dimecres, 2 de març del 2011

LA INQUISICIÓN

Sus orígenes
Algunas hazañas de la Inquisición
Inquisidores ilustres
=====================


Sus orígenes

Empezó la historia en el Languedoc, en tiempos de Domingo de Guzmán y sus dominicos, para atajar la herejía cátara o albigense. En 1249 se funda en el reino de Aragón y, a partir de Fernando e Isabel, al unirse los reinos de Castilla y Aragón para constituir el único reino de España, se llamará la Inquisición española.


El primer director de la Inquisición de Hungría fue Paulus Hungarus, uno de los primeros dominicos, quien defendió a los chamanes paganos húngaros valiéndose de su gran influencia con el papa Inocencio III, e inclusive aseguró que estos al adorar al sol adoraban al ente supremo que era el mismo Dios, así que no hallaba razón para condenar a la gente. Sin embargo, Paulus fue destituido y reemplazado por un religioso más estricto hacia 1232.

La Inquisición de los cristianos de la reforma luterana también perseguirá a sus herejes, anabaptistas sobre todo, y se dedicará a la llamada caza de brujas. Su mentalidad supuso que la cifra de ejecutad@s fuera muy superior a la católica. Pero es triste que al paso de los siglos, los católicos sigan contentándose con decir: “y vosotros más”.


Cuando en el Tibet penetró el pensamiento indio también lo hicieron otras religiones extranjeras como el maniqueísmo de los turcos uigures, el nestorianismo del Irán, el islamismo y el pensamiento chino con sus conocimientos en medicina y astrología. Con esas mezclas, desde el siglo XI el lamaísmo tomó un aspecto muy particular, mientras el Dali-Lama estaba al frente de una monarquía feudal y teocrática que violaba sistemáticamente los derechos humanos, incluso manu militari por medio de una especie de Inquisición, los dop-dop o monjes-soldados. Así los monasterios se convertían en centros de poder tanto espiritual como político y militar mientras eran apoyados por importantes familias nobles. Es curiosa la coincidencia de actitudes religiosas y simultáneas en la Europa cristiana y en el Asia pagano.


Otra casual coincidencia es que Tsongkhapa (+1419 con 62 años) reformó la religión tibetana fundando la secta de los Gelugpa, la “Comunidad amarilla”, opuesta a la antigua “Comunidad roja” de Padmasambhada. 

En Europa los benedictinos, que visten de negro, eran reformados por el Císter que visten de blanco como harán luego los dominicos. La reforma insistía en la disciplina monástica, el celibato de los monjes y el estudio de los textos. Tsongkhapa fundó los grandes monasterios de Sera y de Depung cerca de Lhasa que se convirtieron en ciudades universitarias de enseñanza lamaica con facultades especializadas. Salta sola la pregunta: ¿quién se copia a quién?

Evidentemente la mentalidad de la época “justifica” que unos y otros, aquí y allá, actúen de la misma manera, tengan la misma política. La eclesiásticos católicos montarán su Inquisición como venía haciendo los budistas tibetanos y como harán los cristianos reformadores calvinistas y de más grupos religiosos aquí o allá.

En el cristianismo inicial, como enseñó san Pablo, se anatematizaba al hereje o, como decía san Juan, a los anticristos, pero evidentemente no se le propinaba ni siquiera un empujón. La cosa se va torciendo y alejando del evangelio cuando en el siglo IV el cristianismo sea decretado por el emperador como la única religión del Estado. Ahí se monta el lío. Todavía en el siglo V san Agustín aprobará -aunque con reservas- la acción del Estado contra los herejes mientras la Iglesia sigue en general desaprobando los castigos físicos pero se alardea de que las penitencias sean públicas para los pecadores arrepentidos y confesos.


Durante el primer milenio cristiano hubo siempre herejes pero simplemente se condenaban sus errores en sínodos provinciales y en concilios “universales” y de ahí, que se sepa, no se pasaba. Fue 1184 el año en que se fundó la Inquisición por el papa Julio III en la bula Ad abolendam; fue el embrión del Tribunal de la santa inquisición y luego llamado “santo oficio” que en el siglo XX cambió otra vez de nombre para llamarse “sagrada congregación de la doctrina de la fe”. Fue por el concilio Vaticano II que se suprimió la palabra “sagrada” y quedó como congregación a secas (CDF). No deja de estremecer que los eclesiásticos –como Pilato lavándose las manos- encargaran el castigo físico a los laicos, una vez ellos habían emitido la sentencia.

Para vergüenza propia y ajena, la bula decía: «A las anteriores disposiciones [...] agregamos el que cualquier arzobispo u obispo, por sí o por su archidiácono o por otras personas honestas e idóneas, una o dos veces al año, inspeccione las parroquias en las que se sospeche que habitan herejes; y allí obligue a tres o más varones de buena fama, o si pareciese necesario a toda la vecindad, a que bajo juramento indiquen al obispo o al archidiácono si conocen allí herejes, o a algunos que celebren reuniones ocultas o se aparten de la vida, las costumbres o el trato común de los fieles».


Algunas hazañas de la Inquisición


El 17 de febrero de 2000, con motivo de la conmemoración del 400 aniversario de la condena del dominico Giordano Bruno (+1600 con 52 años), el entonces cardenal Secretario de Estado Vaticano, Angelo Sodano, y el Presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, cardenal Paul Poupard, en nombre de Juan Pablo II, pidieron perdón por la sentencia de la Inquisición que llevó a Bruno a la hoguera. Ello no significa que la Iglesia se retracte de la condena de sus errores doctrinales. Giordano Bruno intentó conciliar a Copérnico y Demócrito pero cayó en el error materialista y panteísta de identificar el universo con el poder divino. El Magisterio le pidió que renunciase a enseñar ese panteísmo y sufrió cárcel. Éste es un caso distinto al de Galileo que sí supone un retractarse (lógicamente) de la condena de aquellas teorías científicas en las que ni la Iglesia ni los eclesiásticos tienen ninguna competencia ni media.


Juan Pablo II, ante el Congreso histórico-teológico que estudiaba el antisemitismo y la Inquisición, pidió perdón por la actitud contra Jan Hus, reformador checo y rector de la Universidad de Praga, que dos siglos antes también había sido quemado vivo en la hoguera en 1415 según sentencia del concilio de Constanza. Predicaba denunciando los vicios del clero y los defectos de la Iglesia, pero asumiendo algunas teorías del inglés Wyclef. Había sido excomulgado en 1411 y 12 pero nunca se retractó.




Cuando Florencia fue derrotada por Milán en 1433, cayeron los Médici y se instauró la República (1494-1512), por entonces había otro dominico, Girolamo Savonarola, abad de un convento florentino, que era rigorista y también predicaba contra la corrupción del clero y de la Iglesia. Era enemigo de Alejandro VI y, por desobedecer al papa, fue excomulgado. Retó al papa a la prueba de fuego: aceptó un franciscano florentino (que estaba al margen de esos líos); el pueblo quería apasionadamente ver la prueba. 

El papa la prohibió pero se encendieron las dos hogueras: hubo desencanto general cuando no apareció Savonarola, sino otro dominico. Los franciscanos protestaron y los jefes de la ciudad enviaron la gente a su casa. A Savonarola y otros 2 dominicos los ahorcaron y quemaron públicamente.
Savonarola intentó instaurar una democracia popular teocrática pero se lo truncaron los banqueros; después Carlos V restaurará los Médicis como duques en 1532. 

Suárez y Belarmino enseñaron la democracia pero no pudieron influir en el mundo católico, sólo en las universidades protestantes y en la misma Constitución de USA (cfr Francisco Martín. Historia de la Iglesia (II), Palabra (2ª ed) 2000, pp 22-23).


También en Francia era ejecutada Juana de Arco (+1412), con 19 años, quemada viva por la Inquisición que la juzgó hereje y puso la sentencia en las manos seculares inglesas. A los 13 años había tenido voces interiores que le decían que libraría Orleáns y se le aparecieron san Miguel, santa Catalina y santa Margarita. A los 17 años convenció al capitán del rey que le dejara un caballo y una escolta; y vestida de hombre fue a su encuentro. 

La quisieron engañar haciendo que el rey Carlos se disfrazase de uno cualquiera mientras que le presentaban a otro vestido de rey. Ante el estupor general, reconoció al escondido rey entre los asistentes. Fue canonizada en 1920 y el 10 de julio es su memoria y fiesta nacional francesa.

Juan de Ávila (+1569 con 69 años), sacerdote, patrono del clero secular español, era apóstol de Andalucía pero su ascendencia judía fue excusa para que le investigara la Inquisición. Dirigía muchas almas, entre ellas a san Francisco de Borja y era amigo de san Ignacio, de sta Teresa, de san Pedro de Alcántara, de fray Luis de Granada y de san Juan de Dios. Pablo VI lo canonizó en 1970.

Está claro que una cosa el la doctrina o la teoría cristiana y otra la praxis o el actuar de algunos cristianos que no se ajustan a la teoría. No se puede despreciar una teoría porque haya alguno(s) que la vivan mal o al revés. No vale decir que la Iglesia ha de cambiar basándose en los errores o escándalos de algunos de sus miembros. Es un punto fundamental del diálogo.

Inquisidores ilustres

Bernardo Calbó (+1243), era abad cisterciense de Santas Creus cuando fue nombrado obispo de Vic y luego inquisidor de la corona de Aragón. Animaba a los caballeros a proseguir la reconquista.

Pedro (+1252), dominico en vida de santo Domingo que contribuyó a crear las cofradías marianas, y recorrió muchas ciudades italianas, recaló en Milán donde fue nombrado inquisidor. Fue asesinado en Farga, de camino a Milán.

Raimundo de Peñafort (+1275 con 99 años), dominico colaborador con Pedro Nolasco en la fundación de los mercedarios, fue encargado de organizar la predicación de la cruzada en Mallorca y la Inquisición. Influyente en la vida política, religiosa y científica de su tiempo, confesor del papa Gregorio IX y de Jaime I, dejó su huella en la Cortes Generales de la Corona de Aragón. Canonizado en 1601 por Clemente VIII. Patrono de los canonistas.


Sixto IV (1471-84), titulado Piscator minorita en la profecía de san Malaquías, es el papa que permitió que la Inquisición española fuera instrumento del gobierno. El pueblo le consideraba un príncipe más y no el más poderoso. Fue General de su Orden franciscana; luego cardenal. Era sacerdote piadoso e intachable pero débil de carácter. A medida que iban falleciendo los ancianos cardenales de su época, fue nombrando muchos nuevos, jóvenes, viciosos y nobles indignos, que decidirán la elección de Alejandro VI. Sin medida para dar, conceder y gastar, se le llamó mare magnum; daba indulgencias a troche y moche: parecía un negocio cualquiera. Daba privilegios a príncipes para designar obispos cuando parecía que los gobiernos iban a por las iglesias estatales.


Juan de Capistrano (+1456 con 70 años), franciscano, patrono de capellanes castrenses, era gobernador de su ciudad, cerca de Nápoles, pero al conocer a san Francisco de Asís, dejó a su prometida, su cargo y sus bienes y se hizo fraile. Fue inquisidor para toda Italia y, dadas sus dotes diplomáticas, 4 papas se apoyaron en él para los trabajos sucios o ingratos que nadie quería. 

Era muy vanidoso y quiso vencer este vicio cabalgando una temporada en un pobre asno y sentado del revés, con un sombrero de papel que llevaba rotulado “soy un miserable pecador”. Desde luego no pasaba desapercibido y la gente le tiraba basura y le silbaba. Luchó para someter a los fraticelli. Todo lo hizo en nombre de Cristo aunque su celo intransigente sigue muy criticado, como lo fue durante su estancia en Bohemia donde luchó contra los husitas.

