dimecres, 10 de novembre del 2010

ANACORETAS ORIENTALES

Anacoretas palestinos
Anacoretas sirios
Solitarios griegos
Solitarios egipcios
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Anacoretas palestinos

Dositeo era soldado y luego monje eremita en Gaza tras su conversión en Tierra Santa viendo un cuadro del infierno que le impresionó.

Caritón (+350) era ermitaño que rodeado de discípulos fundó la Laura de Douka y la de Souka o Laura Vieja junto a Belén, siguiendo la Laura de Farán.


Hilarión (+371 octogenario) una vez converso, vivió unos años con san Antonio abad. Retirado junto a Majuma, fue anacoreta en Gaza y patriarca de los anacoretas de Palestina. Le rodearon muchos discípulos, uno fue san Hesiquio.

Afraates (+378), anacoreta persa que siguiendo las huellas de los magos, fue a Belén donde encontró la fe en Cristo. Abandonó sus riquezas y vivió en una casita en Edesa de Mesopotamia y cuando la persecución de Valente, se fue a Antioquía enfrentándose al emperador en persona. Algunos erróneamente lo identifican con “el sabio persa”, el obispo persa y escritor que falleció en 350.

Martiniano (+398) fue ateniense eremita en Cesarea de Palestina. Algunos hagiógrafos piensan que no es un personaje real sino una fábula pues, por caridad, hospedó a una mujer que, al día siguiente, le tentó; su respuesta fue meter los pies en el fuego y ella se convirtió.


María Egipcíaca (+421/422 con 79 años). Se cuenta que era una mujer fugada de su casa y dedicada a una vida de libertinaje y excesos en Alejandría. Un día se unió a una expedición de peregrinos que iban a Tierra Santa a orar, pero ella iba a pasear y divertirse. Al llegar al Santo Sepulcro, mientras los demás entraban a rezar ella sintió y oyó una voz que le decía que no era digna de entrar a ese sitio sagrado. Se puso a llorar y al levantar la vista, vio una imagen de la Virgen que la miraba con compasión. Le prometió que si le permitía entrar al templo, dejaría su vida de pecado y se dedicaría a la oración y a la penitencia. En seguida pudo entrar al templo y desde entonces por cuarenta años vivió en el desierto pasando hambre y sed, terrible calor y mucho frío. Allí la encontró un anciano y santo sacerdote llamado Zósimas, convertida en un esqueleto viviente. Le llevó la Comunión el Jueves Santo y el Viernes murió María Egipciaca, llegando la fama de su santidad y de los milagros obrados por su intercesión a muchos países.


Porfirio (+421 con 69 años) es macedonio de Tesalónica que a los veintitantos años dejó su familia y sus riquezas para hacerse monje en las soledades del desierto egipcio. Más tarde quiso estar cerca de Jerusalén con el fin de poder ir todos los días al Calvario, y le encontraremos viviendo en una cueva a orillas del Jordán. El rigor de sus mortificaciones y la humedad de aquellos parajes le daban, a pesar de su relativa juventud, el aspecto de un viejo muy encorvado. Hacia los cuarenta años su reputación era tal que se le ordenó sacerdote, y en el 396 fue consagrado obispo de Gaza, en las tierras paganas del sur donde murió Sansón. Su labor no iba a ser fácil, y ante las resistencias con que tropezaba cabe la posibilidad de que el buen Porfirio olvidara la virtud de la paciencia para convencer a los testarudos idólatras de Gaza. Evangelizó con manu militari, con ayuda del emperador Arcadio.

Domiciano (+473), solitario de Palestina, fue compañero de san Eutimio y maestro de san Sabas.

Gerásimo (+475), anacoreta en el Jordán donde fundó una laura con muchas celdas. Solía pasar las cuaresmas con Eutimio “el grande” que le había convertido del monofisismo.


Eutimio “el grande” (+493 con 107 años) es un armenio de Melitene quien después de 30 años de sacerdote, se retiró 62 años como eremita en la Laura entre Jericó y Jerusalén. Convirtió a la fe a una tribu árabe tras curar a un niño con la señal de la cruz.

Quiriaco (+557 con 108 años) era de Corinto y en Palestina san Eutimio le dio el hábito monacal, viviendo en el círculo anacoreta de los de san Gerásico junto al Jordán. Luego se retiró al desierto de Natoupha, al de Rouba y al de Souka donde vivió en la cueva de san Caritón.

Santiago (s VI) vivió 15 años solitario en la hoy llamada Haifa. Se dice que cometió pecado de lujuria y de asesinato y, convertido, vivió el resto de su vida en un sepulcro.

Simeón “el joven” (+592), antioqueno, era estilita ya de niño y durante 69 años, aunque cambió de columnas; la última en el monte Admirable durante 45 años. Su madre, santa Marta (+551) le acompañó cuando se fue a vivir fuera de casa.

Jorge “el chozibita” (+614) chipriota que en Palestina fue eremita de la laura de Choziba en el camino a Jericó; solitario toda la semana menos el domingo que se reunía con los demás.

Vital (+625), es eremita de Gaza y mártir. Cuando tenía sesenta años, consciente de que las mujeres de mala vida también están llamadas al reino de los cielos, resolvió dedicarse a ayudarlas. Se hacía amigo de ellas y las trataba con bondad y misericordia. Sufrió mucha incomprensión por este apostolado, pero su obispo lo apoyaba. Murió a manos de un explotador de mujeres que se sentía perjudicado por su trabajo apostólico. Dejó escrita una tablilla que decía: "Ciudadanos de Alejandría, no esperéis el mañana para convertiros, pero esperad, para juzgar, el día del juicio final".


Anacoretas sirios


Cristóbal (+s III). Las leyendas oriental y occidental no tienen ninguna garantía de autenticidad. Era un gigantón barbudo que vivía solitario y ayudaba a vadear un río a cualquier persona, tratándola como si fuera Cristo mismo. Fue bautizado en Antioquia y resistió las tentaciones de renegar de su fe tanto por parte del rey Dagón de Samos como de dos cortesanas, Niceta y Aquilina a quienes, por el contrario, ganó para la fe cristiana y con él fueron martirizadas. Luego tanto Dagón como la nación siria se convirtieron al cristianismo. Su culto, decaído durante siglos y muy criticado por la Reforma y la Contrarreforma de los s. XVI-XVII, se recuperó en el s XX pero sólo como fiesta local. Es patrono de los conductores y peatones.

Simeón (s IV), fue labrador y ermitaño en Edesa (Siria). Patrono de los titiriteros, apodado “salus” que en sirio es “el loco” por su voluntaria actitud de humildad.

Efrén (+373 con 67 años). Bautizado a los 18 años, a los 57 años se hizo monje en Edesa (Siria) huyendo de su pueblo de Mesopotamia por la invasión de los persas, y vivió en una cueva.


Abraham de Kidunaia (+366), sirio, amigo de san Efrén, anacoreta en Edesa. Su obispo le obligó a ser sacerdote y le nombró párroco de Kidunaia donde convirtió a todos sus habitantes.

Julián (+377), llamado “sabas o anciano”, era ermitaño en Mesopotamia junto al Éufrates. De Antioquía fueron a verlo para ver si era arriano y en esa capital dio testimonio de fe verdadera.

Almaquio o Telémaco (+391), tras largos años en Oriente como anacoreta, viajó a Roma. Bajó a la arena del circo durante un combate de gladiadores e intentó parar la lucha. Se armó un buen revuelo entre la muchedumbre, frustrada por no poder asistir al sangriento espectáculo. Como el suceso causó gran escándalo, el emperador Honorio I aprovechó la ocasión del desorden público para prohibir los combates de gladiadores en el año 405. Esta es la versión del nuevo Martirologio Romano, la del Jeronimiano, preferida a la de Teodoreto de Ciro.

Marana y Cyra son hermanas, eremitas en Berea (Alepo) que vivieron en una celda fuera de la ciudad. Se les unieron algunas sirvientas de casa de sus padres. Vivían un silencio absoluto y sólo salieron dos veces: en peregrinación a Tierra Santa y para venerar la tumba de santa Tecla en Isauria.

Malco (+378) fue monje eremita cerca de Antioquia. Expulsado de su monasterio por querer construir otro con sus bienes patrimoniales, fue capturado por unos beduinos y vendido como esclavo. Su amo le hizo casar con su hija y ambos, viviendo en celibato, se escaparon y regresó al monasterio pero como no le aceptaron, se fue eremita al sur de Antioquía donde le conoció san Jerónimo.


Marón (+410), Patrono del Líbano, sacerdote solitario en la región de Apamea de Siria a quien san Juan Crisóstomo escribió una carta. Acudían muchos fieles y se rodeó de muchos discípulos que dieron pie a los monjes y a la iglesia maronita.

El 10 feb 2010 se celebró el 1600º aniv de su muerte con una Misa presidida por el card Nasrallah Pierre Sfeir, Patriarca de Antioquía de los maronitas y a la que asistieron el Presidente del Líbano, Michel Suleiman (cristiano maronita), el Primer Ministro Saad al-Hariri (musulmán sunita), y el Presidente del Parlamento, Nabih Berri (musulmán shíita). Benedicto XVI visitó la catedral de Ntra Sra de las Gracias en Nicosia (junio 2010) ante la comunidad maronita chipriota y dijo llevar en su corazón todas las iglesias maronitas de la isla.

Macedonio, (+430 nonagenario) anacoreta de Siria, eremita durante 70 años cerca de Antioquia, y llamado el “critófago” por comer cebada.

Pedro (+713), era sacerdote bizantino de Capitolias, mártir en Damasco. Se llamaba Pedro Mavimeno, casado y con tres hijos, cuando pudo se hizo eremita. Con 60 años convocó una reunión de nobles musulmanes con el príncipe Walid y donde se declaró cristiano y murió mártir por denostar el Islam como religión falsa.

Anacoretas griegos

Mamas, Mamés, Mamete o Mamario, es mártir en 270 con Aureliano en Cesarea de Capadocia. Su memoria está rodeada de mucha leyenda, como que era hijo de san Teodoro y santa Rufina. El nuevo Martirologio Romano dice que era pastor solitario que vivía con gran frugalidad.

Aza era soldado en Isauria que se hizo solitario y fue mártir junto con otros 150 con Diocleciano en 304. Convirtió a la esposa y a una hija del tribuno y a los soldados que veían la ejecución.

Sergio, mártir de Capadocia en 304, era magistrado del Imperio romano y siendo anciano se hizo vida de eremita, murió decapitado. Sus restos fueron trasladados a Úbeda (Jaén) por los cristianos.

Arsacio (+358), persa de origen, era soldado del emperador Licinio y acabó eremita en Nicomedia. Anunció el terremoto que destruyó esa ciudad.

Melecio (+381) era obispo de Sebaste pero enseguida tuvo que dejar la sede y se retiró como eremita pero lo eligieron para Antioquía. Le desterró el emperador; lo devolvió Juliano y de nuevo lo desterró Valente. Muerto san Basilio quedó como campeón de la ortodoxia y murió mientras presidía el concilio I de Constantinopla.

Auxencio (s V), persa y oficial de la guardia de Teodosio II, luego se hizo ermitaño en el monte Scopa de Bitinia. Fue fundador de un monasterio femenino.

Domicio o Domecio (s V) era capadocio que vivió en una cueva del monte Quros en Armenia. Es llamado "el médico" por su fama de taumaturgo con los enfermos.


Simeón “estilita” (+459 con 69 años), nacido en Sisan de Cilicia, cerca de Tarso, era pastor y con 14 años, un día que nevaba y no podía salir con el ganado, fue a la iglesia donde escuchando a un sacerdote anciano sobre las bienaventuranzas, se re-planteó su vida. Entró en una colonia de monjes en Tedela pero le echaron por ser demasiado penitente. Se dice que inventó el cilicio. Tuvo que vivir solitario en el desierto y lo hizo de forma insólita, encima de un pilar o columna (stilos en griego) de 17 metros a cielo raso durante 37 años. Los beduinos hoy llaman al lugar Kal’at Simân (castillo de Simón).

Daniel (+493), sirio, discípulo de san Simeón “estilita”. En lo alto de la columna, sin bajar, fue ordenado sacerdote y allí, Constantinopla, vivió 33 años.

Patapio de s V-VI, fue eremita solitario en Constantinopla. Era de Tebas y fue enterrado en el monasterio llamado de los egipcios.

Teodoro (+613), el “siceota” por ser nacido en Siceon, Galacia, vivía en una cueva desde los 14 años. El obispo de Anastasiópolis lo ordenó sacerdote, peregrinó a Tierra Santa donde ingresó en el monasterio de Khoziba pero volvió a su tierra para ser ermitaño. Al morir el obispo de Anastasiópolis, todos le eligieron a él como sucesor. Consiguió que el patriarca de Jerusalén recomendase a su metropolita que aceptase su dimisión.

Alipio (+615 casi centenario) era diácono en Adrianópolis y a los 30 años decidió vida solitaria. Al pie de la columna tenía tantos discípulos que fundó un monasterio masculino y otro femenino

Antusa de Honoríades (s VIII con edad avanzada) era virgen griega que vivió solitaria unos años y luego fundó 2 monasterios en Honoríades (Anatolia), uno masculino y otro femenino. Desterrada con la persecución de los iconoclastas hasta que la emperatriz Irene la honró y dejó volver pues acertó la profecía de que tendría gemelos.

Andrés “calibita” (+767), monje eremita cretense, mártir de los iconoclastas. Cuando la persecución iconoclasta, fue a Constantinopla y se personó en la sala de un juicio ante el mismo emperador Constantino V Coprónimo; fue azotado, encarcelado y dado a la plebe que lo linchó.

Nicéforo (+829 con 71 años), de joven era secretario imperial a las órdenes de san Tarasio y así participó en el concilio II de Nicea. A los 39 años dejó la vida cortesana para vivir solitario. Fue nombrado director del mayor asilo de pobres de la capital en 805 y al año fue nombrado por el emperador como sucesor de san Tarasio. Fue consagrado obispo de Constantinopla después de vestir el hábito monástico. Coronó a varios emperadores y el iconoclasta León V el armenio le desterró a un monasterio.

Fantino “el joven” (s X) fue ermitaño en Tesalónica siendo monje en Calabria, pero emigró a Grecia cuando los sarracenos destruyeron su monasterio.

Atanasio “el atónita” (+1004), natural de Trebisonda, se llamaba Abrahamios y siendo maestro, decidió ser solitario llamándose Atanasio. Luego ingresó en Monte Athos tomando el nombre de Bernabé y llegó a abad. Un amigo lo descubrió y le pidió que le acompañase a Creta contra los sarracenos; lograda la victoria, construyó en 963 el primer monasterio dedicado a la Virgen María. Murió de accidente al caerle una viga.

Lázaro, estilita (+1054) en cuatro sitios fue estilita pero se le juntaban discípulos y fundaba un monasterio. Empezó en Éfeso y acabó con el de la Resurrección. Vivió sobre una columna, cargado con hierros y cadenas, con sólo pan y agua.

Bartolomé de Simeri (+1130) se llamaba Basilio; vivía solitario pero lo descubrieron unos cazadores y su atractiva vida hizo que fundara un monasterio llamado del Patirion. Fue a Constantinopla en busca de reliquias y trajo el icono "Santa María Odigitria".

Teotista, virgen solitaria en la isla de Paros donde arribó portada por un barco de corsarios árabes de Candía que la tenían secuestrada y ahí la olvidaron.

Solitarios egipcios


Pablo (+342 con 113 años), se considera el primero que inaugura este estilo de vida cristiana. Nació en el Alto Egipto y vivió solitario y murió en el desierto de la Tebaida, al cual huyó por la persecución de Decio, pues no se sentía con fuerzas para soportar los tormentos. Pasó 90 años sin ver a nadie, hasta que lo fue a visitar san Antonio, ya anciano también, que se encontró con un anciano centenario que esperaba sonriente la muerte. Se dice que un cuervo le traía a diario una hogaza de pan si la higuera no tenía dátiles, y que, cuando murió, dos leones ayudaron a Antonio a enterrarlo. Su vida la cuenta san Jerónimo en el 400.

Tipasio (+297/298), fue soldado y luego eremita de Mauritania y mártir. Licenciado del ejército se retiró como eremita pero vuelto a llamar a las armas, se negó por cristiano y fue decapitado en Tigava, hoy Argelia.

Nilo “el sinaíta” era gobernador de Constantinopla y acabó eremita, retirado al monte Sinaí con su hijo Teódulo.

Besarión (s IV), anacoreta egipcio, siendo el primer discípulo de san Antonio abad y luego de san Macario de Escete, se hizo mendigo y peregrino.


Macario (+390 con 98 años) llamado “el grande o el joven” para distinguirlo de Macario “el viejo”. Natural de Alejandría, hasta los 40 años fue fabricante de dulces y vendedor de frutas y por eso en la antigüedad los pasteleros lo tenían como su Patrono. Luego se retiró al desierto de Egipto y como anacoreta vivió otros casi 60 años más. Era penitente y castigaba su cuerpo diciendo que "le estoy atormentando porque él me atormenta mucho más"; al mismo tiempo era sano y alegre, con detalles de delicadeza franciscana. El obispo le ordenó sacerdote para que pudieran asistir a Misa los numerosos discípulos. Llegó a abad del monasterio egipcio de Scete.

Juan (+394 con 90 años) era de Tebaida, fue carpintero y luego eremita, el profeta de la Tebaida, casi tan famoso como san Antonio con quien vivió desde los 25 años y fue su maestro durante 10 años enseñándole la obediencia y humildad sin rechistar, por irracional que fuera lo que le mandaba. Sólo recibía gentes el sábado y domingo; era consultado por emperadores y cantó sus alabanzas san Jerónimo. Daba consejos espirituales y tenía el don de descubrir pecados ocultos. Los muchos discípulos que tuvo vivieron en otras celdas pero no fundó ninguna comunidad. Falleció estando de rodillas orando.

Moisés (+400) fue anacoreta de Etiopía, negro, muy alto, había sido ladrón famoso pero convertido por san Macario “el grande”, vivió en el desierto de Petra, convirtiendo a muchos colegas.


Onofre (+400), hijo de un rey egipcio o abisinio, vivió sesenta años en el desierto de Tebas (Egipto). No se cortó el pelo en muchos años y por eso su barba y cabellos le llegaban a las rodillas. El abad Pafnucio cuenta: "Al verlo tan velloso, sin otro vestido que unas hojas en torno a la cintura, tuve miedo y quise huir. Pero Onofre me llamó con voz suave y me llevó hasta su gruta. Allí estuvo hablándome de Dios toda la noche. Poco antes del alba, su rostro cambió de repente. Me dijo que iba a morir y que, por favor, le diera sepultura. Se arrodilló a mis pies y me suplicó que rezara con él sus últimas oraciones, y así lo hice. Murió durante el día y lo enterré".

Anastasia (+567), llamada “la patricia” o “Anastasio el eunuco”, era muy bella, el emperador Justiniano puso los ojos en ella y como su mujer Teodosia tenía arrebatos de celos, Anastasia huyó a Alejandría donde fundó un monasterio. Al enviudar el emperador, mandó a por ella pero no la encontraron pues, disfrazada de hombre, había huido al desierto de Escitia donde falleció. Allí la aceptó el padre Daniel y al sepultarla en una gruta se descubrió que era mujer y que había preferido la soledad a la gloria de emperadora.

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