dilluns, 20 de setembre del 2010

LA ORDEN DEL CISTER (1)

Datos de hoy
Sus orígenes
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Datos de hoy


El 2 de septiembre de 2010 el Capítulo General de abades y abadesas de todas las casas de la Orden cisterciense, reunido en Rocca di Papa, cerca de Roma, elige como Abad General a dom Mauro-Giuseppe Lepori que era abad de Hauterive, en Suiza. Sucede al catalán dom Mauro-Daniel Esteva i Alsina, en el cargo desde 1995, quien se retira por razones de edad.

La abadía suiza de Hauterive fue fundada en 1138 por Guillaume de Gläne. En el 85 se expandieron a Kappel, un cantón suizo, y esa comunidad se dispersó durante la Reforma. La abadía de Hauterive vivió épocas florecientes y otras de declive hasta que en 1848 fue suprimida tras la batalla de Sonderbund. En 1939 volvió a revivir con la llegada de monjes austríacos.

Como superior general de la Orden, el padre Mauro tendrá la tarea de de insuflar un «aliento espiritual» y la de garantizar la unidad de la orden y concretar mejor su comunión visible, trabajando en la reunificación de las dos ramas cistercienses, la de la “común observancia”, a la que pertenece la abadía de Hauteriva, y la orden cisterciense de la “estrecha observancia" (trapenses) nacida con el Cisma de Occidente durante la estancia de los papas en Avignon.

Según datos del 2009, la orden cisterciense de la “común observancia” incluye 122 casas y más de 1.900 monjes y monjas en el mundo, mientras que la orden cisterciense de “estrecha observancia” cuenta con 175 casas y unos 3.600 religiosos, entre hombres y mujeres.

En 1998, con motivo de los 900 años desde que el abad Roberto de Molesmes se instalara en Cîteaux, en Borgoña dando origen a la orden del Císter, Juan Pablo II lanzó un llamamiento a la reunificación de las dos ramas cistercienses.

Sus orígenes


El Císter se fundó en 1098 en Citeaux, Cistercium en latín y de ahí que se les llamara cistercienses. Pretendía resucitar la regla primitiva de san Benito. Los tres primeros abades son santos: Roberto de Molesme, Alberic y Etienne (Esteban) Harding. Es una rama vigorosa de los benedictinos que se caracteriza por la alegra austeridad y la armoniosa sobriedad.

Pocas décadas antes Juan Gualberto (+1073), florentino, era un benedictino que ante tanta corrupción y simonía, quiso reformar los cluniacenses (monjes negros), fundando en Italia el monasterio de Vallumbrosa y otros, donde instauró el hábito blanco que después imitaron los cistercienses (monjes blancos) y parece que inventó los hermanos legos. De joven no era nada piadoso, se hizo militar pero un Viernes Santo se encontró en un callejón a quien mató a su hermano Hugo. Su furibunda ira se aplacó porque el asesino, de rodillas, le imploró misericordia por el amor de Jesucristo en la cruz. Aturdido entró en una iglesia y vio que el crucifijo le daba las gracias inclinado la cabeza. Convertido, se hizo monje.

Esteban Harding (+1134 con 84 años), inglés, era benedictino de Molesme (Borgoña) con san Roberto, que era el 1º abad. Queriendo ambos más estricta observancia de la regla benedictina y estando insatisfechos, se fueron a Citeaux, un descampado entre bosques, para fundar una nueva comunidad que será el origen del Cister; los monjes blancos por contraste a los monjes negros de Cluny. Esteban es el 3º abad (sucede a san Alberico) y quien escribió la Regla de la nueva Orden del Císter. Tenía la novedad jurídica de que todos los monasterios dependerían directamente del Papa y así se podría hacer con ellos la reforma de la Iglesia en esa época. Desde el tercer sucesor y sin vocaciones, parecía que se acababa la nueva Orden, y más con la peste, pero en 1112 llegó Bernardo de Claraval con muchos acompañantes. En 1125 comenzó la rama femenina de la Orden.

Fue el emblemático y carismático san Bernardo (+1153 con 63 años) quien le dio un boom fulgurante en Europa y hasta en Oriente. La Orden pasó un momento especialmente duro durante la Revolución francesa con sus efectos devastadores espirituales y la irremediable dilapidación de los bienes patrimoniales.


Bernardo de Claraval, conocido como “doctor melífluo”, el de palabras como miel, era uno de los siete hijos con que Dios bendijo el matrimonio de Tescelín el moreno y la encantadora Alicia (Aleth); todos ellos son beatos o santos. Bernardo estaba dotado con todos los dones que puede envidiar una persona: porte elegante, inteligencia despierta, simpatía arrolladora, corazón ardiente. Fue un hombre que se enamoró de Dios, un hombre de alma ardiente; caudillo de nacimiento. Era un huracán, magnetizando a cuantos le trataban. De Citeaux, con 12 que sobraban, fue enviado por Esteban Harding (3º abad) a Claraval donde fue abad hasta su muerte. Ese día había 393 nuevas fundaciones de “monjes blancos” o “bernardinos”; en el s XIV habrá 700 abadías masculinas y 900 femeninas.

Fue promotor de los Templarios y redactor de su regla de monjes-soldados. Se le atribuye la oración mariana del “Acordaos”. Benedicto XVI (Audiencia General 091021) glosó su figura y recordó que es conocido como el último de los Padres de la Iglesia y que su doctrina se centra en Cristo y en la Virgen. 

Añadió el papa Ratzinger que unas décadas después de atacar el antisemitismo que rebrotaba en aquel momento, Ephraim, el rabino de Bonn, le dedicó un vibrante homenaje. De entre sus obras, el Papa alemán destacó el particular libro escrito a su alumno Bernardo Pignatelli una vez elegido papa (Eugenio III) y cuya lectura –dijo el Papa luego emérito- es conveniente también a los papas de ahora.

En tiempos de Federico II de Alemania, el nieto de Barbarroja, que fue tachado desde 1260 como el Anticristo, los joaquinistas, los del herético cisterciense italiano Joaquín de Fiore (+1202 con 72 años), resucitaron su teoría de las tres edades de la Historia, y consideraron que con el ala extrema de los franciscanos, llamados los "espirituales", desgajados recién fallecido san Francisco, había llegado la hora última de la historia, la hora del Espíritu, una vez vividas la primera (la hora del Padre) y la segunda (la hora del Hijo).

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