divendres, 15 d’octubre del 2010

ÓRDENES MILITARES (2)

Hospitalarios
Orden de Malta
Sijena y Santa María Reina
============



La Cristiandad medieval aporta elementos que caracterizan a los miembros de las Órdenes militares: la vocación monástica, el ideal caballeresco, la imagen mítica de Tierra Santa como centro del mundo y lugar de peregrinación, la defensa de la cruzada y el espíritu piadoso-asistencial. Por descontado que la presencia conjunta de elementos que exaltaban la violencia, con otros que apostaban por el amor y la tolerancia, no sólo no era considerada contradictoria en aquella época sino que se entendía como característica de uno de los modelos ideales de perfección cristiana.

Se ha discutido a menudo el remoto origen ideológico de este tipo de agrupaciones, que para algunos se encontraría en la cristianización del concepto islámico de "Yihad" (guerra santa) convertida en “cruzada”. El islamismo, desde el siglo VII, fomenta la atención a los pobres y necesitados, en su seno han brotado muchas cofradías y alaba la peregrinación a la Meca.

La función asistencial es compatible siempre con las actividades guerreras, por eso se explica que, en casi todos los casos, las Órdenes militares surgieron de agrupaciones originariamente hospitalarias, vocación ésta que jamás abandonaron del todo y que incluso se mantiene hoy día cuando parece que el factor bélico ha desaparecido. De este modo, la distinción entre Órdenes militares y hospitalarias, útil desde el punto de vista explicativo, tiene mucho de artificial, máxime si tenemos en cuenta la perspectiva mental de aquellos tiempos.

Hospitalarios


La primera en aparecer de las dos grandes Órdenes militares europeas, un siglo antes que el Temple, fue la del Hospital, fundada en 1048 en Jerusalén por mercaderes de Amalfi. Sus orígenes fueron los de una simple cofradía piadosa, encargada del mantenimiento de un hospital destinado a los peregrinos. Para algunos fue colocada bajo la advocación del Patriarca de Alejandría, san Juan el Limosnero; para otros san Juan es el bautista pues suponen que su sede inicial fue la antigua residencia de los sacerdotes judíos y donde debía vivir Zacarías cuando le tocaba el turno en el Templo de Jerusalén.


Tutelada por los benedictinos, la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén admitió en su seno a caballeros a partir de 1137, dos décadas después de la existencia del Temple. Durante el gobierno de Raimundo de Puy (1120-1160), la Orden adquirió su definitivo carácter militar, centrado en la defensa de Tierra Santa y en la protección a los peregrinos.

En 1154, bajo el pontificado de Adriano IV, los hospitalarios o sanjuanistas recibieron importantes donaciones y, al año siguiente, se dotaron de unos estatutos propios similares a los de los canónigos premostratenses. A pesar de todo ello la Orden nunca abandonó su primitiva función asistencial, fundando de hecho numerosos hospitales en Francia e Italia, por lo general cerca de los principales puertos de peregrinación. Esto permitió a los hospitalarios superar con relativa facilidad las crisis que supuso la pérdida de Palestina, si bien las funciones militares se concentraron en la defensa de Rodas. Desde 1310 se conoció a los hospitalarios con el apelativo de caballeros de Rodas.

Inocencio II en 1130 les concedió como insignia de la Orden la cruz de ocho puntas en plata sobre campo de gules, representando las ocho Bienaventuranzas.

Orden de Malta


Su título oficial es la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de san Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta. Surge de la transformación de los hospitalarios cuando se instalan en Malta, retrocediendo del Islam que echa a los cristianos de Palestina en 1291. 

El fundador fue el beato Gerardo (+1120) que logró del papa la aprobación de un hospital, una iglesia y un convento en Jerusalén. Luego fue cambiando de nombre a medida que tuvieron que retroceder desde Tierra Santa hacia el oeste. Echados de Jerusalén, retrocedieron a Chipre y más tarde a Rodas donde se dedicaban únicamente a lo militar, a la piratería con patente de corso, atacando barcos cristianos y practicando la trata de esclavos.

Solimán el magnífico en 1522 sitió Rodas con 200 mil hombres durante seis meses. La Orden capituló y se retiró a Malta, cedida –con otras cuatro islas- por el Emperador Carlos I de España y el consentimiento del Papa Clemente VII.

En 1565 el Gran Maestre frey Jean de la Valette daría su apellido a la actual capital de la República de Malta, La Valetta.


