Ramificaciones franciscanas
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La Orden fue fundada por el italiano “francesco” (francesito), así le llamaba cariñosamente su padre Pietro Bernardone pues recibió la noticia del embarazo de su esposa Madonna Pica de viaje de negocios por Francia. Se inició muy poco después que los dominicos en 1209 y de ella brotan tres ramas: los Frailes Menores (Ordo Fratrum Minorum, OFM), los conventuales que se separaron en 1517 y los capuchinos aprobados en 1528.
Los franciscanos nacieron como una fraternidad laica al inicio del 2º milenio y, junto con los dominicos, eran una nueva manera de vivir la vida religiosa, ahora como “mendicantes”. Cambian el monasterio en el yermo por el convento en la ciudad y viven sin el compromiso del coro para dedicarse a la predicación. Francisco es, con Clara, cofundador de las clarisas (la 2ª Orden, la femenina) y luego se creó la Tercera Orden franciscana para los laicos que querían vivir su espiritualidad sin ser frailes pero como si lo fueran. Así como los franciscanos corretean predicando por calles y caminos, sin embargo ellas, las clarisas, se las encierra en la clausura. Es un momento de la vida de la Iglesia en que el Espíritu Santo realizó una inmensa movilización de bautizados, como ocurre ahora al inicio del tercer milenio, donde también abundan los movimientos y grupos eclesiales pero ahora cuentan con el progreso jurídico que permite el reconocimiento multicolor.
Un poco de historia

Francisco de Asís (+1226 con 44 años). En el bautismo se le puso Juan. De joven fue militar y actuó en la guerra entre Perusa y Asís, pero a los 24 años, en la iglesia de san Damián oyó 3 veces que le hablaba el crucifijo y empezó su nueva vida. Abandonó su frivolidad y sus amistades anteriores. A los 26, mientras oía misa en la Porciúncula, escuchó el pasaje del Evangelio del envío de los discípulos en misión y descubrió su vocación evangélica y apostólica.
Empezó a predicar la paz, la igualdad entre los hombres, el alejamiento de la riqueza, la dignidad de la pobreza, el amor a todas las criaturas y la venida del Reino de Dios. Entonces se le unieron los 3 primeros compañeros: Bernardo de Quintavalle, Pedro Cattani y Gil de Asís, con quienes nace la 1ª Orden Franciscana (Frailes Menores, OFM). La Porciúncula era una capilla abandonada de los benedictinos, dedicada a Ntra. Sra. de los ángeles y que le donaron para iniciar su obra.
Cuando eran doce, se presentaron en Roma ante Inocencio III que los aprobó verbalmente. Este Papa no quería nuevas fundaciones pues las había prohibido el concilio lateranense pensando que ya había demasiadas. El crecimiento fue rapidísimo pues ya en 1219 había 11 provincias con 5000 miembros. Entonces Francisco elaboró la 2ª Regla reformando la 1ª y que aprobó Honorio III en 1223. Intervino profundamente el cardenal Hugolino que luego sería Gregorio IX y que les seguiría favoreciendo poderosamente.
Benedicto XVI glosó su figura y su obra (Audiencia General 100127) recordando que así como algunos –en el s XIX y XX- han visto a un Francisco de la tradición y otro histórico, así pasó también con la figura de Jesús. Se decía que no fue un hombre de Iglesia, pues quería ser un alter Christus, no quería ninguna Orden ni atenerse a lo canónico ni lo jerárquico. Es verdad –dijo el Papa- que fue así al principio pero luego entendió que todo debe tener un orden y se ajustó de corazón a lo legislativo pues el derecho de la Iglesia es necesario.
Buenaventura fue el Maestro General (1257-74) que supo solucionar el acoplamiento de los carismas encontrados. Tuvo también que defender la Orden de los iniciales adversarios, los obispos y el clero secular, debido, entre otras cosas, a los privilegios pastorales que tenían y a su acceso a la Universidad de París. La misma prueba que vivieron los dominicos. La animadversión duró hasta el siglo siguiente, 1311-12, cuando el concilio de Vienne (el que liquidó a los templarios) especificó los derechos de ambas partes: el clero regular y el secular.
Sabía muy bien cuánto cuesta el dinero. Por humildad nunca quiso ser sacerdote y tuvo los estigmas en sus manos los 2 últimos años de su vida que le dieron un dolor gravísimo, a la vez que estaba muy enfermo y casi ciego. Fue canonizado 2 años después de su muerte.
Ramificaciones franciscanas
Un siglo después, en 1316, había 34 Provincias, 197 Custodias y unos 45 mil frailes. La polémica con la secta de los “espirituales” estuvo a punto de acabar en cisma en 1321-34 por defender, contra el papa Juan XXII, lo que Francisco creía fundamental para su propia razón de ser, no así su sucesor fray Elías: Jesucristo y los apóstoles nunca poseyeron nada ni en particular ni en común. Esto y los avatares eclesiales y políticos del momento provocaron un relajamiento preocupante del espíritu de los inicios.
Desde el 34 surgió el afán de reforma o restauración, la “Observancia”, que empezó siendo una minoría pero llegó a igualarse con la “Comunidad” o conventualismo, gracias a Bernardino de Siena, Juan de Capistrano, Jacobo de la Marca y Alberto de Sarteano. León X en 1517 confirmó la división. Hasta 1897 los Ministros Generales eran de la “Observancia”.
Desde el 34 surgió el afán de reforma o restauración, la “Observancia”, que empezó siendo una minoría pero llegó a igualarse con la “Comunidad” o conventualismo, gracias a Bernardino de Siena, Juan de Capistrano, Jacobo de la Marca y Alberto de Sarteano. León X en 1517 confirmó la división. Hasta 1897 los Ministros Generales eran de la “Observancia”.

Bernardino de Siena (+1444 con 64 años). De noble familia de Siena, su padre Tulo (casado con Nera) era gobernador, y quedó huérfano de padres a los 6 años siendo entonces educado por sus tías. Es un fraile observante conocido por su aspecto desastrado y como auténtico fenómeno de la evangelización popular por Italia y Polonia. No quiso ser obispo pues decía que “toda Italia es mi diócesis”. Solía repetir que “voy a predicar a gente petrificada en su fe como la lava del Vesubio y ardiendo en el fuego de sus vicios”. Cuando ingresó, su Orden tenía menos de 300 frailes; al morir, eran 4.000. Su devoción al nombre de Jesús la expresó en las siglas JHS que han llegado hasta nosotros. Canonizado seis años después de morir.

Francisco de Paula (+1507 con 71 años). Paula es un pueblecito italiano y Francisco es el fundador de los “Mínimos” u Orden de los ermitaños de san Francisco. Sus padres le pusieron este nombre pues, tras 13 años de casados y no teniendo hijos, le encomendaron al poverello esa gracia que les concedió. Franciscano a los 13 años, luego se retiró a la vida eremítica y con sus discípulos hizo la nueva fundación. Por humildad –como san Francisco- no quiso ordenarse sacerdote. En todos sus conventos puso una consigna: "Cuaresma perpetua". O sea, nunca comer carne, ni huevos, ni leche, ni tomar licores. Solamente pan, pescado, agua y verduras. Esto lo hizo como reacción ante la oleada de sensualismo que había invadido a Europa. Pablo VI dijo en 1977 que es un verdadero modelo para los que tienen que llamar la atención a los gobernantes que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear en favor de los pobres. El 2 de abril de 1507, Viernes Santo, después de los Oficios, se quedó dormido con el sueño de la muerte. Fue canonizado 12 años después.

Pedro de Alcántara (+1562 con 68 años). A los 16 años, estudiando en Salamanca, vio pasar a dos franciscanos descalzos y se fue tras ellos. Fundó en 1556 los “alcantarinos” para reformar los franciscanos pero al final del s XIX se unirán con los “recoletos” y “observantes” en un grupo dentro de las ramas franciscanas. Sus penitencias a algunos parecían locuras y temeridades pero su durísimo aspecto externo lo unía a la humana ternura, la comprensión, la afabilidad, la cortesía en el trato y a un ardor de caridad tal que atraía irresistiblemente. La santa de Ávila decía de él que era un manojo de sarmientos o de raíces de árbol pues era piel sobre huesos. Canonizado en 1669.
Pedro Regalado (+1456 con 66 años) es el “Francisco de Asís de Castilla”. Con fama de taumaturgo, fue visitado por la misma reina Isabel, Carlos V y Felipe II. Inició en su convento la reforma que luego generalizaría en España el cardenal Cisneros. Es o era patrono de los toreros.

Se le llama “apóstol de Europa” por intentar reconstruir la unidad religiosa y política en la común tradición cristiana. En Alemania consiguió 120 vocaciones y en Polonia 130. Sus sermones duraban 2 ó 3 horas. Todo lo hizo en nombre de Cristo aunque su celo intransigente sigue muy criticado, como lo fue durante su estancia en Bohemia donde luchó contra los husitas. Reunió un gran ejército en Hungría para derrotar a los turcos que, con 200 cañones y 50.000 terribles jenízaros a caballo, querían tomar Belgrado en 1456. En Budapest le levantaron una gran estatua. Murió de la peste que asolaba el campamento militar. Es patrono de los capellanes castrenses.
Jacobo o Santiago Piceno o de la Marca (+1476 con 85 años) era notario, alcalde, doctor en derecho civil y canónico pero se hizo fraile. Predicó por toda Europa, en Italia, Alemania, Austria, Dinamarca, Noruega, Polonia, Prusia, Bohemia y Hungría y logró muchas conversiones. Calixto III le envió por 2ª vez como nuncio a Hungría. Presenció la canonización de Bernardino de Siena. Acabó en Nápoles enviado por Sixto IV.
Paralelas a la “Observancia” se desarrollaron también tendencias reformistas que no logró suprimir la bula de la Unión en 1517 ni la fundación en 1502 de las Casas de Recolección. Los Descalzos españoles, existentes desde 1496 en Extremadura, subsistieron hasta 1517 y con Pedro de Alcántara recibieron un decidido impulso. En Italia surgieron los capuchinos en 1525 y los reformados en 1579, en Francia los recoletos en 1595. En 1897 León XIII unificó las tendencias y todas incluidas en los Frailes Menores excepto conventuales y capuchinos.
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