Pedro de Arbués (+1485 con 44 años), canónigo regular de Zaragoza, fue inquisidor general de Aragón con Torquemada. Los herejes, trataron de sobornarlo y como no lo lograron, lo asesinaron el 14 de septiembre mientras estaba rezando en la catedral.

A Lutero se le acabó la paciencia pues Roma se resistía a cambiar nada e inició la reforma por su cuenta en 1517. No era sólo una reforma de las costumbres sino también del dogma pues, por un lado reivindicaba el espíritu de los primeros cristianos aunque, cegado por la soberbia, alteró el contenido doctrinal pues interpretaba que algunos aspectos habían tenido un desarrollo teológico deficiente y que demasiadas opiniones teológicas se habían hecho dogmas impuestos por la vía jurídica.

Dos décadas después Paulo III (+1549 con 81 años), el 220º sucesor de san Pedro, inició la reforma “oficial” –conocida como Contrarreforma- haciendo frente a la resistencia de la curia vaticana a cualquier reforma que afectase su status. Para ello nombró cardenales a los renovadores como Contarini, Caraffa, Morone, etc., y en el 37 logró que el “partido de la reforma” fuera mayoría en el colegio cardenalicio. Pidió a Caraffa que reorganizara la Inquisición romana para poner coto a la penetración de las herejías y, como gran innovación, redactó el “Índice de libros prohibidos”, semilla de la “Congregación del Índice” que en 1557 creara Caraffa siendo ya Papa.


El anciano cardenal Juan Pedro Caraffa de 79 años, pero de vigor físico y espiritual sorprendente, fue elegido papa y tomó el nombre de Paulo IV (1555-59). Es el titulado como De fide Petri por el profeta Malaquías. Murió sin querer comer ni tomar medicinas para no faltar a los ayunos que se había impuesto. De personalidad compleja y paradójica, quería ser reformista pero con la mentalidad de Inocencio III, por ello tuvo el enfrentamiento ridículo y anacrónico con Felipe II. 

El duque de Alba, virrey de Nápoles, atacó Roma (con apoyo de teólogos de Lovaina y Melchor Cano) y el papa se buscó alianza con Enrique II de Francia aunque habían sido derrotados en San Quintín (10-VIII-57). En realidad el duque de Alba no atacó Roma, sólo quiso hacer una exhibición de la potencia española.

Caraffa pertenecía a la Compañía del Divino Amor con san Cayetano de Thiene con quien fundó los teatinos. Quiso reformar prescindiendo del Concilio y contando con un colegio cardenalicio sin fisuras; entre ellos el futuro Pío V.
Logró mucho sobre la residencia de los obispos; por Roma pululaban más de 110 obispos y en el 59 ya no quedaba más que una docena pero con trabajo en la Santa Sede. Quiso asimilar los capuchinos a franciscanos y los jesuitas a teatinos pretendiendo atajar a los frailes "giróvagos": verdaderos vagos y maleantes de Roma; contra ellos organizó una policía y los hizo desaparecer.
Al morir se organizaron tumultos, pillajes a su familia, rotura de su estatua de mármol en el Capitolio,...: señal de que había actuado represivamente.


Pío V (+1572 con 68 años), dominico, fue elegido Papa a propuesta de san Carlos Borromeo, para suceder a Pío IV, teniendo en el curriculum haber sido Comisario General de la Inquisición romana (1551), obispo de Nepi y Sutri (1556), Inquisidor General y Cardenal (1558).

Juan José de la Cruz (+1734 con 80 años), es el fraile alcantarino reformador que empleó treinta años en difundir en Italia la reforma que san Pedro de Alcántara había establecido en España. Corría por entonces el «siglo de las luces», del racionalismo y él se desmayaba en éxtasis; leía en los corazones y anunciaba el porvenir; atraía sobre él las úlceras y las penas espirituales de sus prójimos. Todos estos hechos fueron verificados por severos inquisidores.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada