dissabte, 9 d’octubre del 2021

SINODALIDAD (1)

Escuchar a todo el Pueblo de Dios


El Cardenal Mario Grecho, Secretario General del Sínodo de los obispos anunciaba en mayo de 2021 que el Papa Francisco había adelantado un año la celebración del Sínodo previsto para octubre de 2022 y que lleva por tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. En su primera Exhortación Evangelii gaudium ya recordaba que “la alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie (EvG, 23) y la vida y la misión de la Iglesia está en el Evangelio que deja claro que no hay que excluir a nadie en nada y dedica a ello el apd I del cap 3º titulado Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio (nn 111-134). 

En 2018 había publicado la Constitución Episcopalis communio (EpC) transformando la actual estructura sinodal ja que era una realidad estructural de las primeras comunidades cristianas surgidas en la primera generación. En los “Hechos de los apóstoles” (Act) cuenta Lucas que “en aquellos días Pedro, puesto de pie en medio de los hermanos -el número de personas reunidas era de unas ciento veinte-, dijo: «Hermanos (…) Es necesario, por tanto, que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo en que el Señor Jesús vivió con nosotros (…) uno de ellos sea constituido con nosotros testigo de su resurrección» (Act 1, 15-16. 21-22). La propuesta y la decisión fue de toda la comunidad allí presente, 120 y no solamente cosa de los doce. 

En otro párrafo dice que “en aquellos días, al crecer el número de los discípulos, se levantó una queja de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia diaria”. En otro momento los Doce convocaron a la multitud de los discípulos para elegir a los tres primeros diáconos que hiciesen un servicio eclesial para distribuir las cargas y no crear monopolios (cf Act 6, 1-2). 

Cuando la Iglesia en Jerusalén se planteó la novedad de no circuncidar a los paganos, se lee que “entonces pareció bien a los Apóstoles y a los presbíteros, junto con toda la Iglesia enviar a Antioquía con Pablo y Bernabé a algunos varones elegidos de entre ellos: a Judas, llamado Barsabás y a Silas, destacados entre los hermanos (Act 15, 22). La tarea fue otra vez sinodal, de toda la Iglesia allí presente y no de unos pocos hermanos en la fe, 

En el aula Pablo VI, el sábado 17 octubre 2015, ante los participantes en el Sínodo ordinario sobre la familia, con motivo del 50º aniv del Sínodo instituido por Pablo VI, Francisco recordabael compromiso de edificar una Iglesia sinodal -misión a la cual estamos todos llamados, cada uno en el rol que el Señor le confía- está cargado de implicaciones ecuménicas”, reclamando una saludable descentralización que es uno de los propósitos del Concilio Vaticano II marcados por el Espíritu Santo. 

El entonces Card Ratzinger en el Congreso Internacional sobre la eclesiología contenida en Lumen gentium del Concilio Vaticano II, organizado por el Comité para el gran Jubileo del año 2000, en febrero de ese año, y tras el Documento Communionis notio de 1992, afirmaba que en la Iglesia se debe “discutir también sobre el recto ordenamiento y sobre la asignación de las responsabilidades. Desde luego, habrá desequilibrios, que deben corregirse. Naturalmente, se puede dar un centralismo romano excesivo, que como tal se debe señalar y purificar”. 

Juan II, elegido el 2-I-533, fue el primero que se cambió el nombre que era Mercurio y fue quien aceptó el Edicto del Emperador ostrogodo Atalarico (526-534) que reconocía al obispo de Roma como el jefe de todos los obispos del mundo. Sinodal fue el caso de Ambrosio (†397 con 57 años) que, siendo Gobernador del norte de Italia, con sede en Milán y antes de bautizarse, todavía catecúmeno, fue elegido por aclamación popular obispo de Milán. También fue sinodal Aurelio (†430), obispo de Cartago, patriarca de África, que, para hacer frente a las herejías del momento, convocó 36 concilios o sínodos provinciales africanos. También Paulino (†431 con 78 años), Natural de Burdeos, casado con la barcelonesa Teresa, en 394 fue ordenado sacerdote en Barcelona por aclamación del pueblo y por lo mismo en Milán fue nombrado obispo de la ciudad italiana de Nola. 

Cada 16 julio es aniv del cisma de Oriente con la separación de los Ortodoxos de Roma en 1054, día en que el card Humberto puso sobre el altar de Santa Sofía su escrito de excomunión de Miguel Celurario y secuaces. El Decreto lo redactó con sede vacante ya que el Papa León IX, que le había enviado a Constantinopla para entablar diálogo con el obispo (Patriarca) de allí, había fallecido el 19 de abril. Por cierto que León IX, había sido designado sucesor de Dámaso II por el Emperador Enrique III aunque posteriormente aún coleteaba la sinodalidad- ratificó luego el clero y pueblo romano. 

Juan Pablo II dejó dicho por escrito que “La Iglesia, como sociedad humana, puede sin duda ser también examinada según las categorías de las que se sirven las ciencias en sus relaciones hacia cualquier tipo de sociedad” (Redemptor hominis, 21). El Concilio Vaticano I de 1865 dejó escrito que “para que el episcopado mismo fuera uno e indiviso (...) él [Cristo] instituyó un principio perpetuo de una (el episcopado) y otra (la universal muchedumbre de creyentes) … fundamento visible”(DzH, 3051). Y el Papa Bergoglio recuerda que “Los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados” (EvG, 102) pero habrá que dar pasos concretos para hacer realidad la teoría puesta por escrito y que no sean cosas bonitas archivadas en una estantería.

 

Añade que “El Pueblo de Dios es santo por esta unción que lo hace infalible «in credendo». Esto significa que cuando cree no se equivoca, aunque no encuentre palabras para explicar su fe (…) Dios dota a la totalidad de los fieles de un instinto de la fe —el sensus fidei que los ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios” (EvG, 119). Viene a la memoria lo ocurrido en el Concilio de Nicea en el año 315, cuando el Pueblo de Dios se había aglutinado ante el edificio en que se habían encerrado los obispos para examinar la veracidad o falsedad de la propuesta de Arrio y estaba dispuesto a lincharlos si decretaban que María no era la madre de Dios, como afirmaba el hereje. Como la respuesta episcopal fue correcta, el pueblo estalló un aplauso aquella noche que todavía resuena. 

La sinodalidad o participación de todo el Pueblo de Dios en sacar la Iglesia adelante suena a proponer una Iglesia democrática, cosa que hace desenvainar la espada a los inmovilistas y clericalistas que no quieren rectificar lo que haga falta y que, con el Evangelio en la mano, no es poco. 

Dios es Uno y Trino y por eso es demócrata en su ser y en su actuar, porque actúan simultáneamente cada una de las tres Personas divinas, ninguna de ellas abusa de poder ni deja de arrimar el hombro, haciéndolo siempre, no a ratos, y sin salirse de sus competencias pues el Hijo no suplanta al Padre ni el Espíritu margina al Padre y al Hijo. Este único Dios verdadero ha creado al hombre a su imagen y semejanza por lo que tendremos que tener ese talante para funcionar bien.

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