Hoy la Orden hace una labor colosal de asistencia y ayuda a enfermos, necesitados y a los más desfavorecidos en el mundo entero, en más de 120 países. Es una Orden religiosa pero de laicos pues sus miembros no son clérigos ni se les exige vida comunitaria. Son unos 13 mil miembros, cerca de 80 mil voluntarios y 20 mil empleados. Sus programas incluyen la asistencia médica y social, el auxilio a las víctimas de los conflictos armados o de las catástrofes naturales, los servicios de emergencia y de primeros auxilios, la asistencia a ancianos, discapacitados y niños necesitados, la organización de formaciones en primeros auxilios, así como el apoyo a los refugiados y los desplazados internos, sin distinción de religión, de raza o de origen.

Por su status jurídico es la única que mantiene relaciones diplomáticas con los Estados, con 104, y tiene un Embajador como observador permanente en la Comisión Europea, en la ONU, en la FAO y la UNESCO. Expide pasaportes, emite monedas y sellos, o sea es como el Estado Vaticano aunque más pequeño aún.


El Príncipe y Gran Maestre es elegido de por vida entre los Caballeros Profesos por el Consejo Pleno de Estado. De acuerdo con la Constitución, como Superior religioso y Soberano, debe dar a todos los miembros ejemplo de respeto a los principios cristianos. Los Estados le reconocen con las prerrogativas, inmunidades y honores que corresponden a los Jefes de Estado. Cuenta con el título de Alteza Eminentísima, y la Iglesia Católica le atribuye el rango de Cardenal. Reside en la sede de la Orden en Roma, en Via Condotti. El 11 de marzo de 2008 fue elegido frey Matthew Festing sucediendo a frey Andrew Berie, el 78º Gran Maestre y que lo fue desde 1988.

Entre 1805 y 1879 no hubo Gran Maestre y León XIII restableció el cargo. En 1951 Pío XII (caballero de Malta) quiso dar un nuevo impulso a la Orden para adecuarla a los tiempos modernos y ordenó su intervención. Para llevar a cabo esa reforma que se proponía realizar, creó una comisión formada por tres cardenales y presidida por el Cardenal Canali, Gran Prior de Roma, que luego fue ampliada a cinco cardenales. La intervención duraría diez años.

La comisión de cardenales quiso, por deseo expreso del Papa, que se suprimieran las pruebas de nobleza para el ingreso de los caballeros de honor y devoción, pero no lo pudieron lograr. Sin embargo, se creó una nueva categoría que simplificaba las exigencias de esas pruebas. Estos nuevos caballeros fueron los de gracia y devoción. El Papa tenía serias quejas por el comportamiento de los dirigentes de la Orden y en cierta ocasión, comentó a su sobrino el abogado Carlo Pacelli (también caballero de Malta) que él no ponía en cuestión la soberanía de la Orden, porque creía en su existencia, pero sí reprochaba a los caballeros que en vez de utilizarla para potenciar los fines institucionales sanjuanistas, estuvieran haciendo uso de ella para proclamarla en alabanzas.

En 1961, con Juan XXIII, se aprobó la Carta Constitucional definitiva, hoy en vigor. En esta reforma se creó la figura del Cardenal Patrono que sustituye a la Comisión de los cinco cardenales. Ostenta la representación del Papa ante la Orden con la misión de promover los intereses espirituales de sus miembros y de tutelar las relaciones entre la Santa Sede y la Orden. El último Cardenal Patrono de Malta fue el papable cardenal camarlengo Sebastiano Baggio que murió el 21 de marzo de 1993.

Después de su muerte, Juan Pablo II destituyó al Prelado de la Orden, el arzobispo Brini, y designó a monseñor Donato de Bonis, Tesorero General de la Cámara Apostólica, para hacerse cargo de la Prelatura de la Orden de Malta. La figura del Prelado es inmemorial en la Orden de san Juan de Jerusalén. Posteriormente, el 8 de mayo, nombró nuevo Cardenal Patrono al Cardenal Pío Laghi, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica. Con estos nombramientos Juan Pablo II marcaba el comienzo de una nueva etapa de renovación dentro de la Orden. El Prelado es sólo el superior eclesiástico del clero de la Órden.


Su Alteza Eminentísima, el Gran Maestre frey Andrew Bertie continuó esa línea renovadora iniciada por la Santa Sede y tan necesaria en estos momentos para adecuar la Orden a los tiempos que corren. Ya frey Andrew dio muestras de tener ese espíritu reformador cuando creó el subpriorato de san Jorge y Santiago y desbloqueó las dificultades que se ponían para el ingreso de nuevos caballeros de obediencia en España.

Los comportamientos actuales de la Orden tenían que renovarse, porque de lo contrario estaríamos asistiendo a la desaparición de esta institución sanjuanista de la Iglesia que va camino de cumplir un milenio. Como dejó dicho Ricardo de la Cierva al referirse a los Caballeros de Malta, la Orden puede desaparecer, bien porque se extingan los profesos, o bien porque se busque la secularización que algunos desean y se separe de la Santa Sede. Si llegara ese momento, la Orden de Malta dejaría de ser una Orden religiosa y dejaría de ser una Orden soberana (Diario ABC. Madrid, 12-7-1993).

Por reciente acuerdo con el gobierno maltés, se les ha concedido por 99 años el uso exclusivo del Fuerte de Sant’Angelo que fue de su propiedad desde 1530 hasta la ocupación de Napoleón en 1798.

Juan de Borbón, Conde de Barcelona y padre del actual Rey de España Juan Carlos I, era miembro Bailio de la Orden. Su hijo fue bautizado en Roma en la capilla de la Orden por el Cardenal Pacelli, luego Pío XII y posee la Gran Cruz de la Orden.

Sigena y Santa María Reina



La Orden de Malta a finales del s. XV poseía 656 encomiendas, como la de Sigena que en 1976, tras casi ocho siglos de haber permanecido allí, salvo pequeños intervalos de ausencia debidos a conflictos bélicos o políticos, abandonaron para trasladarse a su convento de Valldoreix (Barcelona). 

Estuvo el convento deshabitado hasta que en noviembre de 1985 la Comunidad de origen francés de las Hermanas de Belén y de la Asunción de la Virgen y de San Bruno, de acuerdo con las monjas sanjuanistas, se establecieron entre sus vetustos muros. Lo mantienen firme y continúan con la vida monástica tal como desde los orígenes quiso la Virgen del Coro.

Tras el crecimiento y expansión actual de esa Familia monástica a distintas diócesis, Juan Pablo II, previo informe favorable de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, aprobó, a petición del Prior de los monjes, Hermano Patrick y de la Priora Hermana Marie, que esta Familia Monástica fuera reconocida como de Derecho Pontificio. Está firmado en el Vaticano el 6 de octubre de 1998, fiesta de san Bruno.

Desde el nacimiento de esta Familia Monástica, se han creado Monasterios de monjes, en Francia, Italia e Israel, y Monasterios de monjas, en Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, Chile, España, Canadá, Estados Unidos de Norteamérica, Francia, Italia, Israel, Lituania, Polonia, Portugal, Suiza y México.

El Real Monasterio de Santa María Reina, fundado por una reina, fue durante más de dos siglos Panteón Real, sede del Archivo de la Corona de Aragón, y, en muchas ocasiones sede de las Cortes. Sus doce primeras sores eran de las familias más nobles del Reino.

Sus posesiones y jurisdicción se extendían por los Monegros, Bajo Cinca, Somontano, zonas del Pirineo, Teruel y Zaragoza. Además, las donaciones, rentas, exenciones, arrendamientos y la Preguera, hacía de la Encomienda, uno de los más ricos y magníficos cenobios de la Orden Hospitalaria en Europa. En el Monasterio coinciden desde tres reinas, hasta siete princesas.


Llegó a haber en el Monasterio más de cien religiosas, con excesivo número de sirvientas y dueñas (medias cruces) y un gran Capítulo de freires de la Casa, así como hombres de armas, canteros, escultores, albañiles, arquitectos, pintores, carpinteros, cantareros, sastres, zapateros, barberos, y sobre todo sarracenos. Existía también el notario real y el servicio sanitario que en los primeros tiempos estaba en manos de judíos.

Varios monarcas declaraban su amor al Monasterio, afirmando que las religiosas eran de su casa y familia real, y por tales querían que fueran consideradas y reputadas, extendiendo tal afecto hacia todas las cosas del Monasterio.

La Priora era la titular del Señorío, y la comunidad de freires sólo atendían lo referente al culto y la vida espiritual, estando supeditados en todo a la Priora.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada