumada su ruptura con el templo y el culto oficial, la comunidad esenia se entiende a sí misma como un templo inmaterial que reemplaza transitoriamente al templo de Jerusalén mientras que en él se siga realizando un culto que consideran indigno.
La comunidad de Qumran también esperaba el advenimiento de una nueva era, al igual que predicaron Juan el bautista y Jesús el nazareno. 

También, al igual que estos últimos, se veían ya a sí mismos como los elegidos de entre la masa de los condenados, con el fin de que se prepararan para aquella nueva era. Pero al contrario de estos, la nueva era de los esenios se asemejaba a la vieja, ya restaurada y reformada. Interpretaban la Ley que había sido revelada a su fundador, a quien se hace referencia en sus escritos como el Maestro de Justicia, personaje del que sabe algo más gracias a los manuscritos del Mar Muerto. Vivió entre el 150 y 100 aC. en una comunidad pequeña que subsistía gracias a la agricultura y que vivía aislada de otras comunidades, en particular los moradores de Qumran. Los demás, la mayoría de los esenios, unos 4.000 según Josefo, si vivían en las ciudades, de una forma particular, manifestando su doctrina.

Qumran es notable por el número de depósitos de agua que contenía, imprescindibles para las necesidades físicas de la comunidad, pero también desempeñaban una parte importante de su ritual, que incluía numerosos lavados. En sus escritos dicen: “los que caminan en el espíritu de la verdad recibirán curación, una larga vida de paz y fecundidad junto con toda bendición perpetua y alegría eterna en una vida sin fin, una corona de gloria y un manto de majestad en la luz inextinguible. Por el contrario los que caminen en el espíritu de las tinieblas será: una multitud de plagas de manos de todos los ángeles de destrucción, condenación eterna por la fuerza vengadora de la ira de Dios, tormento sin fin y desgracia perpetua, junto con la extinción infamante en el fuego de las regiones tenebrosas”.


Para algunos, los esenios no se dedicaban al comercio, eran albañiles, carpinteros, tejedores y orfebres. Así les encaja que Jesús fuera uno de ellos o viviera al menos dos años en esa congregación. Pero como Jesús es el Redentor universal, no es difícil encontrar en los evangelios expresiones suyas que suenan a esenio, pero también pueden sonar a hindú o a budismo, pues su mensaje lo pueden entender todos los hombres de todos los tiempos. Encargó a sus discípulos ir al mundo entero, no a unos pocos y selectos.

Los fariseos


En tiempos de Jesús, explica el profesor Francisco Baró, los más apreciados por la mayoría del pueblo eran los fariseos. Su nombre, en hebreo perushim, significa «los segregados». Dedicaban su mayor atención a las cuestiones relativas a la observancia de las leyes de pureza ritual incluso fuera del templo. 

Las normas de pureza sacerdotal, establecidas para el culto, pasaron para ellos a marcar un ideal de vida en todas las acciones de la vida cotidiana, que quedaba así ritualizada y sacralizada. Junto a la Ley escrita (Torah o Pentateuco), fueron recopilando una serie de tradiciones y modos de cumplir las prescripciones de la Ley, a las que se concedía cada vez un mayor aprecio hasta que llegaron a ser recibidas como Torah oral, atribuida también a Dios. Según sus convicciones, esa Torah oral fue entregada junto con la Torah escrita a Moisés en el Sinaí, y por tanto ambas tenían idéntica fuerza vinculante.

Para una parte de los fariseos la dimensión política desempeñaba una función decisiva en su posicionamiento vital, y estaba ligada al empeño por la independencia nacional, pues ningún poder ajeno podía imponerse sobre la soberanía del Señor en su pueblo. A éstos se los conoce con el nombre de zelotes, que posiblemente se dieron a sí mismos, aludiendo a su celo por Dios y por el cumplimiento de la Ley. Aunque pensaban que la salvación la concede Dios, estaban convencidos de que el Señor contaba con la colaboración humana para traer esa salvación. 

Esa colaboración se movía primero en un ámbito puramente religioso, en el celo por el cumplimiento estricto de la Ley. Más tarde, a partir de la década de los cincuenta, consideraban que también había de manifestarse en el ámbito militar, por lo que no se podía rehusarse el uso de la violencia cuando ésta fuera necesaria para vencer, ni había que tener miedo a perder la vida en combate, pues era como un martirio para santificar el nombre del Señor.

Los saduceos


Los saduceos, por su parte, eran personas de la alta sociedad, miembros de familias sacerdotales, cultos, ricos y aristócratas. De entre ellos habían salido desde el inicio de la ocupación romana los sumos sacerdotes que, en ese momento, eran los representantes judíos ante el poder imperial. Hacían una interpretación muy sobria de la Torah, sin caer en las numerosas cuestiones casuísticas de los fariseos, y por tanto subestimando lo que aquellos consideraban Torah oral.

A diferencia de los fariseos no creían en la pervivencia después de la muerte, ni compartían sus esperanzas escatológicas. No gozaban de la popularidad ni el afecto popular del que disfrutaban los fariseos, pero tenían poder religioso y político, por lo que eran muy influyentes. También se diferenciaban de los fariseos en la fecha de la fiesta de la Pascua judía, por eso los evangelios sinópticos y el de Juan el día de la última cena en el cenáculo para celebrar la Pascua e instituir la Eucaristía no coinciden exactamente y se presta a interpretaciones varias.

Otras sectas

Cuando los judíos se establecieron en Canaán el monoteísmo se vio debilitado por la influencia de la idolatría que allí reinaba. Pero la situación más precaria la tuvo la religión hebraica cuando los reinos de Israel y Judá fueron destruidos: entonces el pueblo no entendió la lengua en que estaba escrita la ley y fue necesario hacer traducciones y largas pláticas de explicación. Por esta razón y por el cambio de costumbres, fue necesaria la creación de una segunda Ley o Misná o Repetición, que comúnmente se llama Talmud. 

Entonces surgió la primera división de los judíos: algunos, que reciben hasta hoy el nombre de caraítas siguieron obedeciendo la Torah al pie de la letra.

Entre los siglos I y IV existían también los ebionitas, una secta judeo-cristiana de los ebjonim, “pobres del Señor”, que se creían que Jesús les había constituido sus herederos. A la muerte de Santiago, se separaron de la Iglesia, capitaneados por Tébuli e hicieron la guerra a san Pablo. Vivían vida comunitaria de estricta pobreza, eran vegetarianos y se extendieron por Roma, Egipto y Asia Menor. ¿Tendrán algo que ver con Mahoma y su Islamismo? Eran extremistas cristianos judaizantes que pretendían imponer la ley de Moisés para todos. Para ellos, Jesús sólo es un Profeta y el Mesías pues Dios lo ungió al ser un verdadero saddiq, “justo”. Fueron condenados en el primer Concilio de Jerusalén.


En el siglo XVIII apareció Moisés Mendelsohn (+1786 con 57 años), que predicó ideas nuevas que escandalizaron a los judíos de Europa. Y surgió una nueva división. Los rabinos ortodoxos consideraron herejes a estos reformistas y se instalaron en comunidades separadas. Los renovadores inauguraron su primera sinagoga en 1810 y se abolió el hebreo en las oraciones y prédicas para reemplazarlo por la lengua del país. 

Es una rama importante del Judaísmo que niega la existencia de un Mesías personal substituyéndolo por uno colectivo: "la misión mesiánica" de Israel. De los cultos y liturgias que habían impuesto el Talmud, sólo conservan la celebración del sabbath y la circuncisión. Es decir, tratan de acentuar la idea monoteísta quitando importancia al cumplimiento del Talmud.

En Israel existen rabinos ortodoxos, caraítas y renovadores que se reúnen separadamente con sus fieles en 6.000 sinagogas. Además subsiste la Comunidad Judía llamada samaritana en la ciudad de Jolón, cerca de Tel-Aviv, con unos 500 fieles. Es una secta antigua que reconoce sólo la Toráh y el Pentateuco (libro de Josué) como textos santos y dignos de obediencia.

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